Una corte pusilánime nunca imparte justicia.

Para hacer justicia se requiere el tipo de firmeza para afrontar al poder o al temor y tal ha sido la feliz ocasión que hoy comentamos.

La Corte Suprema de Estados Unidos determinó que los extranjeros sospechosos de terroristas detenidos en Guantánamo sí tienen el derecho constitucional a cuestionar su detención en Estados Unidos.

Detener a personas durantes seis años sin fórmula de juicio, mientras se las somete a horríficas torturas y a tratos denigrantes suena típico de cualquier régimen dictatorial.  El fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos, el tercero en este mismo tenor, evidencia los abusos por parte de la administración Bush obsesionada en profanar los principios de libertad y democracia sobre los que se funda esta nación.

No es por coincidencia que desde el ataque del 9/11 un sinnúmero de decretos, leyes y regulaciones han sido meticulosamente fabricadas para que cualquier persona que se presuma "sospechosos de terrorismo" o "inmigrante ilegal" queden por fuera del amparo de la Constitución o de la protección del poder judicial.

Disparar y preguntar luego, presumir culpable hasta que se pruebe lo contrario son el mantra de hoy en esta absurda cruzada contra los que algunos "honorables" congresistas –todos ellos progenie de inmigrantes – han denominado a los inmigrantes como "plaga y gran mal de esta nación".
Yéndose en contra de las justificaciones sistemáticamente repetidas por esta administración el juez Kennedy aseveró: "Las leyes y la Constitución están diseñadas para sobrevivir, y permanecer vigentes, durante tiempos extraordinarios".  Ni liberal ni conservador el juez Kennedy simplemente hizo que la balanza se inclinara a favor de la sobriedad.

Sobriedad no obstante, es exactamente lo que sigue faltando durante este diario y furibundo ataque en contra de la inmigración.  Mediante directivas, ordenanzas municipales y leyes, la Constitución sigue siendo burlada y urge la necesidad de seguir apelando en contra de un marco inhumano e inconstitucional que torna ilegal el contratar, arrendar, educar o siquiera brindar hospitalidad a inmigrantes indocumentados.

Esto claramente evoca a los nazis y su famosa solución final del problema judío.  Es más, fuera de crematorios, ahora ya orgullosamente lucimos centros de detención para inmigrantes y sus niños.

¿Suena extravagante?  Tan sólo 3 semanas atrás durante un simulacro de evacuación víspera de la temporada de huracanes, en Río Grande, Texas, la policía de inmigración practicó como filtrar a los evacuados en función de si tenían ciudadanía o no.  Dan Doty, el portavoz de la Patrulla de Fronteras declaró: "Cualquiera que no es ciudadano o no es residente legal será detenido en áreas especialmente designadas en el Valle que están hechas para soportar huracanes", según cita del periódico The Rio Grande Guardian.  Esto guarda armonía con lo sucedido durante el huracán Katrina cuando los pobres, los afro-americanos y los enfermos fueron abandonados en Nueva Orleans.

Mientras saludamos al juez Kennedy por su aseveración de que "la libertad y la seguridad si pueden reconciliarse", esperamos en cambio el día en que esta chusma catártica instigada por oportunistas recobre el sentido y detenga esta cobarde persecución.