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Simpatizantes del gobierno de Venezuela celebran los resultados de las elecciones el domingo 20 de mayo de 2018, en Caracas (Venezuela). EFE/Edwinge Montilva 
Simpatizantes del gobierno de Venezuela celebran los resultados de las elecciones el domingo 20 de mayo de 2018, en Caracas (Venezuela). EFE/Edwinge Montilva 

Venezuela: un país fantasma

Los comicios presidenciales en Venezuela se vieron marcadas por una abstención histórica y el desconocimiento internacional de la democracia en el país.

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El pasado domingo, Venezuela repitió el escenario que ha marcado la pauta en el detrimento de su democracia: la celebración de elecciones en un sistema  tergiversado y menoscabado por la corrupción.

Según el encuestador Féliz Sijas, “las elecciones registraron la menor participación en más de dos décadas”, con 1.7 millones de votos menos que en la elección anterior en el 2013, reportó Reuters.

“Pese a su baja popularidad y la severa crisis que sufre el país petrolero, Maduro, un ex chofer de autobús de 55 años,  se impuso con comodidad a los rivales poco reconocidos debido a la ausencia de las principales figuras opositoras en los comicios, la prohibición contra algunos partidos y ayudado por la entrega de alimentos subsidiados y bonos,” explica el medio.

Ante la denuncia internacional de una situación crítica dentro del país – donde la inflación, la corrupción y un sistema político autocrático han sumido a la población en una profunda crisis humanitaria – las “elecciones” del pasado domingo tan sólo perpetúan el modelo de dictadura contemporánea que se sucede simultáneamente en países como Rusia y Cuba.

Un nuevo héroe

A finales en la década de los 90 Venezuela vivía el ocaso de una tradición política bipartidista, minada por la inexperiencia, el caudillismo detrás de bastidores y una riqueza petrolera que sobrepasaba la infraestructura.

Habiéndose transformado en una economía profundamente monoproductora, la diferencia de clases sociales era cada vez más sentida, y los melancólicos de la Revolución Cubana vieron la escena perfecta para hacerse con el poder.

Fue entonces cuando Hugo Chávez Frías fue electo presidente en elecciones libres el 6 de diciembre de 1998.

Con una nueva constitución bajo el brazo, una ley habilitante, y una errática retórica divisionista y antiimperialista, el nuevo gobierno logró fracturar al país caribeño en dos bandos irreconciliables.

Hugo Chávez Frías ha sido el presidente venezolano con mayor apoyo popular en la historia, e incluso un intento de derrocamiento en abril del 2002 dio paso a su mitificación y a su transformación en una figura semi-divina en los estratos culturales más bajos del país.

Equiparándole con Simón Bolívar, Fidel Castro y con el mismísimo Che Guevara, la reutilización de los recursos simbólicos latinoamericanos sentó las bases de una nueva revolución y un nuevo héroe.

Cuando la ideología es más fuerte que la economía

A partir del 2005, Chávez dio inicio a una serie de reformas y regulaciones contra la propiedad privada, los medios de comunicación y las principales compañías en territorio nacional.

Medios de comunicación históricos como Radio Caracas Televisión (RCTV) son cerrados a la fuerza, compañías internacionales como Exxon Mobil y ConocoPhillips son expropiadas, y Venezuela firma un acuerdo de cooperación con Rusia en asuntos de gas natural y petróleo.

A pesar de que la oposición al gobierno daba la batalla en elecciones regionales, en febrero del 2009 Chávez gana un referéndum y logra abolir los límites a los períodos en el cargo para presidente, gobernadores, alcaldes y diputados a la Asamblea Nacional.

Después del intento derrocamiento del 2002, y como consecuencia del paro nacional petrolero, el corazón de la economía venezolana – Petróleos de Venezuela (PDVSA) – es despojada de sus expertos  y puesta en manos te de adeptos políticos poco conocedores de la infraestructura.

La corrupción, la ignorancia y la obnubilación del gobierno llevaron al deterioro de represas y refinadoras, y a partir de 2010 la incapacidad del gobierno para surtir de agua el país y contener los efectos de las inundaciones es resuelta a través de la decisión de la Asamblea Nacional de otorgar poderes especiales al presidente.

Un nuevo mártir y el fracaso de una revolución

Después de haber ganado las elecciones nuevamente en noviembre del 2012 para un cuarto periodo y con un 54% de los votos, Chávez decide proseguir su tratamiento contra el cáncer en Cuba y morir allí, dejando dicho de antemano que su sucesor debería ser Nicolás Maduro, instando a sus seguidores a que votaran por él.

La muerte de Chávez le eternizó en la figura de mártir, que ha sido utilizada por Nicolás Maduro y la cúpula chavista para aferrarse al poder a través de la implícita corrupción y la destrucción de lo que quedaba de democracia.

A partir del 2013 apagones, la caída de los precios del petróleo y la pésima administración del gobierno, detonan manifestaciones públicas en la calle, a lo que el gobierno respondió con represión, el encarcelamiento del líder opositor Leopoldo López y el inicio de una cacería de brujas contra las voces disidentes.

Una vez que la oposición se hizo con la mayoría de la Asamblea Nacional, el gobierno decide devaluar la moneda y aprobar una asamblea constituyente, mientras la violencia en las calles escalaba desmesuradamente.

El país desaparece

Según cifras de la Organización Internacional para las Migraciones,  a partir del 2015 uno de cada 20 venezolanos ha decidido salir del país, sumando 1,6 millones de exiliados voluntarios. Asimismo, el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) ha reportado el incremento de asesinatos dentro del país aupados por la crisis y por los colectivos armados del gobierno, así como la desaparición del estado de derecho.

“Los estudios realizados por los universidades nacionales muestra que cuatro de cada cinco hogares venezolanos (82%) están en situación de pobreza y que más de la mitad de las familias (52%)  se encuentran en pobreza extrema”, explica el OVV, “es decir, que no logran cubrir sus necesidades alimentarias básicas. Cáritas (alianza humanitaria) ha reportado que este año se ha incrementado en un 14,5% el número de niños con desnutrición aguda, con muchos de ellos fallecidos por el hambre”.

De la misma manera, la desaparición paulatina de las fuerzas opositoras y las fracturas dentro de la misma, han dejado a un pueblo abandonado a su suerte, aún cuando la comunidad internacional ha anunciado que no reconocerá los resultados de las elecciones.

El pasado domingo Estados Unidos informó que “estudiaba nuevas sanciones sobre el vital sector petrolero” y el llamado Grupo de Lima – 14 países que pretenden buscar una salida a la crisis en Venezuela – “desconoció la legitimidad de los comicios”, según continuó Reuters.

Pero entre reuniones, declaraciones y críticas, el pueblo venezolano sigue sumido en la pobreza, sin una dirigencia política que lo auxilie y sin salida alguna del calvario fundado por Hugo Chávez hace casi 20 años.