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El pago está en la memoria

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Un acuerdo entre México y EE.UU., que trajo a 4 millones de braceros en los cuarentas y sesentas tiene a miles de trabajadores mexicanos exigiendo un dinero…

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Un episodio importante de la histórica relación entre Estados Unidos y México ha resurgido en los titulares de los medios estadounidenses en los últimos días. Se trata del fenómeno de inmigración que entre los años 1942 y 1964 puso a más de cuatro millones de trabajadores mexicanos en los campos de agricultura de EE.UU.

Aunque hoy parezca increible pensarlo, hubo una época en la que Estados Unidos careció de mano de obra que sacara adelante su industria agrícola y ferroviaria. 

Fue la Segunda Guerra Mundial lo que obligó al gobierno estadounidense a abrir de par en par sus fronteras para llenar sus campos con brazos hispanos, mientras gran parte de sus hombres combatían en el campo de guerra.

El contrato del programa de los braceros se dio entre los gobiernos de ambos países y fue así como una ola de hombres de todas partes de la república mexicana se dirigió hacia la frontera. Especialmente por el cruce entre Ciudad Juárez y El Paso (Tx). 

La experiencia agrícola de la mayoría de los braceros contrastaba con su nivel educativo; muchos de ellos jamás habían pisado una escuela. Sin educación ni inglés, los mexicanos firmaban contratos que no entendía.

Estos estipulaban que todo mexicano que entrara a Estados Unidos no sufriría ningún tipo de discriminación, que el transporte y gastos de subsistencia estarían incluidos y que siempre recibirían la cantidad total de su salario acordado que usualmente era de 40 centavos la hora.

También se agregó una cláusula donde se especificaba que las agencias gubernamentales de Estados Unidos serían las responsables de transferir las sumas que aportaban los trabajdores para su fondo de ahorro, dinero que luego se transferiría al Banco de Crédito Agrícola en México. 

El organismo mexicano tenía la responsabilidad de regresar el dinero a sus respectivos dueños una vez que venciera su contrato, en la mayoría de los casos esto jamás ocurrió.

Desde entonces activistas y líderes comunitarios han luchado por exigir al Gobierno mexicano que restituya los miles de dólares que nunca llegaron a sus verdaderos dueños.

La respuesta tardó décadas: 42 años después, el Gobierno aceptó entregar una suma simbólica –$3.150– a quienes cumplieran un pliego de requisitos difícil de comprobar.

La respuesta que llegó a medias

Los maltratos e injusticias que vivieron miles de braceros durante el programa laboral se extendieron en el tiempo. Hoy miles de braceros, además de la larga espera, tiene que enfrentarse a un montruo buracrático que después de papeleos y más diligencias hacen interminables filas para recibir la simbólica cantidad.

El contrato firmado por los presidentes Manuel Ávila Camacho y el Franklin D. Roosevelt, estipulaba que el bracero debía ceder el 10 por ciento de su salario al gobieno mexicano para crear su cuenta de ahorros. Al término de su contrato recibiría el total de su dinero.

Según la activista y representante de la organización sin fines de lucro 'Alianza de Exbraceros del Norte 1942-64', Rosa Martha Zárate, México no creó un mecanismo justo para regresar esa inversión a sus verdaderos dueños, y hasta el día de hoy no lo ha devuelto.

"Existen registros de que sí se regresó el dinero a algunos de los trabajadores, sobre todo en los primeros años, pero eso no sucedió para la gran mayoría". 

"Tengo un reporte de la Secretaría de Trabajo de México que  comprueba que en 1942 el Gobierno recibió 924 mil dólares, en 1943  más de $6 millones, en 1944 más de $9,  y para 1945 recibió un poco más de 16 millones de dólares", explicó Zárate.

La activista dijo que  en décadas anteriores no se habían hecho verdaderos esfuerzos para defender la causa de los braceros. Su organización ha juntado grupos en California, Arizona, Nevada y Washington por los últimos once años.

"Nos enfocamos en los braceros que residen en EE.UU., pues han sido doblemente timados por estar fuera de México. No se vale que el gobierno estadounidense siendo el patrón de los braceros permanezca callado", agregó. 

Zárate viaja constantemente a México para liderar las negociaciones con los políticos mexicanos. 

En 2004 reunió a más de 2000 braceros en el exterior del rancho del entonces presidente Vicente Fox, quien había prometido resolver la deuda en "unos cuantos minutos".

Los ancianos fueron agredidos por los guardias, lo que provocó que abrieran las rejas para permitir la entrada a los manifestantes. 

Desde entonces se han abierto una serie de negociaciones con el gobierno mexicano que, según Zárate, ha servido solo para debilitar el movimiento de los braceros.

"Nos han dado puras largas. En 2005 Fox decidió hacer un sondeo para crear listas con nombres, unos 3.000 braceros viajaron a México para presentar sus documentos pero el trámite se convirtió en un caos", contó Zárate.

Fue entre 2006 y 2007 que el Gobierno anunció el pago de un apoyo social de 38.000 pesos (unos 3.150 dólares), pero solo para aquellos que ya se hubieran registrado en el primer sondeo. 

De acuerdo a la activista, existen alrededor de 270.000 braceros registrados desde 2005.

"El gobierno usó la palabra pago, pero esa cantidad está lejos de cubrir lo que se debe. Hasta la fecha hay unos 50.000 braceros que aún no saben por qué no aparecencen en las listas", dijo Zárate.

