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La historia se repitió en el Roland Garros

La pista Philippe Chatrier fue de nuevo la tumba histórica del suizo Roger Federer, masacrado por el español Rafael Nadal por 6-1, 6-3 y 6-0.

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La pista Philippe Chatrier, que en esta edición de Roland Garros
cumplió su 80 aniversario, fue de nuevo la tumba histórica del suizo
Roger Federer, masacrado por el español Rafael Nadal por 6-1, 6-3 y 6-0
para lograr el cuarto título consecutivo en París.

Nadal logró una victoria para enmarcar, humillante, destructiva,
demoledora ante el número uno del mundo, que será recordada mientras
este Grand Slam perdure. Fue la más corta después de la que el
argentino Guillermo Vilas demoliera al estadounidense Brian Gottfried,
por 6-0, 6-3 y 6-0 en una hora y 53 minutos.

Una victoria que sirve para igualar los cuatro títulos seguidos que
logró el sueco Bjorn Borg (de 1978 a 1981). Fue precisamente Borg,
quien entregó la Copa de los Mosqueteros al campeón español, que nunca
ha perdido un partido aquí. Un triunfo, el 27 de su carrera, que llevó
consigo un cheque por un millón de euros.

Por cuarto año consecutivo sonó el himno español en esta pista mágica
en la que la innegable clase de Federer sucumbe siempre ante la fuerza
y el poderío del zurdo de Manacor, invicto en 28 partidos, y que ha
logrado, como Borg hizo en 1978 y 1980, ganar el título sin perder un
solo juego.

"Lo siento Roger, has hecho un gran trabajo y eres un gran compañero,
tanto cuando ganas como cuando pierdes. Hay que felicitarte por tu
actitud, a la hora de ganar y perder, y por todo lo que estás haciendo
para el tenis. Todos los tenistas le debemos estar agradecidos. He
jugado un partido casi perfecto", dijo Nadal en la pista, al lado de
Borg a quien dirigió unas frases: "Estar aquí con un gran campeón como
Borg es un honor para mi. Ganar cuatro veces aquí era algo impensable".

"Ni yo mismo me podía imaginar jugar tan bien. Al principio estaba
nervioso como él, pero luego me centré y jugué muy bien, y al final
mucho mejor. En el 2-0 del segundo set, notaba que era demasiado fácil
y quizás ahí me despisté algo", indicó.

Fuerza, poder, convicción fueron sus armas, en el mejor de los 17
duelos que han mantenido el número uno y el dos del mundo, ahora con
11-6 para Nadal, que lleva con ésta cuatro victorias sobre el suizo en
la capital francesa.

En París, el cementerio más famoso que existe es el de Pere Lachaise,
situado en el barrio XX, donde reposan los restos de muchas
celebridades, entre ellas el cantante del grupo "The Doors" Jim
Morrison, el novelista Victor Hugo, o los premios Nobel Pierre y Marie
Curie. La pista Philippe Chatrier se convirtió para Federer en un
camposanto de donde no sabe o no puede resucitar.

El despliegue de Nadal, su aceleración, solo han sido superados en
tierra por Federer en una ocasión, la final del Masters Series de
Hamburgo del año pasado, donde Rafa encajó un 6-0 en tres sets. Federer
se amarraba a esa esperanza y a que el título logrado este año en
Estoril y varios retoques insertados en su juego por el técnico español
José Higueras fueran suficientes para ganar al español. Pero fue un
esfuerzo baldío. Y Nadal le devolvió ese 6-0, de forma apabullante.

Federer tenía diez raquetas listas para vencer a Nadal, y el español
tres para destrozarle. Su exhibición quedó plasmada con los 22 golpes
ganadores que marcó, por los 35 errores no forzados del suizo. Federer
confiaba en su servicio y solo logró dos directos. Demasiado poco para
intentar algo más positivo.

"Solo he podido hacer cuatro juegos", se lamentó Federer. "El ha
dominado el torneo como lo hizo Borg. Rafa ha sido muy, muy fuerte.
Felicidades Rafa", dijo un desconsolado Federer que repitió dos veces
la misma frase: "Lo intentare el año próximo", para añadir: "mi
temporada de tierra había sido buena, pero no he podido contra Rafael".

Casi el total de los 15.000 aficionados de la central apoyaron desde el
principio a Federer, pero el comienzo del encuentro fue un aviso de lo
que sería el final. Un 2-0 para Nadal que empezó rompiendo el servicio,
fiel a su costumbre, y una secuencia de seis juegos consecutivos para
el español, ante un número uno del mundo que más parecía un aprendiz.

!"Otro año Roger"¡ le gritaron en inglés al suizo desde la grada, con
acento ostensiblemente español. Federer, cabizbajo, hundido y sin
encontrar solución a su juego, no encontraba la forma de deshacer la
contienda. Fue un suplicio para el cinco veces campeón de Wimbledon,
que en cinco juegos solo logró ganar dos puntos. Ahí despegó el español
hacia su cuarto título.

La única reacción del suizo se produjo en el tercer juego del segundo
set, cuando rompió por primera y única vez el servicio del español.
Eran momentos de lucidez en el juego del suizo, que cambió de táctica y
acometió la red con su mágica volea de derecha. Incluso tuvo una
oportunidad para marcar el 4-3 y romper el saque del español. Un
espejismo de nuevo.

Después, exhibición de Nadal, y hundimiento físico y moral de Federer.
Rafa ganó ocho juegos consecutivos, mortificantes, destructivos, que
acabaron con Federer de forma lastimosa.

Federer buscará refugio de nuevo en Wimbledon, donde si puede derrocar
a Borg y ganar por sexta vez el título. En París ha unido su nombre al
del checo Jaroslav Drobny, que no logró ganar en tres accesos a la
final (1946, 48 y 50), aunque luego ganó el título en 1951 y 1952.
Vilas también perdió tres finales (1975,78 y 82) aunque ganó la de
1977. A él aún le cuesta.

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