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La congresista demócrata de Minnesota Ilhan Omar ofrece una rueda de prensa en el Capitolio, Washington D.C el jueves 7 de enero. EFE/Shawn Thew
La congresista demócrata de Minnesota Ilhan Omar ofrece una rueda de prensa en el Capitolio, Washington D.C el jueves 7 de enero. EFE/Shawn Thew

El “antisemitismo” de Ilhan Omar, o cómo Twitter es la peor vía para hacer política

La nueva representante demócrata en el Congreso ha detonado una ola de criticismo en su contra por supuestos comentarios antisemitas. Su error pareciera no…

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El debate sobre la influencia del dinero en Washington siempre ha tenido sus variantes.

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, el apoyo al Estado Israelí ha sido fundamental en las políticas internacionales estadounidenses y, por ende, la “colaboración” económica bilateral.

Pero con la nueva generación de jóvenes representantes en el Congreso, también ha llegado el abierto criticismo a las vías tradicionales, y Twitter ha sido la plataforma favorita para desplegarlo.

Ejemplo de ello ha sido la controversia detonada por la nueva representante demócrata de Minnesota, y una de las primeras musulmanas en llegar al Congreso, Ilhan Omar, quien sugirió a través de la red social que “el apoyo de los Republicanos a Israel está alimentado por las donaciones del Comité Americano-Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC, por sus siglas en inglés)”, según reportó CNN.

Durante el día domingo, Omar respondió un mensaje del periodista Gleen Greenwald en el que cuestionaba la sensibilidad de representantes republicanos ante los ataques contra las relaciones con Israel, diciendo “todo tiene que ver con (el dinero) los Benjamins”.

Al ser refutada por otro usuario, Omar insinuó que el dinero del AIPAC es el que ha puesto a Washington siempre a favor de Israel.

Las posturas de la congresista en el conflicto Israel-Palestina no son secreto para nadie. Desde su campaña, la joven progresista ha asegurado apoyar el BDS (un movimiento de boicot y sanciones que propone presionar a Israel por sus ataques contra la nación Palestina), y se ha sumado a quienes exigen un cese de la ocupación israelí en West Bank.

“Israel es un aliado de los Estados Unidos y creo que, por mucho que busques que tus vecinos y amigos vivan los mismos valores que tú, queremos asegurarnos que nuestros aliados compartan los valores por los que luchamos aquí”, dijo en una entrevista pasada con CNN.

Desde su campaña por el Congreso, Omar ha hecho continuados comentarios contra las posturas de Israel en la región, lo que le ha costado profundos ataques tanto de la bancada republicana como de varios en la comunidad israelí en Estados Unidos.

Tan sólo durante el domingo, el líder de la minoría republicana en el Congreso, Kevin McCarthy, junto a otros del partido, exigieron a la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, para que “tomaran acciones” contra Omar y su colega Rashida Tlaib por sus “ataques” contra Israel, los que han sido tildados de “anti-semitas”.

McCarthy equiparó las posturas de las congresistas con las del republicano Steve King (quien hace tan sólo semanas emitió controversiales declaraciones a favor de la supremacía blanca).

“Los tropos antisemitas no tienen lugar en los pasillos del Congreso”, agregó McCarthy. “Es peligroso para los líderes demócratas guardar silencio sobre este lenguaje imprudente”.

Pero, ¿estamos realmente hablando se anti-semitismo en los comentarios de Omar?

La definición puntual del antisemitismo es “la hostilidad, el prejuicio o la discriminación contra las personas que se identifican como judíos”, algo que dista mucho de la crítica puntual sobre la injerencia del dinero corporativo en la política del país.

Al respecto, Omar ha especificado sus posturas: “Cuando hablo sobre lugares como Arabia Saudita o Israel o incluso ahora con Venezuela, no estoy criticando a la gente. No estoy criticando su Fe, no estoy criticando su forma de vida”, dijo en The Daily Show con Trevor Noah.

“Lo que estoy criticando es lo que está sucediendo en este momento, y quiero que haya responsabilidad para que el gobierno, la administración y el régimen puedan hacerlo mejor”, agregó.

Y es que el problema no pareciera ser el mensaje, sino el medio.

Siendo testigos del caos administrativo gestado por un presidente que gobierna a través de mensajes en Twitter, caer en el mismo error no es sólo paradójico sino contraproducente, especialmente cuando existe una lucha frontal contra el rol de los medios de comunicación y la vulnerabilidad del exceso de información.