Las trabas a las que se enfrentan los trabajadores incluyen documentos "revueltos", errores de ortografía en los nombres de los archivos y requisitos que alargan el proceso.

"Nunca aceptaron cartas notariadas que se habían pedido y, después, en 2009 dijeron que solo pagarían 4.000 pesos en pagos hasta llegar a los 38.000 pesos", declaró Zárate.

La batalla que el gobierno ha dado a estos trabajadores, la mayoría de tercera edad, solo ha servido para alimentar el coraje  de mucha gente.

"Veo el sufrimiento, los engaños e incluso la inconciensa de las familias que no han tomado cartas en el asunto. Si a mi padre lo violaron, lo fumigaron con químicos y lo discriminaron debería de importarles", explicó  la activista.

El recuerdo de los braceros

Fue el Instituto Smithsonian se pusó a la tarea de reconstruír la historia de los braceros mexicanos en EE.UU. Así nació el proyecto 'Archivos de Braceros' que reúne casi 700 testimonios, cientos de fotografías y documentos que cuentan la historia contada por sus protagonistas.

Ángel Guzmán Domínguez tuvo un gran cambió en su vida el día que recibió una carta con timbre postal de Estados Unidos.

 Le ofrecía cambiar su oficio como zapatero por un contrato de seis meses en la tierra del 'sueño americano'. No sabía exactamente en qué iba a trabajar pero parecía ser una oportunidad única.

Tenía la opción de cambiar su pequeño pueblo donde no había muchas oportunidades por un porvenir desconocido.

"Cinco amigos y yo nos embarcamos en la travesía para viajar hasta la Ciudad de México y de ahí a la ciudad de Querétaro. Al ser contratados no daban la opción para esoger un oficio. A mí me tocó trabajar en el ferrocarril", contó el señor Guzmán para el proyecto de 'Archivos de los Braceros'.

Fue así como este méxicano radicó en la costa este de Estados Unidos de 1944 a 1946. Guzmán prestó sus servicios en las ciudades de Filadelfia, Nueva York, Baltimore, además de Phoenix, Long Beach y San Francisco.

"También trabajé en la agricultura, en Shenandoah (PA), Grimes, Long Beach, Arizona, levantando cosechas de calabazas, betabel y papa. Son trabajos muy pesados que se recogían con un cuchillo en mano", recordó Guzmán.

Su testimonio fue grabado en  2008 desde su casa en el pueblo de Paraiso, localizado en el estado mexicano de Tabasco. Según este tabasqueño, su experiencia como bracero fue buena y nunca recibió malos tratos.

"El trabajo en el ferrocarril era muy cotizado, tenía sindicatos que protegían los intereses de los trabajadores. Cuando los norteamericanos regresaron de la guerra, muchos braceros perdieron sus empleos y tuvieron que regresar a México", dijo en entrevista para AL DÍA la colaboradora del proyecto, Mireya Loza.

Loza, también profesora de Estudios Latinos en la Universidad de Illinois dijo que la situación fue muy distinta para los braceros que trabajaron en la agricultura.

"Fue terrible para muchos porque no había nada que protegiera sus derechos. Los explotaban mucho y si se quejaban los regresaban a México, por ello muchos se quedaban callados", agregó Loza. 

Muchos braceros aún recuerdan el uso del azadón corto, con  el que se encorvaban todo el día para cortar caña.

El uso de azadón corto ahora es ilegal en la mayoría de los estados del país.

Otro elemento que ha caído en desuso desde el programa de los braceros es el insecticida llamado DDT, que se utilizaba en los campos agrícolas para acabar con la malaria y el tifus.

Los braceros eran bienvenidos a su nuevo hogar con un incómodo examen médico y un gran baño de DDT.

"Llegué a Ciudad Juárez y me contrataron inmediatamente; cuando crucé a El Paso (TX) no me pidieron documento alguno y me hicieron un examen médico". contó Julián Velázquez desde su casa en Tucson (AZ). 

"Lo polveaban a uno, era algo muy triste, nos hacían de todo. Ahí firmabamos el contrato. Nos pagaban 40 centavos la hora", recordó Velázquez.

El relato de este bracero forma parte de los testimonios recuperardo en este proyecto. "Nunca imaginé conocer esta realidad tan profundamente. Un bracero me dijo durante una entrevista que lo trataron como un animal, que nunca antes se había sentido como una vaca", recordó Loza.

El pago es la memoria

Aunque es posible que estos campesinos nunca recuperen el dinero que les corresponde por su trabajo, el proyecto archivos de braceros recuperó para ellos, la historia de EE.UU. y de México la historia de 4 milones de mexicanos que ayudaron a alimentar a millones de familias estadounidenses durante la segunda guerra mundial.

El pasado 15 de agosto el comité técnico para exbraceros de la Secretaría de Gobernación del Gobierno Federal de México ordenó devolver 38.000 pesos a 5.089 campesinos que viven en EE.UU.

Para el asesor legal de la Alianza Binacional Braceroproa, Juan José Gutiérrez, los avances más recientes son grandes logros.

"Se estima que esos apoyos económicos llegarán a los consulados mexicanos en EE.UU. a partir de este septiembre. Por primera vez no se requerirá que los braceros mexicanos viajen hasta México para exigir ese pago", dijo Gutiérrez en entrevista telefónica.