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Donald Trump estrecha la mano del presidente de la Cámara Baja, Paul Ryan, el jueves 2 de noviembre de 2017, en la Casa Blanca. Los republicanos en la Cámara de Representantes de EE.UU., tras numerosos retrasos y debates internos, presentaron la propuesta de reforma fiscal que sigue las directrices marcadas por el presidente del país, Donald Trump, de lograr "un alivio masivo de impuestos para los estadounidenses". EFE/Michael Reynolds
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Una Reforma Fiscal hecha a la medida

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Si usted no es heredero de un imperio multimillonario o dueño de una trasnacional, mejor prepárese para reducir su lista de regalos de Navidad a la mitad.

Después de meses de debates, conflictos internos y bajo la inmensa presión de un presidente que se rehúsa a otro fracaso legislativo, el Partido Republicano (el GOP, como es conocido en inglés), desveló el pasado jueves los detalles de su proyecto de reforma fiscal que han promovido como “la mejor solución para la clase media estadounidense”.

El argumento de “un impulso para la economía”, utilizado por todos los que defienden la reforma fiscal, hace eco del discurso de Ronald Reagan hace más de 30 años.

“Siento que acabamos de jugar la Serie Mundial de la Reforma Fiscal y los estadounidenses ganaron”, dijo el presidente de la Comisión de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes, Kevin Brady al hacer público el proyecto, citando las palabras del ex presidente Reagan cuando firmó la reforma fiscal que marcó su presidencia entre 1981 y 1986.

Pero si algo debimos haber aprendido de antaño es que revisar y reformar el sistema fiscal estadounidense siempre va a favorecer a algunos y a afectar gravemente a otros.

Con un gobierno liderado por multimillonarios y por los dueños de gran parte de la economía pujante del país, no es difícil adivinar quién ganará y quién perderá si esta Ley es finalmente aprobada.

Si bien quedan un par de semanas por delante para terminar de delinear el proyecto – y de negociar para lograr los votos necesarios para su aprobación – la Reforma Fiscal Republicana muestra lo siguiente:

Quienes salen ganando

Para sorpresa de nadie, las empresas, las corporaciones multinacionales y todas las familias ricas (así como algunas de clase media) en el país, se verán beneficiados por: recortes en las tasas corporativas de 20 a 35%; impuestos de sólo un 10% mínimo global en las ganancias de ultramar y la eliminación del impuesto mínimo alternativo que imponía un pago más alto a las familias de mayor ingreso económico.

Los perdedores

Para la gran mayoría de estadounidenses cuya inversión principal es su casa, las deducciones hipotecarias se verán reducidas a 500.000 dólares y las deducciones de propiedad llegarán tan sólo a 10.000. Según reporta el Washington Post, esto afectaría a los ciudadanos que se han visto impulsados a comprar antes que arrendar por los beneficios fiscales. Lógicamente, la empresa inmobiliaria recibirá el peor golpe, pues se prevé una recesión en el mercado.

Asimismo, los enfermos, las caridades, las dotaciones a las universidades y quienes padecen de enfermedades poco frecuentes se verán afectados por el plan Republicano que plantea la eliminación de las deducciones en gastos médicos; las universidades privadas deberán empezar a pagar impuestos sobre inversión a través de un impuesto especial incorporado y las farmacéuticas que trabajan en investigación de enfermedades raras ya no gozarán de los beneficios del crédito fiscal, lo que les hará muy cuesta arriba seguir su trabajo.

Y con todos estos agravantes, es muy poco probable que una clase media con nuevos impuestos a cuestas decidan donar dinero a la caridad.