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La Administración Trump ha impuesto finalmente nuevas tarifas en la importación de acero y aluminio. Fuente: https://kpsglobal.com/
La Administración Trump ha impuesto finalmente nuevas tarifas en la importación de acero y aluminio. Fuente: https://kpsglobal.com/

Nuevas tarifas, ¿nuevo orden mundial?

La impulsividad presidencial ha vuelto a hacer de las suyas golpeando a los mayores aliados de Occidente con las anunciadas tarifas sobre importaciones de…

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El presidente Trump ha vuelto a cumplir con su palabra, erosionando cada día más la política internacional y la postura estadounidense en el orden mundial.

Según anunció el Secretario de Comercio Wilbur Ross este jueves, las nuevas penalidades aumentarán el costo de importaciones en acero y aluminio en un 25 y 10% respectivamente, lo que afectaría las relaciones comerciales con México, la Unión Europea y Canadá.

Tras el anuncio inicial de las nuevas medidas durante el mes de marzo, el presidente Trump aseguró que “otorgaría excepciones” a aquellos aliados comerciales que lograran llegar a un acuerdo que “beneficiara” a Estados Unidos antes del viernes 1ero de junio.

Al no conseguir una solución permanente a los caprichos presidenciales – que ha hecho campaña contra el “aprovechamiento” de otros países – las nuevas tarifas se han hecho oficiales.

“Adoptamos la postura de que sin una economía fuerte no se puede tener una seguridad nacional fuerte”, aseguró Ross a los reporteros.

Las consecuencias inmediatas de la decisión fue el aumento en las acciones de acero y aluminio estadounidenses, quienes “se benefician de las penalizaciones contra sus competidores extranjeros”, explicó CNN Money. Sin embargo, los miedos ante una posible guerra comercial han sido más fuertes y el Dow amaneció con un descenso de 200 puntos.

Si bien la campaña presidencial ha estado alimentada por la retórica de “América primero” y la promesa de mayores empleos, las decisiones de la administración tan sólo beneficiarán a industrias puntuales como la del acero, afectando por el contrario a manufactureros químicos, cerveceros, a la industria de indumentaria y la automovilística, “cobrando más empleos en otras partes de la economía por cada empleo salvado o creado en la producción de metales”, explicó el Washington Post.

Este tipo de negociaciones no sólo son imprevistas sino percibidas con gran miedo por los expertos en comercio. Para Rufus Yerxa, director del Concejo Nacional de Comercio Exterior y ex negociador de Estados Unidos, la administración “ha lanzado por la ventana el libro de reglas en comercio”.

Asimismo, el economista Douglas Irwin explicó al Post que “es inaudito haber ido tras tantos aliados y socios comerciales de Estados Unidos, alienándoles y obligándoles a responder con fuerza”.

Este tipo de respuestas no tardó en hacerse escuchar, cuando la Unión Europea anunció que impondrá medidas “sobre un número de importaciones de Estados Unidos”, incluyendo la lista de bienes susceptibles que fue publicada en marzo cuando Trump hizo su primera advertencia. Ellos incluirían el bourbon y las motocicletas Harley-Davidson.

De la misma manera, el gobierno mexicano anunció que “impondría impuestos de importación a las exportaciones estadounidenses de barrigas de cerdo, manzanas, arándanos, uvas, ciertos quesos y varios tipos de acero”.

Por su parte, Canadá decidió imponer una sobretasa de 12.800 millones de dólares al acero, aluminio, café, dulces, pizza y quiche.

Pero más allá de ser un intercambio de imposiciones y amenazas, la movida del gobierno estadounidense es percibida como “un juego peligroso”, que afecta directamente la recuperación económica de Europa, la contraparte más pesada en política internacional.

“Ilegal”, “absurda” y “peligrosa”, han sido los adjetivos utilizados por expertos en el tema para calificar la estrategia estadounidense. Pero para Gareth Stace, director del organismo de comercio de UK Steel, las tarifas “no son la manera de tratar a tu amigo”.

Sin embargo, las consecuencias a largo plazo podrían cambiar la balanza, en especial si las advertencias de los economistas se hacen realidad: Estados Unidos podría perder hasta 470.000 empleos a la larga, debilitar su economía y su bienestar, dejando a quienes siguen jugando en equipo con la ventaja en el partido.