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El presidente estadounidense, Donald Trump (d), y el presidente francés, Emmanuel Macron (i), ofrecen una rueda de prensa después de una ceremonia de bienvenida en la Casa Blanca, en Washington DC, Estados Unidos, el 24 de abril de 2018. Macron realiza una visita de Estado al país marcada por Irán y el comercio. EFE/ Shawn Thew
El presidente estadounidense, Donald Trump (d), y el presidente francés, Emmanuel Macron (i), ofrecen una rueda de prensa después de una ceremonia de bienvenida en la Casa Blanca, en Washington DC, Estados Unidos, el 24 de abril de 2018. Macron realiza…

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“No habrá estabilidad en este mundo a menos que restauremos el significado al multilateralismo que hemos fundado y llevado”, dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, frente a las decenas de personalidades francesas que componen su delegación, al llegar a la Blair House en Washington D.C.

“Nuestros países pueden ayudar a resolver los problemas del mundo”, continuó, haciendo referencia a “una historia enraizada la una en la otra”, según reportó el diario francés Ouest France.

Y es que la misión del joven presidente francés no es nada sencilla: deberá intentar “seducir” al magnate en la Casa Blanca para que no se retire de los acuerdos internacionales tan delicados para la agenda del país galo.

Desde la inauguración de su gobierno, Macron ha intentado a todas miras transformarse en el nuevo emisario europeo en América, en especial tras el Brexit en el Reino Unido y los problemas internos del gobierno alemán de Angela Merkel.

Es por ello que el joven gobernante – el más joven en el puesto desde Napoleón – ha buscado la manera de aproximarse a su contraparte estadounidense, aún cuando nada en ambos perfiles parezca asemejarse.

Con una situación crítica en casa – entre una escasa popularidad y medidas que han desatado revueltas sociales parecidas a las de Mayo del 68 – Macron se ha embarcado en una misiva más allá del Atlántico.

Sus metas no son humildes: mantener a Estados Unidos dentro del acuerdo con Irán, dentro del conflicto en Siria y dentro del Acuerdo Climático de París.

Según el New York Times, “El Sr. Macron ha establecido una aparente relación con el voluble presidente estadounidense, que se ha enorgullecido de probar, incluso alienar, a algunos de los aliados más antiguos y genuinos de los Estados Unidos”.

Pero más allá de su “encanto”, el presidente francés puede no tener mayor cosa que ofrecer al difícil presidente estadounidense.

El diario The Atlantic sugiere que Macron, una vez conocido como “el Obama francés” se ha transformado en “el susurrador de Trump”.

“A pesar de sus diferencias políticas sobre el Acuerdo de París y el pacto nuclear con Irán, los dos parecen compartir un respeto mutuo”, explica el diario, pues Macron es el “primer líder extranjero en ser bienvenido por el Presidente Donald Trump en una visita formal”, después de haberse sentido avasallado por las muestras de respeto durante su visita a Francia el año pasado.

Lo que pareciera unir a ambos presidentes es la perspectiva que se tiene de ambos en su propio pueblo.

Trump sigue siendo percibido como un magnate sin experiencia que busca por todas las fuentes conseguir satisfacer sus deseos personales más allá de medidas que pudieran ayudar a su propio país.

Según recientes sondeos en Francia, Macron por su parte, es percibido por el 58% de sus ciudadanos como un gobernante que “no protege sus intereses”, en especial tras sus medidas de reforma económica y migratoria.

Es quizás por ello que la pomposidad con la que Washington ha recibido a París se ha distinguido de otras visitas presidenciales, en especial cuando ambos presidentes necesitan con urgencia actos protocolares que les devuelvan la mano sobre el timón.