LIVE STREAMING
El Rey Felipe VI de España habló del problema catalán en su tradicional discurso de Nochebuena desde el Palacio de la Zarzuela, en Madrid. EFE/Ballesteros POOL
El Rey Felipe VI de España habló del problema catalán en su tradicional discurso de Nochebuena desde el Palacio de la Zarzuela, en Madrid. EFE/Ballesteros POOL

Cataluña-España: La mirada del Rey

El monarca Felipe VI aprovechó su discurso de Nochebuena para pedir al próximo gobierno de Cataluña que muestre respeto por la pluralidad de la sociedad…

MÁS EN ESTA SECCIÓN

¿Cuáles son las preocupacion

Protección Temporal

La economía está estancada

Buenas noticias empresarios

Adiós a un 'problem solver'

Combatiendo la adicción

Un problema sin vencimiento

Cultura latina dividida

COMPARTA ESTE CONTENIDO:

Algunos lectores habrán visto The Crown, la espectacular serie de Netflix que retrata la vida de la actual de reina de Inglaterra, y por tanto, les resultará familiar el concepto de “monarquía “Parlamentaria”. Los “monarcas parlamentarios”, como la reina Isabel II , en Reino Unido, o el rey Felipe VI de España, tienen una función meramente simbólica, mientras que el poder ejecutivo recae en el gobierno elegido democráticamente por un parlamento. Por lo tanto, son “marionetas” -  como insiste la Reina en The Crown - cuya presencia sirve para velar por el interés común, la unidad y la convivencia general de la sociedad, sin entrometerse en política.

Este rol fue el que precisamente intentó adoptar la pasada Nochebuena el rey Felipe de Borbón a los españoles. En su tradicional discurso navideño frente a las cámaras de televisión, el Rey quiso hacer un llamamiento a calmar la crispación en Cataluña, la región del noreste del país que desde el pasado octubre se encuentra inmersa en un proceso separatista.

Después de casi tres meses de confrontaciones entre el gobierno catalán, dominado por una mayoría independentista, y el gobierno central de Madrid, liderado por el conservador Mariano Rajoy, Cataluña celebró elecciones el pasado 21 de diciembre, y las urnas volvieron a dar una (pírrica) mayoría absoluta al bloque independentista.

Ahora, la sociedad catalana se encuentra prácticamente dividida por la mitad: por una parte, una mitad (con mayoría en el Parlamento) de la población que desea la autodeterminación de España – o al menos, exige un mayor autogobierno para Cataluña (deseo al que Madrid que ha hecho oídos sordos desde hace más de seis años, a pesar de las multitudinarias manifestaciones anuales). Y por otra, los que dicen sentirse catalanes y españoles, y no quieren saber nada de separatismo.

“2017 ha sido un año difícil para nuestra vida en común; un año marcado, sobre todo, por la situación en Catalunya”, dijo el Rey en su discurso televisado, marcado por el mensaje sobre Catalunya.  

Mientras la mayoría de los españoles se reunían a la mesa para la tradicional cena de Nochebuena (una tradición que en Cataluña no se celebra, pues el día típico es la comida de Navidad, el 25 de diciembre), el Rey recordó la necesidad de afrontar los problemas que afectan a todos los catalanes “respetando la pluralidad y pensando con responsabilidad en el bien común”.

Según el monarca, “las recientes elecciones autonómicas han abierto un camino que debe conducir a que la convivencia en el seno de la sociedad catalana recupere la serenidad, la estabilidad y el respeto mutuo”.

Más adelante, el Rey hizo un llamamiento a la responsabilidad que tendrá el nuevo gobierno catalán para tranquilizar la situación, teniendo en cuenta la tensa situación vivida en los últimos meses, recordando que “el enfrentamiento y la exclusión sólo generan discordia, incertidumbre, desánimo y empobrecimiento moral, cívico y económico de toda la sociedad”.

Mientras el Rey pedía concordia, respeto por la pluralidad y por la unidad de la sociedad española, muchos catalanes tenían en mente que el ex vicepresidente catalán Oriol Junqueras y dos activistas independentistas, Jordi Sanchez y Jordi Cuixart, se encuentran encarcelados en sendas cárceles de Madrid desde hace casi dos mesesLa justicia española ordenó para ellos la prisión preventiva al ser acusados por delitos de rebelión y sedición, respectivamente.

El pasado 1 de octubre, el gobierno catalán convocó un referéndum por la independencia que a los ojos del gobierno estatal era ilegal. Madrid intentó evitar la realización del referéndum en el último momento por la vía de la fuerza, enviando a agentes de policía nacional y la guardia civil a confiscar urnas y aporrear a los votantes si era necesario. Las imágenes de la violencia policial contra los votantes catalanes dieron la vuelta al mundo gracias al a prensa internacional, mientras que la televisión pública española optó por no proyectar las imágenes en el resto de España. El referéndum, llevado a cabo sin las garantías necesarias, dio la victoria al sí, en un 90%, aunque la participación no alcanzó el 50%.   

Tres semanas después, ante la incapacidad de que Madrid cediera a las peticiones de diálogo, el Parlamento catalán llevó a cabo una declaración de independencia unilateral: un movimiento que a los ojos del gobierno estatal, y de la Constitución española, era ilegal, igual que el plebiscito.

Ante el “desafío” independentista catalán, el gobierno español, con el apoyo de la oposición, decidió aplicar el artículo 155 de la Constitución – que permite cesar a todo el gobierno catalán y suspender todas las instituciones de poder regionales –   y convocar elecciones anticipadas.

Además de aplicar el 155, la fiscalía estatal acusó a todos los miembros  del gobierno catalán cesado por delito de rebelión, un delito que puede llevar a 30 años de cárcel. La mitad del gobierno catalán fue puesto en prisión preventiva, y más tarde liberado, excepto el vicepresidente Junqueras, que permanece encarcelado.

La otra mitad, con el presidente cesado a la cabeza, Carles Puigdemont, se “exilió” en Bruselas, para evitar ser procesados. Puigdemont, desde Bruselas, dedicidió presentarse a las elecciones catalanas del 21 de diciembre. Aunque su fuerza no ha sido la más votada, todo apunta a que será nombrado el número uno en una nueva coalición entre los tres partidos separatistas. (Para muchos catalanes independentistas, Puigdemont sigue siendo el presidente "legítimo").

  La fuerza más votada en las elecciones del 21D. aunque no parezca posible, fue Ciudadanos, un partido que aboga por la unidad de Cataluña con España. Aunque Ciudadanos no podrá gobernar por falta de apoyo político, no hay duda de que Cataluña, tanto en el parlamento, como en la calle, está dividida.