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El Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes solicitó ayer, 16 de mayo de 2017, al Buró Federal de Investigaciones (FBI) todos los documentos que su exdirector James Comey elaboró sobre sus conversaciones con el presidente Donald Trump. Esta solicitud llega después de que The New York Times revelara la existencia de documentos elaborados por Comey con el fin de documentar sus conversaciones con Trump. EFE/Michael Reynolds/Shawn Thew
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Según reportaba el New York Times el día de ayer, el Presidente Trump le solicitó al entonces director del FBI, James B. Comey, que cerrara la investigación federal sobre el antiguo asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Michael T. Flynn, durante una reunión en el Despacho Oval en el mes de febrero.

De acuerdo con el memorándum redactado por Comey tras la reunión, el presidente habría solicitado que le dejaran a solas con el director, para posteriormente insistirle en que “esperaba que pudiera dejar pasar el asunto”. Para el Times, lo que describe el documento del director del FBI es una evidencia clara “de que el presidente ha intentado intervenir directamente en una investigación llevada a cabo por el Departamento de Justicia y por el FBI”, que sospechaba nexos entre los asociados del Sr. Trump y Rusia.

Inmediatamente después de que los medios hicieran pública la existencia de los documentos del ex Director del FBI, el representante republicano y presidente del Comité de Supervisión de la Casa, Jason Chaffetz, exigió que el FBI hiciera entrega de todos los “memorandos, notas, sumarios y registros” de las discusiones entre Trump y Comey.

Según el representante, los documentos “levantarían sospechas sobre si el presidente intentó influenciar o impedir” la investigación.

De acuerdo con dos fuentes, el memorándum de Comey detalla su conversación con el Presidente, llevada a cabo un día después de la renuncia de Flynn, y su transcripción fue parte de la reacción del director del FBI ante una circunstancia que le parecía “incómoda”.

“Formaba parte de una cadena de documentos que el Sr. Comey creó para documentar lo que percibía como esfuerzos impropios por parte del Presidente para incidir en una investigación que se estaba llevando a cabo”, según indica el reporte del Times.

Quienes tuvieron acceso a los documentos, relatan que el Presidente insistía en que Flynn “es un buen tipo” y que esperaba que Comey “pudiera dejar pasar” el asunto, pues su asesor no había hecho nada “mal”. Por su parte, el director del FBI no respondió nada con respecto a la investigación, tan sólo agregando que estaba de acuerdo con que Flynn era “una buena persona”.

La conversación se habría llevado a cabo el 14 de febrero, después de que Flynn fuera obligado a renunciar por haber revelado su falta de diligencia al informar al Vicepresidente Mike Pence sobre la naturaleza de las conversaciones que había entablado con el embajador Ruso en Los Estados Unidos.

¿Conspiración o imprudencia?

Para la nueva administración, la renuncia de Flynn debía cerrar el asunto de las sospechas sobre un nexo entre la campaña presidencial de Trump y el gobierno ruso, pero la conducta errática de Trump sigue siendo la comidilla de los medios, y la falta de coherencia por parte de los voceros de la Casa Blanca tan sólo echa más leña al fuego.

La única respuesta oficial siempre ha sido la de desacreditar la fiabilidad de los medios que, según el presidente, se ensañan contra él por haber ganado una elección que le correspondía por mayoría de votos populares a Hillary Clinton.

Pero la relación entre lo que el presidente dice y lo que hace no pareciera ser congruente.

Tan sólo dos semanas antes de la reunión en el Despacho Oval, el Presidente habría invitado a James Comey a una cena privada, el día 27 de enero, donde le había exigido lealtad a la administración, a lo que el director se negó, asegurando que por su parte “siempre habría honestidad”. El asunto fue revelado por el mismo Comey a los medios, una vez su despido se hiciera oficial.

De acuerdo a los analistas, el caso podría demostrar cierta ignorancia por parte del Presidente sobre asuntos políticos y sobre la naturaleza imparcial de agencias como el FBI, demostrando asimismo que el nuevo jefe de Estado sigue sin distinguir la diferencia entre ser un negociante y dirigir una nación.

