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La puertorriqueña Cyntia Manzano y su amiga Alessia Benatton, originaria de Honduras, organizaron el pasado domingo un puesto solidario de venta de ropa de segunda mano en un mercadillo de Barcelona para ayudar a los damnificados por el huracán Maria en Puerto Rico. Foto: Andrea Rodés
La puertorriqueña Cyntia Manzano (derecha) y su amiga Alessia Benatton (izq), originaria de Honduras, organizaron el pasado domingo un puesto solidario de venta de ropa de segunda mano en un mercadillo de Barcelona para ayudar a los damnificados por el…

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Cyntia Manzano Salgado se marchó de Puerto Rico hace ocho años para estudiar un máster en Salud Pública en la Universidad Autónoma de Madrid. Como la mayoría de puertorriqueños, Manzano tiene familia en Estados Unidos, pero cuando decidió marcharse a estudiar al extranjero se decantó por España porque “quería conocer algo nuevo”. A pesar de no contar con una numerosa comunidad puertorriqueña a su alrededor - como ocurre en ciudadaes como Nueva York, donde vive su hermana - , Cyntia se adaptó bien a su nuevo país. Terminó su máster y, buscando la playa, se mudó a Barcelona, donde vive desde entonces, trabajando como investigadora doctoral en IS Global, un centro líder en Investigación de Epidemiología Medioambiental, su especialidad. Fue en el trabajo donde conoció a Alessia Bennaton, una joven hondureña que se dedica a dar clases de yoga en empresas,  y que desde septiembre se ha convertido en su fiel compañera a la hora de tirar adelante una serie de actividades solidarias para ayudar a Puerto Rico a recuperarse tras el paso del huracán Maria. 

“Al principio, todos nos movilizamos para ayudar a nuestros familiares más directos en la isla, pero ahora la idea es recaudar fondos para ayudar como sea. Pero han pasado cuatro meses, y hay partes de la isla que todavía siguen incomunicadas y no tienen electricidad”, explica Cyntia, indignada.

Su proyecto solidario más reciente fue recolectar ropa y artículos de segunda mano de amigos y conocidos para venderlos en Flea Market BCN, un mercadillo  de segunda mano que se organiza una vez al mes cerca de las Ramblas, en el barrio viejo de Barcelona. El dinero recaudado con la venta de ropa - donada por amigos y conocidos -  será  enviado a una organización que se dedica a reparar tejados y suelos de las casas dañadas por el huracán. 

La organización, llamada Uno a Uno, fue fundada por un amigo de Cyntia, Carlos Preston.  “Carlos tiene su propia empresa en Puerto Rico, pero como todavía no hay electricidad en varias partes de la isla, se ha visto obligado a detener la actividad. Así que empezó a ayudar a la gente a reconstruir los tejados y suelos de sus casas”, dice la científica puertorriqueña.

“Hay gente que lleva cuatro  meses viviendo en refugios”, añade Cyntia, que tiene a buena parte de su familia en Ciales, uno de los municipos más devastados por el huracán, en la zona más montañosa de la isla. "Hay personas, como mi tío, que lo perdieron todo en las inundaciones". 

En los días siguientes al huracán, Cyntia recuerda que en Barcelona surgió una especie de movimiento solidario entre los puertorriqueños. Todos querían ayudar. “La comunidad acá no es muy grande, casi todos son estudiantes o gente de paso, pero intentamos convocarles a todos y sorprendentemente reunimos a más de 40 personas”, explica.

Una de las primeras iniciativas solidarias que organizaron fue una degustación de comida y música puertorriqueña en un bar en el centro de Barcelona. El dueño del local, “un enamorado de Puerto Rico”, aportó el 50% de las consumiciones para la causa. “La idea inicial era recaudar fondos para enviar a nuestras familias”, recuerda Cyntia. Más adelante hicieron una recolecta en colaboración con el salsero puertorriqueño Gilberto Santa Rosa, que actuó en noviembre en Barcelona. “Tomamos quince fotos suyas y las vendimos”, dice Cyntia.

En los próximos meses, Cyntia  planea organizar un concierto benéfico con músicos de Barcelona y una venta de pasteles, aunque durante las últimas  semanas, Alessa y ella se han dedicado exclusivamente a conseguir donaciones de ropa y zapatos de amigos para poder llenar su tenderete solidario.   

“Pensamos que estar en el mercadillo sería una buena forma de empezar el año y de dar visibilidad a lo que ocurre en Puerto Rico”, dice Cyntia.

Cuando le preguntan sobre el papel de EE.UU en las tareas de rescate y ayuda a Puerto Rico, Cyntia prefiere no hacer comentarios agresivos. “Esta claro que las cosas podrían haberse hecho mucho mejor, esperábamos más de Washington”, dice. “Pero Puerto Rico ya venía sufriendo una crisis de hace tiempo. El huracán sirvió para destapar la realidad económica de la isla y dar visibilidad a su situación política con Estados Unidos. Una situación política que desde Puerto Rico hace tiempo que se está queriendo cambiar”, comenta.

A pesar de todo, Cyntia insiste en ver el lado positivo de la catástrofe. “Después del huracán Maria, la diáspora puertorriqueña ha cobrado un nuevo sentido. A diferencia de otras diásporas, no solo es valiosa por las remesas que envía, sino porque está más unida como pueblo. Todos salimos a decir “estamos ayudando”, todos tuvimos que ponernos a ayudar a nuestras familias”, dice Cyntia. “Yo misma he tenido que enviar comida directamente a mi familia. ¡Enviar comida! Eso era impensable antes”, añade.

El pasado octubre, Cyntia viajó a su hermana en Nueva York para organizar juntas los envíos de ayuda. Y al llegar a la ciudad, se dio cuenta de que incluso los puertorriqueños de segunda o tercera generación en EE.UU. han notado que tenían esa identidad cultural guardada en su interior. “La gente no paraba de decir con orgullo que era de Puerto Rico. Salían puertorriqueños bajo las piedras”, bromea.

Por otro lado, tiene claro que proyectos como el de su amigo Carlos Preston "son los que empoderan a los puertorriqueños, independientemente de lo que haga EE.UU. por ayudar".

Etiqueta latina

En el mercadillo del domingo, Cyntia y Alessia convocaron a todos sus amigos en Barcelona. Muchos  de ellos son latinoamericanos. 

"Es obvio que nos une la etiqueta “latinos”, confiesa Alessia. “Mis amigas en Barcelona son hondureñas, mexicanas, guatemaltecas… Existe cierta afinidad entre nosotros – la cultura, el baile, la música-  que nos hace sentir más cómodas. Inevitablemente, cuando vives fuera, se crea un gueto latino”, añade la hondureña, que vino a Barcelona hace diez años para estudiar un máster en arquitectura, carrera que acabó cambiando por el yoga.

“La verdad es que nunca me planteé estudiar en EE.UU, siento un poco de rechazo por ese país.” admite. “En Honduras, los gobiernos siempre han estado muy manipulados por Estados Unidos. Crecemos  viendo Estados Unidos en la televisión. Cuando  eres pequeño EE. UU te parece lo máximo, es el modelo de sueño que todos queremos tener. Pero yo estudié la carrera en México. Allí ven a Estados Unidos de forma diferente. Hay rivalidad entre los dos países. Quizás eso me cambió”, admite Alessia.

 

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