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El presidente de EE.UU, Donald Trump, en un momento de su discurso del estado de la Unión, frente a los congresistas en Washington DC, el martes 30 de enero de 2018. Foto: EPA-EFE/SHAWN THEW
El presidente de EE.UU, Donald Trump, en un momento de su discurso del estado de la Unión, frente a los congresistas en Washington DC, el martes 30 de enero de 2018. Foto: EPA-EFE/SHAWN THEW

Trump: o el arte de aplaudirse a sí mismo

El presidente de EE.UU utiliza el discurso sobre el estado de la Unión para celebrar el crecimiento económico y la reforma fiscal conseguido bajo su mandato, y…

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El presidente Donald Trump dio ayer su primero discurso del estado de la Unión, coincidiendo con un momento políticamente delicado, en el que congresistas republicanos y demócratas pugnan por encontrar una vía para los jóvenes inmigrantes indocumentados. 

Pero en lugar de echar más leña al fuego y avivar la polémica, Trump decidió apostar por un mensaje de conciliación social, ofreciendo puentes a ambos partidos en cuestiones como infraestructuras o inmigración.  

Para hacerlo, se amparó en su reforma fiscal – una política de recortes de impuestos a las corporaciones y grandes fortunas - y a la situación de crecimiento económico que se vive en el país, en comparación con el estancamiento de la economía que se vivió durante el mandato de Barack Obama.  

“Hemos estado un año intentando restaurar los lazos de confianza entre los ciudadanos y sus gobernantes”, dijo Trump, en un discurso que los medios españoles interpretaron como poco creíble.

Su discurso recibió grandes aplausos de los republicanos, pero no así entre los demócratas, “lo que denota que su discurso no caló”, observa el corresponsal del diario barcelonés La Vanguardia.

Según una encuesta de la CNN, el 48% de los que siguieron el discurso lo valoraron positivamente, el mismo porcentaje que logró Obama en el 2010.

Después de un año en la Casa Blanca, la presidencia de Donald Trump sigue ensombrecida bajo el escándalo Rusiagate, la investigación conducida por el FBI para averiguar si hubo algún tipo de colaboración entre el equipo presidencial de Trump y Moscú para lograr la victoria electoral de Trump en las elecciones de 2016.

La aprobación general del presidente se sitúa por debajo del 40%, el nivel más bajo de cualquier presidente de la era moderna en su primer año de mandato. Además, un 67% de los americanos considera que su país está más dividido que antes de su investidura.

 “Este es nuestro nuevo momento americano. Nunca ha habido una época mejor para empezar a vivir el sueño americano”, dijo Trump, ignorando implícitamente a los miles de jóvenes indocumentados – los llamados “Dreamers” -  que han visto su futuro en EE.UU peligrar tras la orden de Trump de eliminar el programa que les da amparo.

El pasado septiembre, el presidente Trump ordenó eliminar el programa DACA, una normativa implemntada por Obama en 2012 que da permiso temporal para vivir y trabajar en EE.UU a todos aquellos inmigrantes que entraron en el país de forma ilegal con menos de 16 años. En EE.UU viven hoy cerca de 800,000 “Dreamers”, en su mayoría de origen mexicano- que podrían hallarse en riesgo de deportación si el Congreso no llega a un nuevo acuerdo para solucionar su estatus en los próximos meses.

Recientemente, la incapacidad para que republicanos y demócratas lleguen a un acuerdo sobre inmigración ilegal provocó el cierre de la administración estadunidense durante tres días. Trump quiere utilizar a los “Dreamers” como moneda de cambio para conseguir el apoyo de los demócratas para construir su muro fronterizo con México.

Una de las propuestas del gobierno Trump para convencer a los demócratas es ofrecer la ciudadanía a 1,8 millones de jóvenes indocumentados en los próximos 10 o 12 años, a cambio de 25.000 millones para construir el muro y recortes en la inmigración legal por la restricción de visados, tanto los que se conceden por reagrupación familiar o por el sistema de lotería de “Green card”.  En EE.UU, dijo Trump en su discurso, deben entrar los inmigrantes “los que estén preparados y demuestren amor a nuestro país”.

El discurso "conciliador" de Trump también pasó apelar a la continuidad de la cárcel de Guantánamo y vanagloriarse de su reforma fiscal, aprobada por el Congreso a finales del año pasado, que implicará recortes de impuestos a las empresas. Según Trump, la reforma será beneficiosa para la clase media y las pequeñas empresas, aunque ha sido muy criticada por los demócratas por ser una ley fiscal que solo aventaja a las grandes corporaciones y grandes fortunas.

Por otro lado, el presidente apeló a ambos partidos para que apoyen un nuevo plan de infraestructuras, valorado en unos 1,5 billones de dólares. Este plan implicaría la construcción de infraestructuras seguras, rápidas, citando puentes, autopistas, carreteras, trenes o suministros de agua, todo hecho “por manos americanas”, lo que crearía numerosos puestos de trabajo.

Según el diario El País, “Trump quiso ser moderado y solemne, apelando a los grandes valores del sueño americano, pero al final “sólo puso sobre la mesa más polarización y rechazo a los inmigrantes. Después de 80 minutos de intervención, “Trump terminó siendo Trump, el presidente de la división”, concluye el diario español.

Para el diario El Mundo, lo más notable del discurso fue lo que Trump no dijo: “no dio detalles sobre la posible interferencia de Rusia en las elecciones de 2016, no dio detalles sobre su plan de infraestructuras y no dijo nada de los tratados comerciales con México y Canadá, con los que EE.UU deben renegociar su acuerdo. ”Trump, el gran comunicador, ha salido con un discurso predecible, casi hasta aburrido”, concluye el periódico de Madrid.

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