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La candidata a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Demócrata, Hillary Clinton. EFE
 
 

Hillary Clinton: Comandante en jefe en espera

Con menos de tres semanas hasta que la nación elige un nuevo presidente, la candidata Demócrata Hillary Rodham Clinton permanece como una figura polémica. …

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A  menos de tres semanas para que la nación escoja a un nuevo presidente, la nominada Demócrata Hillary Rodham Clinton permanece como una figura controversial. Ha sido reverenciada como un modelo femenino a seguir por algunos y por otros como una campeona en el capitalismo corporativo. Los votantes en la mitad, admiran su capacidad para actuar pero suelen quejarse de que su persona pública es ajena y resguardada. Sin embargo, aquellos que personalmente conocen a Clinton, tienen una versión bastante distinta. Amigos y colegas cercanos la describen como cálida, compasiva y muy afectuosa.

Entonces, ¿quién es realmente Clinton? Incluso ella misma asume que su reputación ha sido tergiversada por malentendidos generales o por equívocos. En el 2007, Clinton bromeó sobre este tópico durante una entrevista con NBC:

“Bueno, como me dijo un cercano alguna vez: soy probablemente la persona más famosa que desconoces”.

Clinton nació el 26 de octubre de 1947 en Chicago, y fue criada en la ciudad suburbana de Park Ridge, Illinois. Su padre era dueño de una pequeña empresa de textiles y había nacido en el seno de una familia minera en Scranton, Pennsylvania. Durante su primera campaña contra el Presidente Barack Obama en 2008 y su reciente carrera contra Donald Trump, Clinton ha invocado frecuentemente a su padre y sus nexos con el país carbonero. Es una manera de conectarse con los votantes en Appalachia y más allá. A pesar de su promesa de 30 billones de dólares para revivir al país carbonero, creando nuevas oportunidades económicas (que incluye una banda ancha, nuevas vías e incentivos fiscales) muchos votantes en esas áreas no confían en Clinton. Ellos rechazan su promesa de poner a gente de color a trabajar creando nuevos trabajos y nuevas industrias. Estos mineros quieren “legalizar el carbón” y muchos sienten que Trump es el hombre para ese trabajo en particular.

Esto divide los puntos resaltantes de la lucha de Clinton durante su campaña. Es una mujer capaz con un récord demostrado de lograr cosas increíbles, pero a muchas personas sencillamente no les agrada. Eso no es nada nuevo para Clinton, quien ha sobrepasado los techos durante su vida entera. En 1961, cuando tenía 13 años, Clinton envió una carta a la NASA preguntando cómo convertirse en astronauta. La agencia espacial supuestamente respondió en agradecimiento por la carta, pero recordándole a la joven que las mujeres no podían ser astronautas.

“Fue la primera vez que me encontré con un obstáculo que no podía superar a través del trabajo duro y la determinación y estaba furiosa”, escribió Clinton en sus memorias “Living History” en 2003.

NASA alegó que la negativa podía haber servido como un ejemplo temprano de cómo perseverar a pesar de las contrariedades. Ella no siguió una carrera en ciencias o en ingeniería, pero sí continuó formándose como un animal político durante el bachillerato. Influenciada por su padre Republicano, Clinton se consideraba a sí misma como conservadora durante sus años de formación e incluso militó como Goldwater Girl en apoyo al senador Barry Goldwater en Arizona, quien se lanzó a presidente en 1964 contra el Presidente Lyndon B. Johnson. 

“Me gustaba el Senador Goldwater porque era un sólido individualista que nadó contra la marea política”, escribió Clinton en “Living History”.

Ella suele darle crédito a su profesor de historia en el bachillerato y a su ministro en la juventud Metodista por impulsar los valores conservativos. Durante el bachillerato, la incipiente política hizo campaña por el Presidente Richard Nixon, haciéndose voluntaria en la revisión de las listas de registro electoral por fraude, sirvió como vicepresidenta del consejo estudiantil, escribió en el periódico del colegio y fue electa en la Sociedad Nacional del Honor. Conoció brevemente al líder de los derechos civiles Martin Luther King Jr. en su discurso de 1962 en Chicago.

Durante su último año académico, Clinton compitió por la presidencia del alumnado contra dos chicos. Cuando perdió, uno de ellos supuestamente le escribió una nota diciendo: “Eres bastante estúpida si creías que una chica podía ser electa presidente”. Fue elegida como la promesa electoral ese mismo año. 

