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La Federación Internacional de Periodistas pidió el lunes a Arabia Saudí que aclare la desaparición de un periodista saudí sospechoso de haber sido asesinado en el consulado del reino de Oriente Medio en Estambul. EFE
La Federación Internacional de Periodistas pidió el lunes a Arabia Saudí que aclare la desaparición de un periodista saudí sospechoso de haber sido asesinado en el consulado del reino de Oriente Medio en Estambul. EFE

Jamal Khashoggi, la manzana de la discordia

La desaparición del periodista Jamal Khashoggi podría obligar a Washington a cambiar su actitud contra Arabia Saudita, algo que la Casa Blanca ha evitado…

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Relacionarse con países autócratas y, peor aún, con regímenes como el de Arabia Saudita, es un riesgo para la diplomacia internacional, pues no se puede estar con Dios y con el diablo al mismo tiempo.

La desaparición y presunto asesinato del columnista de origen saudí del Washington Post, Jamal Khashoggi, ha desencadenado una crisis diplomática dentro del gobierno estadounidense por sus profundos nexos con el régimen de Arabia Saudita, a quien Turquía culpa de haber secuestrado y desmembrado al periodista.

Khashoggi fue visto por última vez la semana pasada, durante una visita al consulado saudí en Estambul para organizar unos documentos personales. El sábado, el Post reportó que investigaciones llevadas a cabo por funcionarios turcos habían concluido en que el periodista, arduo crítico del liderazgo saudí, “había sido asesinado dentro del consulado el martes por un equipo enviado desde Arabia Saudita”, en lo que personas cercanas a la investigación llamaron “un asesinado premeditado”.

Los resultados de la investigación fueron confirmados en primera instancia por funcionarios del gobierno estadounidense, y la investigación posteriormente determinó que el cuerpo de Khashoggi “fue probablemente desmembrado, sacado en cajas y transportado fuera del país en avión”.

Si bien Arabia Saudita ha negado las acusaciones –asegurando que el periodista dejó el consulado poco después de haber llegado– la investigación ha detonado una crisis internacional después de que se publicaran las primeras conclusiones pues, tanto Turquía como Arabia Saudita, determinan en gran medida la estabilidad de Oriente Medio.

“Arabia Saudita desconfía de la expansión del poder militar de Turquía en el Golfo Pérsico, su apoyo a los islamistas políticos y su cooperación en la guerra de Siria con Irán, archienemigo de Arabia Saudita”, explica el Post. “Turquía se alarmó por el apoyo de los líderes saudíes a un golpe militar contra el expresidente egipcio y líder de la Hermandad Musulmana Mohamed Morsi en el 2013”.

En todo este escenario, el gobierno de Donald Trump se encuentra entre la espada y la pared. Desde su inauguración, la Administración Trump ha hecho de la relación económica con Arabia Saudita una prioridad, en especial por un acuerdo multimillonario de venta de armas y el apoyo incondicional a la guerra que ha librado el país en Yemen.

La desaparición de Khashoggi ha obligado a miembros del Congreso a ejercer presión sobre el presidente para reevaluar su relación con el régimen árabe, tomando en especial consideración la trayectoria del periodista como columnista crítico del príncipe Mohammed bin Salman en medios como el Washington Post y, más importante aún, por su peso en el Capitolio como “reformista”, según explicó Politico.

Por su parte Trump ha declarado estar “muy preocupado” por la situación, y aseguró que su gobierno “llegaría al fondo de ella”, según reportó CNN, pero la intrínseca relación entre ambos gobiernos hará difícil el asunto.

“El gobierno de Trump confía en Arabia Saudita y sus aliados del Golfo en la lucha contra ISIS, y los está presionando para financiar esfuerzos de reconstrucción en Siria”, continúa el medio. “El esfuerzo de la Casa Blanca por forjar una paz en Oriente Medio entre israelíes y palestinos, liderado en parte por Kushner, también depende de Arabia Saudita”.

Asimismo, la Administración Trump depende del gobierno saudí para mantener sus políticas de retaliación contra Irán, algo que ha marcado la pauta en su discurso diplomático internacional.

Pero considerar que la actual Casa Blanca vaya a poner en riesgo sus multimillonarios acuerdos con Arabia Saudita por los derechos humanos de un periodista es algo que hay que ver para creer.