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Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de la Plazo de Mayo, recibió la semana pasada en Barcelona un premio de derechos humanos en reconocimiento por su labor de identificación de niños desaparecidos bajo la dictadura militar argentina. Foto: Casa America Catalunya. 
Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de la Plazo de Mayo, recibió la semana pasada en Barcelona un premio de derechos humanos en reconocimiento por su labor de identificación de niños desaparecidos bajo la dictadura militar argentina. Foto: Casa…

Estela de Carlotto: “La soledad de los comienzos fue tremenda”

La presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, asociación que este año cumple 40 años, es un referente en la lucha por los derechos de los desaparecidos bajo…

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Todo el mundo ha oído hablar alguna vez de los niños desparecidos bajo la dictadura militar argentina, pero no todo el mundo sabe que la búsqueda de estos niños continúa. Y ese es el motor que sigue dando fuerza a las Abuelas de la Plaza de Mayo, una asociación fundada hace exactamente 40 años y que hoy se ha convertido en todo un referente mundial en la defensa de los derechos humanos.

“Queremos contar al mundo lo ocurrido en Argentina, porque lo que ocurrió allí puede pasar en cualquier otro país”, explicó Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo, durante la ceremonia de entrega de un destacado premio de derechos humanos en Barcelona, la semana pasada.

Carlotto, una mujer elegante y hablar pausado, de 87 años, es presidenta de Abuelas desde 1989, pero su compromiso con la organización empieza en 1977, cuando ella vio desaparecer a su hija y futuro nieto bajo la sombra de la dictadura. Poco después de casarse, su hija Laura fue encarcelada por rebelarse contra los militares. “Yo sufría mucho, pero Laura, que tenía 18 años, me dijo: “mira, mamá, nadie quiere morir. Pero si morimos, no será en vano”, recordó Estela. Estando en cautiverio, Laura dio luz a un hijo, que le fue arrebatado, como parte de un plan sistemático de apropiación y supresión de la identidad. A partir de ese momento, Estela, igual que centenares de abuelas, empezó la búsqueda de ambos “porque el amor de una madre no tiene fronteras, no termina nunca”, dijo.

“Los militares nos llamaban las viejas locas lloronas", explicó de Carlotto, emocionada, al recordar los primeros encuentros con otras abuelas en la Plaza de Mayo. “Hacíamos cosas fundamentales, como juntarnos, darnos la mano y decirnos las unas a las otras: no estás sola”, recordó. Tenían miedo.  La plaza estaba plagada de policía armada con perros, caballos, carros de asalto…

“La soledad de los comienzos fue tremenda. Hoy estoy acompañada del mundo entero, y estar acompañada de todo este amor es muy importante”, añadió, agradeciendo la presencia del cantautor catalán Joan Manuel Serrat, una figura comprometida con el Caribe y Latinoamérica, durante la entrega del premio en Casa América Barcelona.  

Poco a poco, las abuelas fueron organizándose y más mujeres fueron sumándose a la causa. 40 años después, han conseguido recobrar la identidad de 125 niños robados, de los cerca de 500 bebés que calculan que fueron secuestrados por la dictadura. Un factor clave ha sido la creación de un banco de datos genético que permite identificar a los niños mediante muestras de sangre de los abuelos.  

La propia Estela tuvo la suerte de contar con este método para identificar a su nieto, Guido, hace tres años. Guido fue criado entre peones de campo – “buena gente” –  cerca de Mar del Plata, y cuando se enteró que era adoptado, acudió enseguida a las Abuelas para exponer su historia. Gracias al banco genético pudieron identificar que era el nieto de Estela. “Nos vemos poco, pero nos llevamos muy bien”, comentó Estela. Guido ha decidido mantener el nombre que le pusieron sus padres “adoptivos”, pero cambió sus apellidos por los de su familia verdadera, lo que la llena de alegría.

“Abrimos un camino impensado. Encontrar a nuestros nietos es la mejor recompensa, pero hay que mantener la lucha. “Mientras los niños no tengan identidad, son cautivos de una farsa”, dijo la presidenta de Abuelas, cuyo trabajo consiste en buena parte en viajar por todo el país para seguir contando lo ocurrido y lograr identificar a los 300 niños ya no tan niños que continúan desaparecidos.

Como presidenta de Abuelas, también se ocupa de asegurar el diálogo con cada nuevo  gobierno. “El diálogo con el estado debe existir siempre, es su obligación, estando en democracia y estado de derecho”, comentó.

El estado argentino asigna cada año un presupuesto a Abuelas para llevar a cabo su labor de identificación de niños. No obstante, Carotto lamenta que el gobierno actual de Macri todavía no las haya recibido y “no quiera saber nada” de los derechos humanos. “Están dando la vuelta a la historia pidiendo que liberen a los pobres viejitos, [los militares] con la pretensión de que se vayan a casa porque son mayores. Pero son viejitos que siguen conspirando desde la cárcel, viejitos peligrosos, que dicen que volverían a hacerlo”, dijo, sin tapujos.

 “Las abuelas no hacemos política partidista, dialogamos con cada nuevo gobierno. Nuestra política es el reclamo de unos derechos humanos, y no se nos puede criticar o perseguir por eso”, añadió, lamentando que en algunos lugares las Abuelas no sean bien recibidas.  

 Sin embargo, “en Argentina hay un movimiento social grande que entiende lo que hacemos; los que no quieren que se hable de lo ocurrido son una parte más pequeña”, constató. Prueba de ello es que, aunque cada vez queden menos abuelas, la organización sigue creciendo, y ya tiene una comisión directiva dispuesta a tomar el relevo. “Eso sí, yo les digo: mientras exista una abuela, manda la abuela”, concluyó Carotto. 

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