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Protesters protest in front of the Florida Congress in Tallahassee, Florida (United States) last, January 21, 2018. EFE
Manifestantes protestan ante el Congreso de Florida en Tallahassee, el pasado, 21 de enero de 2018. EFE

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Digan lo que digan sobre Donald Trump, algo es innegable: su descaro no tiene límites. 

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No hay más que escuchar lo que afirmó hace un par de días en una reunión con los gobernadores de la nación en la Casa Blanca: "Uno no lo sabe hasta que lo prueba, pero realmente creo que hubiera corrido hacia adentro, aunque no tuviera un arma".

Créalo o no, estaba hablando de la escuela de la Florida donde un joven de 19 años, armado con un AR-15 comprado legalmente, mató a 17 estudiantes y maestros hace un par de semanas.

La modestia, por supuesto, no es una de las mayores virtudes del presidente, pero alegar que habría arriesgado la vida –incluso sin un arma– para proteger a los estudiantes y maestros de Marjorie Stoneman Douglas High School, ha sido una especie de toque humorístico en medio del quemante dolor de la tragedia.

Trump es un bravucón que abusa de los inmigrantes y menosprecia a las mujeres y los afroamericanos, pero carece de valentía frente al peligro real. Después de todo, como se lo recordó inmediatamente un verdadero diluvio de tuits, cinco aplazamientos –uno por espolones óseos en el pie y cuatro por ser estudiante– le permitieron seguir disfrutando de la buena vida en los EE. UU. mientras la guerra de Vietnam cobraba las vidas de 60.000 estadounidenses y dos millones de vietnamitas.

Como la comentarista política de MSNBC Joy Reed dejó claro en un tuit, hablar no cuesta nada: “Donald Trump, quien se negó a entrenar con armas de fuego y enfrentarse a fuego vivo en Vietnam, quiere que los maestros de primaria y secundaria entrenen y disparen en vivo en tiroteos masivos. Ah, y quiere que los asesinos todavía puedan comprar armas de asalto legalmente, porque lo dice la NRA”.

Gracias al coraje y la determinación de Emma González, David Hogg y los demás estudiantes que sobrevivieron a la masacre de Florida, y que con su honestidad y determinación han despertado a la nación de la paralizante pesadilla creada por la NRA y sus facilitadores, Trump ha sentido la presión y ha comenzado a hablar acerca de elevar a 21 la edad mínima para comprar rifles semiautomáticos, mejorar el sistema de verificación de antecedentes y la idea alarmantemente estúpida de armar a los maestros. ¿Desaparecerá por fin el control de la NRA sobre Trump y el Congreso, responsable de tantos asesinatos sin sentido y tanto dolor? ¿O la avaricia, la indiferencia y la cobardía, tan abundantes en nuestros supuestos líderes políticos prevalecerán una vez más?

"Vamos a ser el último tiroteo en masa", dijo la Emma González, de 18 años, en un discurso apasionado y memorable. "Vamos a cambiar la ley. Ese va a ser (el legado de) Marjorie Stoneman Douglas en ese libro de texto, y todo se deberá a los esfuerzos incansables de la junta escolar, los miembros de la facultad, los miembros de la familia y, lo más importante, los estudiantes".

 Sí, podría suceder esta vez. Nuestros hijos están enfrascados en una batalla por la vida. En juego también está el alma de la nación. Y nos toca a nosotros apoyarlos. 

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