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El presidente estadounidense Donald Trump se reúne con representantes de compañías y productores "Made in America", en Washington (Estados Unidos) el miércoles 19 de julio de 2017. EFE/MICHAEL REYNOLDS
El presidente estadounidense Donald Trump se reúne con representantes de compañías y productores "Made in America", en Washington (Estados Unidos) el miércoles 19 de julio de 2017. EFE/MICHAEL REYNOLDS

De nada sirve arrepentirse, Sr. Presidente

El pasado miércoles, Donald Trump dijo que “nunca habría designado a Jeff Sessions como fiscal general”, de haber sabido que se recusaría de la investigación…

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Para Trump, esta actitud ha sido “muy injusta con el presidente”. Así lo aseguró durante una entrevista con el New York Times, haciendo referencia a uno de los escándalos que inauguraron su administración.

“Sessions nunca debió recusarse, y si lo iba a hacer, debía decírmelo antes de aceptar el puesto y así yo habría escogido a alguien más”, dijo el presidente sobre la decisión del Fiscal General de retirarse de la investigación rusa, después de que el Washington Post publicara que había tenido dos reuniones con el embajador ruso Sergei Kisliak durante la campaña.

Y es de esperarse que el presidente se arrepienta del evento que detonó la circunstancia en la que se encuentra actualmente, en lo que ha calificado de una “cacería de brujas”, donde todas las pistas indican que su relación con Putin va más allá de la diplomacia.

Aprovechando la circunstancia, Trump decidió cargar contra el abogado especial Robert S. Mueller III, quien fuera asignado a la investigación de la intervención rusa en las elecciones, una vez el presidente hubiera destituido a James B. Comey como director del FBI en mayo.

Para Trump, Mueller se está enfrentando a una oficina “llena de conflictos de interés”, y advirtió a los investigadores de no ahondar mucho en un asunto que se ha consumido los primeros seis meses de su gobierno.

Si bien el presidente no asomó la posibilidad de nuevos despidos, sí demostró un profundo malestar con la importancia que ha tomado la investigación sobre Rusia, considerando que ha eclipsado el resto de su trabajo.

¿Se estará refiriendo al fracaso del Trumpcare o a las nuevas y agresivas medidas de inmigración? Pues para dar con un logro puntual en el nuevo gobierno estadounidense hay que hilar muy fino.

Por el contrario, nuevos indicios y nuevos reportajes salen todas las semanas a relucir con respecto al llamado Russiagate. Tan sólo el día miércoles, los titulares de los grandes medios se poblaron con la historia de un segundo encuentro entre Trump y Putin durante la cena de la cumbre del G20, donde ambos mandatarios se aislaron de la coreografía política para tener una conversación inaudible a través de un traductor al japonés.

El presidente de la firma de consultoría internacional Eurasia Group, Ian Bremmer, aseguró a The Guardian que “está bastante claro que la mejor y única relación de Trump en el G20 es Putin. Los aliados de Estados Unidos se sintieron sorprendidos, desconcertados y desalentados. Tienes a Trump en la sala con todos estos aliados y ¿con quien decide pasar el tiempo?”

Este tipo de situaciones es la comidilla de los fanáticos de la conspiración, pero a veces la realidad supera la ficción.

En su defensa, el presidente dijo durante la entrevista que hablaron “tan sólo durante 15 minutos”, intercambiando cumplidos y discutiendo “sobre adopción”, el mismo asunto que discutió Donald Trump Jr. con una abogada rusa que prometía información comprometedora de Hillary Clinton durante la campaña presidencial del 2016.

El mismo presidente aseguró que el tema surgió después de que su hijo hiciera públicos los correos electrónicos en los que organizaba la entrevista en la Torre Trump en junio del año pasado, sobre lo cual comentó que “no necesitaba ese material de Rusia sobre Hillary Clinton, pues tenía más que suficiente”.

Durante la entrevista bastante simpática por parte del presidente, las discusiones dejaron claro que el asunto de Rusia sigue siendo delicado, sobre todo con el arrepentimiento de haber dado un puesto a Sessions, y sus pobres respuestas ante el Senado. “Jeff Session respondió bastante mal”, dijo Trump. “Respondió mal las preguntas sencillas, cuando lo que se necesitaba era una respuesta sencilla”.

De lo que sí no se arrepiente el presidente es de haber despedido a Comey. “Hice algo grande por el pueblo estadounidense”, dijo Trump.

Nadie podría insinuar que exista un presidente “perfecto”, pero con seis meses en el puesto, Trump tiene mucho trabajo por delante, empezando por los logros parlamentarios que aún no se materializan, y arrepentirse de sus impulsivas decisiones no ayudarán mucho en el asunto.