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La presidenta de Chile, Michelle Bachelet (c), saluda, durante la gran parada militar en honor a las glorias del Ejército de Chile en el Parque O’Higgins de Santiago de Chile. EFE
 

 

Doce mujeres al mando

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La contienda presidencial en los Estados Unidos ha significado una ruptura de paradigmas, cuya vertiginosidad no nos ha permitido digerirlos con tranquilidad. Pareciera que el racismo, el machismo, la caricatura política y la incredulidad han sido puntos comunes desde el cierre de las primarias. 

Los latinoamericanos, que forman hoy en día una población considerablemente engrandecida, no sólo han sentido la ausencia de diálogo sobre los asuntos que más les conciernen dentro de los discursos políticos, sino que, quizás en reacción al proceso de adaptación inmigratorio, han olvidado que en Latinoamérica somos pioneros en la igualdad de género dentro de los poderes públicos.

Es cierto que tal aseveración pareciera paradójica, sobretodo cuando los países latinoamericanos han sido siempre calificados de machistas, una conducta fundamentalmente enraizada por la misma mujer. Pero la historia es otra: 

Tras apoyar a su marido, Juan Domingo Perón, durante su carrera política en la década de los años 70, María Estela Martínez de Perón, mejor conocida como Isabel Gómez “Isabelita”, (nombre artístico que adoptó tras distanciarse de su familia, mientras vivía en Caracas, Venezuela) aceptó el cargo de Vicepresidenta de la nación, ofrecido sin miramientos por Perón en 1973. El breve gobierno de su marido finalizaría con su muerte el 1 de julio de 1974. Aunque es bien sabido que Isabel había renunciado al cargo de la presidencia frente a la muerte de Perón, no tuvo opción y debió tomar las riendas del país sureño. 

El mandato de María Estela estuvo enmarcado en el período de la Guerra Fría, simultáneamente con la derrota norteamericana en Vietnam. La tensión política por las dictaduras adyacentes y la insurgencia de grupos guerrilleros de izquierda, harían mucho más complicada su labor. La administración dividida y la fuerte tendencia derechista de sus decisiones hicieron que el desacato de las fuerzas armadas estableciera un clima de intransigencia. Tras la incorporación de las Fuerzas Armadas en el conflicto político (aupado por la escena económica de devaluación), María Estela se rehusó a renunciar a su cargo, mas sin embargo adelantó las elecciones presidenciales, lo que no evitó el inminente golpe de estado el 24 de marzo de 1976. Las Fuerzas Armadas sustituyeron el gobierno constitucional con una Junta Militar que apresaría a María Estela Martínez de Perón durante cinco años. 

Asimismo, y durante la insurrección de los movimientos de izquierda latinoamericanos en los años 50, el Partido Revolucionario de la Izquierda Nacionalista de Bolivia ganó terreno, y una de sus militantes era Lidia Guelier Tejada. Tras acusaciones de conspiración y una breve carrera de diplomática, Guelier formó parte del levantamiento popular de la Central Obrera boliviana contra el general Alberto Natusch Busch. Tras la restauración del poder, el Congreso eligió a Guelier como presidente constitucional “interina” de la república hasta las elecciones del 29 de junio de 1980. Dichas elecciones nunca se llevaron a cabo, pues Lidia Guelier Tejada fue derrocada por un golpe militar auspiciado por las Fuerzas Armadas Argentinas, el 17 de julio de 1980. 

Pero sería Violeta Chamorro la primera mujer democráticamente electa para la presidencia de un país Latinoamericano, esta vez Nicaragua. Tras el asesinato de su esposo, Pedro Joaquín Chamorro, dueño del periódico La Prensa, Violeta formó parte de la Junta de Gobierno que reconstruiría el país después del triunfo de la Revolución Sandinista. Tras la victoria de la coalición Unión Nacional Opositora, amparada por el gobierno de Los Estados Unidos, Violeta Chamorro fue electa presidenta de Nicaragua hasta 1996. 

Fue durante la restauración de la democracia en Latinoamérica a principios de la década de los 90, que Haití ingresó de manera tardía al escenario tras el golpe de estado del general Herard Abraham. Esta insurrección daría paso a la entonces jefa de la justicia de la Corte Suprema, Ertha Pascal-Trouillot a tomar las riendas provisionalmente. En enero de 1991 su gobierno fue derrocado con un nuevo golpe de estado que llamaría a nuevas elecciones.

En Ecuador, por su parte, las mujeres ya desempeñaban cargos políticos regionales, como era el caso de Rosalía Arteaga Serrano, quien se desempeñara como concejal por el Partido Social Cristiano en 1986 y Ministra de Educación en 1994. Asimismo fue co-creadora del Movimiento Independiente para una República Auténtica (MIRA) que apoyó su candidatura a la vicepresidencia en alianza con Abdalá Bucaram. La dupla asumió el poder el 10 de agosto de 1996, pero su labor estuvo minada de conflictos de intereses que determinarían la solicitud del Congreso para el cese de Bucaram en 1997. Al transcurrir la “noche de los tres presidentes”, Ecuador amanecía con tres personas “reclamando ser jefe de estado. 

