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El presidente Trump anunció la nominación del juez Brett Kavanaugh para convertirse en el próximo juez asociado a la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos. Fuente: nuestravoz.org
El presidente Trump anunció la nominación del juez Brett Kavanaugh para convertirse en el próximo juez asociado a la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos. Fuente: nuestravoz.org

Brett Kavanaugh, ¿Un juez hecho a la medida?

La última confrontación entre demócratas y republicanos está teniendo lugar en el suelo del Congreso, donde la nominación del Juez Brett Kavanaugh ha…

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Visto en conjunto, el equipo que un presidente escoge para ayudarle a liderar un país es reflejo inmediato de sus posturas y principios.

El caso de la Administración Trump ha dejado muy claro que se trata de un gobierno fuertemente inclinado hacia la extrema derecha –antiinmigrante, capitalista y profundamente masculino– representado por un gabinete minado por acusaciones de abuso sexual, misoginia y con posturas xenófobas que se han traducido en una agenda de cierre de fronteras.

Durante el pasado mes de julio, el presidente Trump anunció la nominación del juez Brett Kavanaugh para convertirse en el próximo juez asociado a la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, sustituyendo al juez Anthony Kennedy después de su retiro; sumando otro personaje más a su séquito personal.

Las audiencias para su confirmación, que se iniciaron el 4 de septiembre ante el Comité Judiciario del Senado, se convirtieron en noticia por el fuerte antagonismo de los senadores demócratas, quienes interrumpieron el proceso desde el primer minuto para objetar la retención de los documentos referentes a la trayectoria de Kavanaugh dentro de la Casa Blanca durante la administración Bush.

Mientras, de puertas para fuera, se llevaron a cabo una serie de protestas por parte de activistas por los derechos reproductivos de la mujer, quienes criticaron la fama de Kavanaugh contra la sentencia Roe vs. Wade, la cual facilitó el camino para la legalización del aborto.

Para los activistas, que interrumpieron con gritos y consignas la audiencia, la insistencia de los republicanos por confirmar rápidamente al juez tiene una explicación: la nominación de Kavanaugh está siendo llevada a cabo como una estrategia de gobierno que asegure la continuidad de la agenda Trump en asuntos como el derecho al aborto; y la prisa del GOP es tan solo un impulso por asegurar la mayoría en la Corte Suprema antes de su inminente derrota en las elecciones de mitad de período.

A ello se suma que el 12 de septiembre la profesora de la Universidad Palo Alto, Christine Blasey Ford, hizo pública su acusación contra Kavanaugh por “haber intentado asaltarle sexualmente cuando ambos estaban en el colegio” en 1982, lo que el juez negó rotundamente.

La acusación se ha transformado en un enfrentamiento en mitad del procedimiento del Congreso, pues Ford insiste en que el FBI debe investigar el asunto y su caso debe ser escuchado antes de confirmar a Kavanaugh en un puesto vitalicio en el órgano judicial más importante del país.

Finalmente, el Comité del Senado ha acordado escuchar el testimonio de Ford contra Kavanaugh el 27 de septiembre, tan sólo un día antes de someter a voto la nominación.

Mientras tanto, dos mujeres más han hecho públicas las denuncias de comportamiento inapropiado por parte del nominado durante su juventud, incluyendo a Deborah Ramírez quien le dijo a The New Yorker el 23 de septiembre que Kavanaugh “bebió excesivamente en la universidad de la Universidad de Yale y que se expuso a ella en una fiesta con otros presentes”, y Julie Swetnick cuyo abogado dijo este miércoles que el nominado “formó parte de un grupo de hombres que drogaron y violaron a mujeres jóvenes, incluida ella, en fiestas a lo largo de la década de 1980”, según reportó Quartz.

La bancada republicana en el Congreso y el presidente Trump han optado por menospreciar las denuncias de las mujeres y mantener el respaldo a su nominado. Particularmente Trump dijo durante la Asamblea de las Naciones Unidas que Ramírez no tenía un argumento sólido contra Kavanaugh pues había admitido estar embriagada y tener “lapsus” de memoria.

"Estaba totalmente ebria y hecha un lío y no sabe", continuó, agregando sarcásticamente: "Caramba, no lo hagamos un juez de la Corte Suprema", reportó The Guardian.

A la larga, es como si la confirmación de Kavanaugh fuera ahora el barómetro de las elecciones de mitad de período y lo importante fuera asegurar ese puesto a favor del gobierno a toda costa.

Según explicó el New York Times, “los republicanos estaban decididos a confirmar al juez Kavanaugh antes (de las elecciones de noviembre), sabiendo que si los demócratas lograban ganar el control del Senado, sería mucho más difícil aprobar a los candidatos enviados por el Sr. Trump”. Pero el Times también intuye que “por el contrario, para los demócratas, una demora en votar sobre el juez Kavanaugh aumentaría las posibilidades de bloquear su confirmación y mejorar la influencia que los demócratas tendrían sobre quien finalmente ocupe el puesto vacante”.

Sin embargo, el escándalo y la perspectiva más general del asunto siguen opacando lo que realmente sucede en el fondo: un juez escogido por el presidente Trump –quien es conocido por elegir a sus aliados más cercanos de acuerdo a su capacidad de satisfacer sus antojos– y con una trayectoria judicial contra el aborto y la inmigración, está a punto de ser confirmado para un puesto de por vida en la Corte Suprema, a pesar de presuntamente haber intentado abusar sexualmente a más de una mujer.

De llegar a sentarse en la Corte Suprema, Kavanaugh será el salvoconducto tácito del presidente Trump, sea cual sea el resultado de las elecciones en noviembre.