Clinton asistió al Wellesley College en Massachusetts. Continuó apoyando al partido Republicano durante su trayectoria pero, gradualmente, sus perspectivas sobre la guerra de Vietnam y el Movimiento por los Derechos Civiles comenzaron a cambiar y empezó a identificarse más como liberal. Cuando King fue asesinado en 1968, Clinton organizó una protesta de dos días en el campus y trabajó próxima a sus compañeros negros para reclutar más estudiantes afroamericanos en su facultad. Fue pasante en Washington durante el verano de su tercer año y se transformó en la primera oradora de su universidad en 1969. Su primer discurso público fue luego publicado por la revista LIFE. En ella, dijo fastuosamente:

“¿Qué significa escuchar que el 13,3 por ciento de las personas en este país están por debajo de la línea de pobreza? Eso es un porcentaje. No estamos interesados en una reconstrucción social, esto es una reconstrucción humana. ¿Cómo podemos hablar de porcentajes y tasas? Las complejidades no se pierden en nuestros análisis, pero quizás deban ser colocados en una perspectiva humana y, eventualmente, más progresista”.

Clinton asistió a la escuela de derecho de Yale, donde conoció a su esposo y futuro presidente Bill Clinton, y tuvo su primer bocado de la vida dentro del Beltway a través de varias pasantías y becas. Estuvo asignada al senador Walter Mondale y a su subcomité en la Labor Migratoria para investigar los problemas de la educación en trabajadores, la salud, sanidad y vivienda. Para ese momento, la nativa de Illinois había experimentado la lucha por los derechos laborales, primero como voluntaria en Chicago, y luego durante su verano entre el instituto y la escuela de derecho. Sus tempranos años en el sur fueron dedicados a la defensa de los derechos infantiles y a la práctica del derecho. Durante este tiempo, defendió a un hombre acusado de violar a una niña de 12 años. Lucharon por un pacto y el hombre consiguió una sentencia menor. Trump siempre ha mencionado este caso, sobretodo en las últimas semanas, acusando a Clinton de permitir que un violador negro volviera a las calles. Por su parte, Clinton llamó la ordalía un “caso terrible” y prosiguió fundando un centro para las mujeres en crisis en Arkansas.

Su trabajo con niños continuó durante el ascenso de su marido a gobernador. Sus tempranos papeles en la abogacía han sido descritos por algunos académicos legales como pertenecientes a “una de las estudiantes-activistas más importantes” en el momento. Pero como muchas primeras damas anteriores y posteriores, Clinton puso de lado su propia ambición política para apoyar la carrera de su marido. Posteriormente recordaría esta etapa como el momento en el que “escogió seguir su corazón en vez de su cabeza”. 

Clinton ha sido rara vez acusada de ser emocional o incluso emotiva. Durante la temporada de campaña, y especialmente durante los tres debates presidenciales, la antigua primera dama mantuvo la compostura y la entereza mientras Trump colapsaba en el escenario.

Esta habilidad para mantener la calma le ha dado la reputación de ser una formidable senadora para Nueva York entre los años 2001 y 2009, y posteriormente secretaria de estado entre 2009 y 2013. Sin embargo, su pericia política le ha costado la confianza de algunos votantes. En el 2012, cuando un ataque coordinado en Benghazi, Libia, resultó en la muerte de varios diplomáticos americanos, Clinton estuvo sometida al fuego parlamentario por rehusarse a enviar seguridad adicional al consulado. Ella asumió completa responsabilidad por lo que se conoció como la Batalla de Benghazi, pero el error la ha perseguido durante toda su campaña. Clinton ha sobrellevado el escándalo, pero nunca quedó atrás.

En el 2015, Clinton fue atormentada por el “Servergate”, luego de que el departamento de estado revelara que había estado usando su cuenta personal de correo electrónico a través de un servidor privado, en vez de usar un sistema de correo federal. Sus oponentes políticos la acusaron de violar la ley, pero ella sostuvo que ninguno de esos emails contenían secretos de estado. Una investigación del FBI encontró que miles de emails eran, de hecho, clasificados. La Agencia Federal concluyó que era “posible que actores hostiles ganaran acceso a la cuenta personal de la Secretaria Clinton”, pero ningún cargo criminal fue adjudicado a la antigua Secretaria de Estado. 

Años de audiencias parlamentarias y el juicio político de su marido en 1998 han mancillado la reputación de Clinton hasta algún punto, sin embargo, su perseverancia frente a las contrariedades puede ser la verdadera prueba a su carácter. Puesto de manera sencilla: ella jamás se ha rendido. Ella jamás se ha retirado. En el tercer debate presidencial, Clinton parecía hacer acopio de su paciencia sólo por compartir escenario con Trump. Sonreía e incluso se contenía en muchas ocasiones mientras él disparaba insultos y comentarios denigrantes.

“El día en el que yo me encontraba en la sala de situación monitoreando la redada que trajo a Osama Bin Laden a la justicia, él estaba presentando “El Aprendiz”, remarcó tranquilamente Clinton. 

Clinton concluyó la noche, golpe tras golpe, reafirmando su aptitud para transformarse en la primera mujer presidente de la nación. n