Tras la intervención de las Fuerzas Armadas, el vacío gubernamental fue provisionalmente llenado con la figura de la vicepresidenta mientras el Congreso solventaba la circunstancia. 

Pero no todas las presidentas latinoamericanas han sido nacidas en Latinoamérica. Tal es el caso de Janet Jagan, nacida en Chicago y casada con Cheddi Jagan, Indo-Guayanés con quien se radicó en Guyana Británica. Tras ser activista de izquierda y unirse al partido Guayana Británica del Trabajo y la Unión, fundó en 1946 el Frente de las Mujeres, así como el Partido Progresista Popular, junto con su marido. Se desempeñó en la Cámara de la Asamblea y en la Asamblea Legislativa, pero sus inclinaciones izquierdistas le propiciaron un arresto domiciliario por dos años. Volvió al Parlamento en 1973 hasta 1992, cuando su marido fue electo presidente. 

Tras la muerte de Cheddi Jagan, Janet asumió el Primer Ministerio, para luego lanzarse a las elecciones de diciembre de 1997 que ganaría con el apoyo del PPP. Renunció a la presidencia el 8 de agosto de 1999 por problemas de salud. 

Asimismo, Mireya Moscoso, quien fuera esposa del tres veces Presidente de Panamá Arnulfo Arias Madrid, cambiaría el nombre del partido de su difunto esposo al de Partido Arnulfista en 1990, adoptando una postura de viuda política muy parecida a la de Perón.  Tras perder las elecciones de 1994 contra Ernesto Pérez Balladares, reorganizó su postura política para lanzarse de nuevo en 1999 a las elecciones, ganando de manera contundente. 

Fue conocida por involucrarse de lleno en la política rural, mejorando las condiciones sociales e implementando programas educativos y culturales. El ápice de su carrera presidencial fue la entrega total de la soberanía del Canal de Panamá en las manos de Jimmy Carter en 1999, lo que venía acompañado de un decrecimiento económico que la presidenta solventó con el impulso del turismo a través del Miss Universo en 2003.

Moscoso finalizó su período con el indulto de los terroristas anti-castristas Luis Posada Carriles, Gaspar Jiménez, Pedro Remón y Guillermo Novo Sampol, lo que contraería la ruptura de relaciones diplomáticas con Cuba y Venezuela. 

A pesar del debate histórico de la autonomía en Puerto Rico, resulta pertinente rescatar que Sila Calderón fue la primera mujer en ocupar el puesto de gobernadora en el Estado Libre Asociado, y la octava persona, nacida en el territorio, en ocupar tal puesto. Tras una carrera política en puestos dentro de la Secretaría de Estado, Secretaría de la Gobernación y la Alcaldía de San Juan, Calderón finalmente obtuvo el puesto de gobernadora el 2 de enero del 2001 por un período de cuatro años. 

Actualmente, Rousseff ha sido declarada culpable por el Senado en los delitos de “responsabilidad en el maquillaje de las cuentas fiscales y la firma de decretos económicos sin la aprobación del Congreso de Brasil”.

 

Esta segunda generación de mujeres en la política latinoamericana se vio principalmente representada por Michelle Bachelet Jeria en Chile. Hija de un general de brigada asesinado por la dictadura de Pinochet, Bachelet estudió medicina en la Universidad de Chile, y por su agregación al Partido Socialista fue detenida y exiliada hasta 1979. Desarrolló su carrera política en el retorno de la democracia chilena, desempeñándose como Ministra de Salud y como la primera mujer en el Ministerio de Defensa de un país Latinoamericano. Fue candidata a la presidencia por la Concertación de Partidos por la Democracia, ganando las elecciones el 11 de diciembre de 2005. 

A pesar de las crisis sociales que debió enfrentar durante su primer mandato, fue su gestión durante la crisis económica mundial de 2008 la que la posicionó como una de las mujeres más poderosas e influyentes del mundo. Sin embargo, el cierre de su primer mandato estuvo marcado por el desastre del terremoto del 2010. Ha sido vocera por la igualdad de género a través de la fundación de la agencia ONU mujeres, creada a partir de la plataforma que obtuvo siendo secretaria general adjunta de las Naciones Unidas. A su regreso al país en el 2013, se convirtió nuevamente en candidata a la presidencia ganando por segunda vez el 11 de marzo de 2014. Bachelet ejerce actualmente la función de presidenta de Chile. 

La incursión femenina en la política no dejaría atrás a su pionera, la Argentina. El matrimonio entre Néstor Kirchner y Cristina Fernández reviviría las corrientes peronistas provinciales. Ambos abogados y militantes de izquierda, empezarían su gestión en la provincia de Santa Cruz, desde donde se opondrían a algunos proyectos capitalistas del gobierno de Carlos Menem. Estas disputas se prolongarían durante la gestión de Fernández como diputada, y finalmente romperían sus relaciones con el partido popular. Para el año 2005 fue elegida senadora nacional por la provincia de Buenos Aires hasta el 2007, cuando asumiría el cargo de Presidenta de la República, siendo la primera mujer elegida democráticamente y la segunda en ejercerlo. 

