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Raúl Castro, el primer secretario del partido comunista de Cuba, y el ex-presidente de Cuba. Foto: Archivos de AL DÍA.
Raúl Castro, el primer secretario del partido comunista de Cuba, y el ex-presidente de Cuba. Foto: Archivos de AL DÍA.

¿Qué significa la nueva Constitución de Cuba?

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Conscientes de la importancia de esta acción en un momento en el que Washington está poblado por avariciosos halcones con ínfulas imperiales, que le han declarado la guerra a Venezuela y amenazado repetidamente a su país, pocos cubanos se quedaron sin participar: según la Comisión Nacional Electoral de la isla, de los 9 millones 298 mil 277 ciudadanos con derecho al sufragio, 7 millones 848 mil 343 (84.4%) acudieron a las urnas para responder la pregunta de si ratificaban la nueva Constitución de la República.

Ochenta y siete por ciento de los votos emitidos, es decir, 6 millones 816 mil 169 votantes votaron que sí y 706,400 votaron no (9,0%). Aunque se esperaba que la nueva ley fundamental fuera ratificada, irónicamente, el número de personas que votaron a favor parece haber aumentado significativamente gracias a la preocupación de la población por las políticas agresivas de la administración Trump y sus implicaciones para la soberanía nacional. Los cubanos son un pueblo orgulloso que nunca ha permanecido inmóvil ante las amenazas a la independencia de su país, sean cuales sean sus propias convicciones políticas o ideológicas.

La Casa Blanca, que no es precisamente un modelo de virtud, preocupada por el apoyo al gobierno cubano que la participación masiva dejó en claro, fue rápida en su condena del referéndum y la nueva Carta Magna.

Con arrogancia típica, el vicepresidente Pence los declaró fraudulentos antes de entonar las alabanzas del “presidente designado” de Venezuela, Juan Guaidó, designado, sí,  por un dedazo de la camarilla de extremistas y racistas de la Casa Blanca. Para su vergüenza eterna, Guaidó ha dicho que no se opone a que botas militares extranjeras pisoteen a su patria venezolana, desvaneciendo toda duda sobre su condición de títere construido según las especificaciones de Washington.

Sin embargo, Pence, Trump, Bolton, Abrams, con su mentalidad de “amos del universo”, no entienden ni les importan Cuba, su gente o su futuro. Como explicó el profesor Nelson Valdés, experto en Cuba, la nueva constitución y el referéndum en el que se aprobó representan un cambio radical en el poder político cubano y en los mecanismos de toma de decisiones: “Lo que estamos presenciando son los pasos finales en la creación de un nuevo juego político y un nuevo régimen político. La nueva constitución describe lo que sería el nuevo juego político”, afirmó Valdés. “Supongo que, eventualmente, las organizaciones de masas se convertirían en grupos de presión e incluso en partidos políticos. En otras palabras, las organizaciones de masas cambiarán de ser correas de transmisión a medios para articular los intereses sectoriales. Hay una gran diferencia entre un referéndum y los mítines masivos”.

La historia muestra que todo lo relacionado con Cuba y su Revolución está sujeto a ataques que van desde los serios y bien intencionados hasta la más absurda propaganda enemiga.

Según su propia admisión, el embargo de los Estados Unidos “contra Cuba es el conjunto más completo de sanciones estadounidenses contra cualquier país, incluidos los demás países designados por el gobierno de los Estados Unidos como patrocinadores estatales del terrorismo: Irán, Corea del Norte, Sudán y Siria”, de acuerdo con la Oficina de Responsabilidad del Gobierno de los Estados Unidos (GAO). Pero esto no es suficiente para Trump ni para Marco Rubio, su asesor no oficial para América Latina, hijo de inmigrantes cubanos y el enemigo más despreciable del propio país de sus padres.

Ahora, están amenazando al pueblo cubano con medidas nuevas y más severas que, en palabras del National Lawyers Guild, equivaldrían a un “segundo embargo, uno que sería muy difícil de desmantelar en el futuro”. (Puede leer todo sobre esto en NLG. org).

Una política cruel y deshonesta hacia Cuba de un gobierno cruel y deshonesto que habla volúmenes sobre la fétida bancarrota moral de Washington.