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El juez Eduardo Roberno en su oficina de la Corte Federal en Filadelfia. Archivo AL DÍA
 
El juez Eduardo Roberno en su oficina de la Corte Federal en Filadelfia. Archivo AL DÍA
 

Un Juez federal en Filadelfia es refugiado de la Cuba de Fidel

Tras la muerte de Fidel Castro, a los 90 años, muchos cubanos han iniciado los nueve días de luto por el que fue el líder de su país. Sin embargo, para algunos cubanoamericanos, su fallecimiento representa más bien el fin simbólico de uno de los personajes más prolíficos de la historia.
Su record en abusos de derechos humanos, así como el hecho de haber destruido la economía del país bajo su medio siglo de mandato, fue el catalizador de un éxodo masivo de más de un millón de cubanos a los Estados Unidos.

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Tras la muerte de Fidel Castro, a los 90 años, muchos cubanos han iniciado los nueve días de luto por el que fue el líder de su país. Sin embargo, para algunos cubanoamericanos, su fallecimiento representa más bien el fin simbólico de uno de los personajes más prolíficos de la historia.
Su record en abusos de derechos humanos, así como el hecho de haber destruido la economía del país bajo su medio siglo de mandato, fue el catalizador de un éxodo masivo de más de un millón de cubanos a los Estados Unidos.

A principios de los años 60, más de 14.000 cubanos menores de edad fueron enviados solos a los Estados Unidos bajo la llamada “Operación Peter Pan”. En noviembre de 1960, el padre Bryan O.Walsh, director de las Oficinas Católicas para el Bienestar de Miami, creó un programa  para proveer el transporte aéreo de niños cubanos a los Estados Unidos.
La operación se mantuvo en secreto intencionadamente, por miedo a que fuera vista como una iniciativa política anti-Castro. Por aquel entonces, se especulaba que el nuevo gobierno de Fidel Castro planeaba enviar a miles de niños a campos de trabajo de la Unión Soviética. Este rumor sembró la alarma en muchas familias que no tenían recursos suficientes para poder emigrar de la isla.

La mayoría de niños cubanas que llegaron a Miami en los 60 tenían entre 12 y 18 años y provenían de familias de clase media y baja. Entre estos niños estaba el actual Juez de Distrito Eduardo Robreno, que se enteró de la existencia de la ‘Operación Peter Pan” a través de un amigo de la familia. Robreno entendió que una vez pisara el suelo estadounidense, sería acogido en un orfanato o en una familia adoptiva.

“Durante muchos años lo hablé con mis padres y aunque creo que sus corazones decían que no, sus cerebros decían que sí”, dijo Robreno. “Me parece que comprendieron que si me quedaba en Cuba mi vida estaría llena de peligros”.

Cuando Robreno llegó a los Estados Unidos, fue alojado en un hogar de acogida en Miami y más tarde en Northampton, Massachusetts. Allí terminó el High School y después atendió el College y realizó estudios superiores en Massachusetts.

Ya desde niño, Robreno soñaba siempre que un día sería abogado. Gracias a ols empleos a media jornada que tenía en invierno y a trabajar a tiempo completo en verano, Robreno fue capaz de financiarse sus propios estudios, que en esa época costaban alrededor de 100 dólares el semestre.

Cuando cumplió los 30, Robreno postuló para la Escuela de Derecho de Rutgers, en Camden, NJ. Desde 1977, ha trabajado en la región de Filadelfia, trabajando primero para la división Anti-Trust del Departamento de Justicia, y más tarde en el sector privado. No fue hasta el año 1992 que recibió una llamada telefónica que cambiaría el rumbo de su vida:
El Presidente George H.W. Bush llamó a Robreno para informarle de que proponía su nominación al Senado. Hoy, después de 20 de años ejerciendo como Juez Federal del Distrito Este, todavía se siente orgulloso de ser el primer Latino en formar parte del tribunal federal de Pensilvania. Siente que su historia es una de las millones de historias de inmigrantes que han dejado su país en busca de libertad  y oportunidades.

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