El matrimonio Kirchner había sido militante de izquierda durante la dictadura, en la cual pasaron desapercibidos aún cuando todos sus compañeros fueron detenidos desaparecidos. Abiertamente Peronista, Kirchner apoyaría la candidatura y el gobierno de su marido, quien ganaría las elecciones tras la renuncia de Menem en la segunda vuelta electoral del 2003. El fallecimiento de Néstor por complicaciones cardiovasculares, le abrió el escenario presidencial a Cristina como alguna vez lo hizo la muerte de Perón a su sucesora. 

Tras su candidatura en el 2007, Cristina Fernández ganó la primera vuelta con el 45,29 por ciento de los votos, una cifra histórica no sólo en Argentina sino en toda Latinoamérica, siendo la primera mujer elegida democráticamente para el puesto de presidente en su país. Su actividad política estuvo enmarcada en las reformas populares y en sus próximas relaciones con gobiernos “revolucionarios” en el continente. El 21 de junio de 2011 confirmó su postulación a la reelección, que ganaría con un margen aún mayor que en su primera candidatura. Cristina Fernández fue sucedida por Mauricio Macri el 9 de diciembre de 2015. Tras su cese en actividades del poder ejecutivo, Kirchner es enjuiciada por malversación de fondos y abuso de poder. 

Durante la década de los años 90, la carrera política de las mujeres en Latinoamérica se afianzaría, separándose del modelo conyugal para una carrera independiente y autónoma, como es el caso de Laura Chinchilla. Politóloga y política costarricense, trabajó como consultora en América Latina y África con diversos organismos como la USAID, PNUD, BID y OEA. Chinchilla se desenvolvió como Viceministra y Ministra de Seguridad Pública, además de haber sido la Presidenta del Centro de Inteligencia Conjunto Antidrogas y del Consejo Nacional de Migración. 

Dentro de la Asamblea Legislativa, Chinchilla trabajó en varios proyectos de reforma, llegando al puesto de vicepresidente de la República durante el mandato de Óscar Arias Sánchez. Renunció a su cargo para asumir su candidatura a la presidencia con el respaldo del Partido Liberación Nacional el 8 de octubre de 2008, siendo la cuarta mujer en lanzarse a la presidencia de la República en Costa Rica, tras Norma Vargas Duarte (1994), Yolanda Gutiérrez Ventura (1998) y Naruba Volio Brenes (1998).

Después de las elecciones del 7 de febrero de 2010, Chinchilla fue electa Presidenta de la República con un 46 por ciento de apoyo. Su postura política fue abiertamente reconocida como homofóbica y ultraconservadora. 

Finalmente, en Brasil, Dilma Vana da Silva Rousseff sería la representante femenina en la política del país más grande de Latinoamérica. Habiendo estado presente en el golpe de estado de 1964, Rousseff militó políticamente y de manera radical con la Organización Revolucionaria Marxista Política Obrera y en la organización guerrillera COLINA, por lo cual fue detenida, torturada y condenada en 1970 por un tribunal militar. Tras obtener su libertad, se formó en economía e inició su vida política en el Partido Democrático Laborista con quien rompería relaciones para ingresar al Partido de los Trabajadores, encabezado por Lula da Silva. Rousseff se desempeñaría como Ministra de Minas y Energía durante la presidencia de Lula, y posteriormente reemplazaría a José Dirceu como Jefa de Gabinete. Renunció a su cargo el 31 de marzo de 2010 para dar inicio a su candidatura como presidenta de Brasil, siendo electa en la segunda vuelta con el 56 por ciento de los votos. 

Su gobierno se caracterizó por seguir los lineamientos de su predecesor en una búsqueda por sortear la crisis económica del 2008, buscando el apoyo del Mercosur, aún cuando Argentina, su mayor aliado, se encontraba en una situación angulosa. La crisis social de Brasil se evidenció con las críticas a la Copa Mundial de Fútbol en el 2014 y su imagen política fue deteriorándose poco a poco, hasta ser suspendida de su cargo por el Senado en agosto del 2016. Actualmente, Rousseff ha sido declarada culpable por el Senado en los delitos de “responsabilidad en el maquillaje de las cuentas fiscales y la firma de decretos económicos sin la aprobación del Congreso de Brasil”. 

Este es el historial político de Latinoamérica en manos de figuras femeninas, un proceso de cambio que, si bien se vio favorecido por las relaciones conyugales, dispuso la profesión económica en un escenario igualitario, permitiéndole a las mujeres latinoamericanas el acceso a la formación en una profesión, mayoritariamente masculina, a través de la ruptura de paradigmas. 

Pareciera que, aunque nos hemos considerado siempre inferiores en temas políticos y económicos internacionales, somos los latinoamericanos quienes gozamos de una amplia experiencia en la igualdad de género en el ámbito profesional, a diferencia de países desarrollados que apenas vislumbran su primer escenario político sobre tacones.