En pleno siglo XXI, cualquiera creería que el racismo y la segregación han pasado a ser cuentos de antaño. Pero tras la campaña presidencial y la agenda administrativa de Donald Trump, el racismo en Estados Unidos ha tomado un nuevo impulso, quizás incluso con aval de la Casa Blanca.

Después de los eventos de Charlottesville el año pasado y las radicales medidas anti-inmigrante diseñadas por el Fiscal General Jeff Sessions y compañía, el país es ahora un terreno caliente en debates raciales.

Muestra de ello fueron los comentarios del candidato republicano a la gobernación de Florida, Ron DeSantis, tras la victoria en la primaria demócrata de Andrew Gillum, actual alcalde de Tallahassee.

“Lo último que tenemos que hacer son monerías con esto tratando de abrazar una agenda socialista con enormes aumentos de impuestos y la bancarrota del estado”, dijo DeSantis. “Eso no va a funcionar. Eso no va a ser bueno para Florida”.

Está de más decir que adjetivar de “monería” cualquier asunto referente a un candidato afroamericano es difícil de percibir como “inintencionado”.

Para agravar el asunto, hace tan sólo días una llamada pre-grabada de un minuto circuló por todo el estado con música tipo “jungla” y tambores, presentándose como Andrew Gillum y haciendo burla de la comunidad afroamericana en Estados Unidos.

Según reportó el New York Times, la grabación decía: “Nosotros los negros hicimos chozas de barro, mientras que los blancos desperdician mucho tiempo haciendo de su hogar una casa de madera y piedra”.

El orador prosigue diciendo que “aprobará una ley que permita a los afroamericanos evadir el arresto ‘si el negro está seguro de que no hizo nada’”, continúa el medio.

Por su parte, Gillum declaró en CNN que esperaba que “esto no se vuelva racial y, francamente, que no volvamos la raza un arma que forme parte del proceso”. Asimismo, el candidato agregó que “las personas están tomando datos de (DeSantis), de su campaña y de Donald Trump”.

Al final de la grabación se puede escuchar la atribución de su autoría al grupo supremacista blanco y anti-semita Road To Power, basado en Idaho, según reportó el Washington Post.

Esta no sería la primera grabación automatizada, y varias de ellas se han difundido por todo el país, incluyendo campañas en California, Alexandria y Charlottesville.

La sintomatología que presenta el país pareciera ser la de una infección pronunciada de racismo “tolerado” y amparado por una Casa Blanca que se rehúsa a denunciar actos sesgados por la raza y que trabaja, por el contrario, para hacer de las personas de color un agente foráneo a la sociedad estadounidense.