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En busca de esperanza, cuando aparentemente no existe

En esta situación anti-inmigrante y replete de redadas, muchos se encuentran descorazonados y sin esperanza.  Esta depresión profunda no se limita a aquellas…

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En esta situación anti-inmigrante y replete de redadas, muchos se encuentran descorazonados y sin esperanza.  Esta depresión profunda no se limita a aquellas personas cuya situación de inmigración no es legal, sino también se extiende a aquellas personas que tienen visas de estudiante F-1, cuyo año de "capacitación práctica" finaliza antes de que cumplan con los requisitos para obtener una visa H-1B debido a el muy limitado número (65,000 y otras 20,000 para quienes tienen una maestría estadounidense) de visas H-1B que se adjudican anualmente.  Estos estudiantes, por la falta de una modificación a la ley, probablemente tendrán que salir de los EE.UU., a pesar de la gran cantidad de años de vida que han invertido en este país y su esperanza y expectativas que los EE.UU. sería su hogar final.  Muchos otros, especialmente aquellos con solicitudes de tercera preferencia basada en el empleo y las solicitudes correspondientes para hacer un ajuste en su situación que han estado eternamente pendientes, no ven luz alguna al final del largo túnel y, cuando vean el Comunicado de visas de julio de 2008, en el que  la tercera preferencia basada en el empleo ya no estará disponible, se convencerán aún más que hay muy poco que se puede esperar en el futuro inmediato.

A todos ustedes les ofrezco un poco de esperanza, la cual me fue obsequiada por una mujer a quien conocí en un vuelo reciente hacia Indianápolis.  Como abogada de inmigración debo viajar frecuentemente para reunirme con clientes o asistir o impartir conferencias pero tengo un secreto: desde 1980, cuando el avión en el que viajaba se inclinó sobre su costado y empezó a girar hacia abajo en espiral sin advertencia alguna, tengo terror a los vuelos.  No obstante, un abogado de inmigración que no puede volar es como un abogado de inmigración que siente aberración por los inmigrantes y, por ende –aunque infelizmente, me encuentro en el aire mucho más tiempo del que me gustaría.  Al volar con mi familia, ellos se pelean por tener el privilegio de no sentarse junto a mí.  Por fortuna, como Blanche Dubois, aprendí a depender de la bondad de los extraños y generalmente encuentro a un pasajero bondadoso con quien platicar a lo largo de vuelo para distraerme del temor de otro giro hacia abajo en espiral.

La extraña bondadosa este fin de semana fue una mujer entrada en edad de Nueva Jersey quien abordó el vuelo de las 10:00 horas conmigo, que llegaría a Indianápolis a eso de las 12:30 horas.  Esta alma valiente, quien me informó que sólo había volado dos veces antes en su vida, tenía planes de volar de vuelta a casa ese mismo día en el vuelo de las 15:00 horas.  ¿Por qué?  Iba a recoger a un cachorro especial de un criador en la región central de los EE.UU. para quedarse con el último de los seis perros galgos restantes que había rescatado.  "Seguro piensas que estoy loca", me dijo.  Le dije que no era así, que si eso le daba alegría por qué no disfrutar  el momento ya que la vida era tan difícil y la vida se hacía tan confusa cuando uno menos lo esperaba.  Fue entonces cuando me dijo que tenía 69 años de edad, que había "vencido" el cáncer de la mama dos veces, había enterrado a su primer esposo después de 25 años de matrimonio, debido al cáncer, y que acababa de celebrar 22 años de matrimonio con su segundo esposo, un hombre maravilloso, quien quedó viudo cuando su tercera hija cumplió 6 años de edad y que había criado a tres niñas sin su madre biológica.  Mi nueva amiga señaló que después de sobrevivir a todo eso, volar no la asustaba.

Cuando nos despedimos no podía dejar de pensar en el sentimiento de inspiración que ella dejó en mí, y la esperanza y asombro que sentía.  Pensé en el enredo de inmigración en el que se encuentra nuestro país, en todos mis clientes que viven cada día con menos esperanza de un mejor futuro.  Me percaté del hecho que si esta maravillosa mujer podía sobrevivir a todo lo que le había tocado vivir, quizá nosotros también podíamos ver un rayo de esperanza respecto a la solución de la política de inmigración de los EE.UU. en el futuro y volar en el avión de la vida sin temor, a pesar de la terrible turbulencia actual.  Vale la pena reflexionar en ello…