Para muestra, un botón

El escándalo por la aparente sumisión del Presidente de Los Estados Unidos ante el gobierno ruso, tan sólo pica y se extiende.

La semana pasada, y según empleados cercanos a la Casa Blanca, el Presidente Trump habría compartido información clasificada de una fuente de inteligencia del Estado Islámico al Ministro de Exteriores y al Embajador Rusos durante una reunión en su despacho.

La información había sido proveída por un acuerdo de contrainteligencia considerado sensible, que pretendía mantener en secreto algunas operaciones, sobretodo de aliados como Rusia.

Los datos – que posteriormente se sabría que provenían de Israel – no habían sido autorizados para su difusión, y algunos agentes oficiales aseguraron que la decisión de Trump ponía en riesgo no sólo la cooperación con sus aliados sino a los individuos involucrados.

Según aseguró un agente familiar con el caso, “esta información de palabras clave revela más información al Embajador Ruso de la que hemos compartido con nuestros propios aliados”, según reportaba el Washington Post.

No aclare, que oscurece

Si acaso no fuera suficiente el enrevesado escenario en el que se encuentra el Presidente Trump – que muchos han catalogado como una nueva versión del Watergate – el día de hoy el presidente ruso Vladimir Putin ha puesto a la orden del Congreso las grabaciones de la reunión entre Trump y los diplomáticos rusos para demostrar que el presidente americano no había dado ninguna información comprometedora.

Durante una conferencia de prensa en Sochi (Rusia) en conjunto con el Primer Ministro italiano Paolo Gentiloni, Vladimir Putin ridiculizó el furor en Washington, calificándolo de “esquizofrenia política”, y aseguró que “si la Administración estadounidense lo considera apropiado, estamos dispuestos a proveer las grabaciones de la conversación entre Lavrov (Ministro de Exteriores) y Trump al Senado y al Congreso estadounidenses”, aseguró el Presidente Ruso, según el reporte del New York Times.

Para el representante demócrata principal en el Comité de Inteligencia de la Casa, Adam Schiff,  “lo último que necesita el Presidente es que ahora Vladimir Putin abogue por él”, como indicó a la cadena CNN.

Para el demócrata de California, la oferta de Putin representa “otro giro en el camino”, sumándose a las graves circunstancias que podría estar enfrentando el Presidente, sobretodo porque habría que explicar por qué los diplomáticos rusos estarían grabando sus reuniones con el Presidente de Los Estados Unidos.

¿Qué sucede ahora?

Schiff aseguró que lo que se necesita es que el ex director del FBI, James Comey, testifique ante el Congreso en una sesión pública, si es posible. La única razón por la cual el agente no lo ha hecho es porque solicita que la sesión sea pública para que la ciudadanía americana pueda juzgar por ella misma.

“Después de eso, todavía tendríamos mucho por investigar para determinar lo que el Presidente pedía al director y por qué”, aseguró el representante.

Uno de los obstáculos para la evaluación del comportamiento del Presidente es la postura de la mayoría republicana en el Congreso. Pero el día de hoy, uno de los legisladores del GOP ha declarado un cambio de posición con respecto al caso Trump-Rusia, asegurando que está dispuesto a nombrar un fiscal especial para el caso.

Hablamos del Representante Adam Kizinger, quien aseguró que “ha llegado el momento de hacer lo que sea necesario para que, cuando todo esto acabe, le podamos dar la confianza al pueblo americano de que la justicia, por el camino que sea, ha sido servida”, como dijo en una entrevista con CNN.

Pero Kizinger es tan sólo uno entre pocos. Si bien varios representantes demócratas han alzado la voz con respecto a la urgencia de un fiscal especial que dirija la investigación, tan sólo algunos republicanos han hecho lo mismo.

Por su parte, el congresista de Texas Al Green, tomó la palabra en la Cámara de Representantes en la mañana de hoy para solicitar el juicio político al Presidente Trump, asegurando que “ha cometido un acto que conlleva a la destitución y debe ser juzgado por ello”, como reportó The Guardian. 

Se espera que el Presidente se dirija hoy a los cadetes en la Academia de la Guardia Costera en Connecticut, y habrá qué ver cómo maneja la circunstancia para lograr salir de este lío.