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"Es como un hotel cinco estrellas"

Cuando un niño es internado en un hospital lejos de su hogar es difícil para la familia y a veces separa a las parejas. Sin embargo, en la casa de Ronald…

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Es el caso de Kenia Leiva, de Trenton (NJ) y Dinorah Jerez, de York (PA), ambas madres con niños afectados del corazón

Cuando la hija de Leiva nació, los doctores descubrieron que le faltaba la mitad de su corazón y la diagnosticaron con hipoplastia del lado izquierdo.

Desde entonces, Leiva ha pasado casi todos los días al lado de su bebé Hillary, de ocho meses, preocupada por su salud.

Al principio, el hospital St. Christopher, en el norte de la ciudad, le ofreció una cama en un cuarto comunal y un cupón diario de $5 cada para comer.

"Pero no pude descansar con todas las máquinas alrededor y se me hizo muy caro el estacionamiento. Se me empezó hacer difícil", recordó.

El gasto era de $20 diarios y como Leiva no trabajaba no tenía lo suficiente para pagarlo todo. Una trabajadora social le comentó del programa de bajo costo de la casa Ronald McDonald, justo al frente del hospital infantil.

"Me estaba exponiendo a peligro manejando una hora todos los días sin licencia para ver a mi hija, porque todavía no había arreglado mis papeles. En la casa Ronald McDonald no me preguntaron por mis documentos, nomás les enseñé mi identificación de Costa Rica. Con Hillary en el hospital fue lo suficiente para que me ayudaran", dijo

Leiva, quien se hospeda allí desde septiembre del 2007.

Jeréz llegó con un problema similar a la casa Ronald McDonald. A su hijo Steven Arias, de dos años y medio, lo acaban de operar el corazón, pues padece el síndrome Marfan.

Para esta madre resultaba muy difícil sobrellevar el trauma de tener su hijo en el hospital y, además, los gastos extras de gasolina y comida todos los días.

Jeréz y Leiva ya se habían conocido en el hospital y se reencontraron por casualidad en la casa Ronald McDonald. Ambas se apoyan y entienden porque enfrentan una situación similar, y se ayudan a comunicar con los empleados de la casa que no hablan español.

"Muchas veces no entiendo el inglés, pero juntas nos ayudamos una a la otra, y hay dos voluntarios gemelos que nos ayudan a veces. Si no están presentes, la directora Carolann (Costa) busca una manera de comunicarse", dijo Leiva.

Costa, directora de la casa Ronald McDonald, dijo que a veces tienen que llamar telefónicamente a traductores para poderse comunicar con ellas. "Como quisiera unos voluntarios que hablen español, nos ayudaría mucho", dijo.

"En la casa Ronald McDonald, nuestra familia nos pueden visitar y quedarse con nosotros para darnos ese apoyo necesario. A veces uno se deprime y necesita un familiar para levantarle el ánimo", dijo Leiva.

"Como mamás que no trabajamos, el programa nos ayuda con el costo de hospedaje si no podemos pagar. Aquí se exige $15 (diarios), pero lo pueden rebajar si no lo pueden pagar. Además, nos ayudan con el estacionamiento de nuestros carros", explicó Jeréz.

"La generosidad de la gente siempre me sorprende. Cuando estábamos construyendo esta casa, trabajadores de construcción gratuitamente nos ayudaron y compañías independientes donaron televisores, juguetes y camas", dijo Costa. "Siento que este trabajo es una bendición. Las familias y los niños que pasan por este sitio me dan fuerza de seguir adelante. Me hacen darme cuenta que mis problemas son mínimos".

Actualmente hay nueve familias viviendo en la casa de Ronald McDonald que queda al frente del hospital infantil St. Christopher, en la calle Front y Eerie, y hay unas 45 más en la sede de la 3925 y Chestnut, en el occidente de la ciudad.

Las familias pueden quedarse en estos sitios hasta un año si sus hijos siguen en tratamiento. Después del año, la organización le ayuda a la familia a buscar un hogar cerca al hospital. Otro requisito para obtener hospedaje es que tienen que vivir a una distancia de más de 25 millas a la redonda.

La organización ofrece una cena casera todas las noches. "A veces vienen grupos de escuelas y miembros de iglesias a cocinar, o hasta las enfermeras vienen a cocinar para los papás", dijo Costa.

"Esta organización es buena y es una gran ayuda para nosotras. Nos dejan descansar y al mismo tiempo estar cerca de nuestros niños. Hay juegos, películas y un gimnasio para mantenernos distraídas, pero es imposible dejar nuestros hijos solos en el hospital", dijo Leiva.

Jeréz comparó la casa Ronald McDonald con un hotel de 5 estrellas: "Prácticamente es como estar en su casa.

Aquí uno puede dormir tranquilo, nos dan alimento y no nos dejan lavar trastes", dijo.

"El corazón de nuestra casa está en nuestros voluntarios", dijo Costa, e hizo un llamado a personas que se ofrezcan para trabajar dos veces al mes durante tres horas cada vez en la casa Ronald McDonald.

Para más información visite www.philarmh.org.