ALL IN: la carrera de los demócratas por la presidencia
Alrededor de 15 personas han anunciado su candidatura a la nominación presidencial para el 2020, entre Demócratas, Republicanos e Independientes. ¿Nos…
Cuando Donald Trump anunció su campaña a la reelección –tan solo días después de sentarse en la Oficina Oval– nadie preveía en lo que se transformaría su administración.
En poco más de 24 meses, el presidente ha revertido políticas previas que contenían los efectos del cambio climático, emprendió una campaña infértil contra la Affordable Care Act, logró aprobar una criticada reforma fiscal, recortó distancias con Arabia Saudita e Israel, y se ha ensañado contra la comunidad inmigrante, especialmente la proveniente de Centroamérica.
En medio de una decena de investigaciones en su contra, entre las cuales se encuentra la sospecha de su colusión con Rusia para ganar las elecciones, su credibilidad ha descendido al mismo tiempo que la confianza del país en la democracia.
Mientras tanto, una oleada de personas ha anunciado su candidatura a la presidencia para los comicios del 2020, hasta el punto de que es cada vez más difícil saber quién es quién.
Es cierto que no podemos juzgar a quienes aprovechan las circunstancias para hacer campaña política, sobre todo cuando el presidente Trump se lo pone tan fácil.
Sin embargo, llama profundamente la atención el movimiento estratégico demócrata durante los últimos meses hacia las elecciones primarias presidenciales. Pareciera que nos hubiésemos saltado un año y el 2020 estuviera encima.
Y es que el fenómeno electoral que se percibió durante las elecciones de mitad de periodo demostró un cambio sustancial en la demografía de los votantes, donde la masiva participación y el cambio de consciencia política en comunidades como la Latina dieron como resultado una mayoría demócrata en la Cámara de Representantes y un Partido Republicano debilitado.
Frente a ello, y consciente de la movilización comunitaria y política en estados como California y Nueva York, el exalcalde de San Antonio y secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano durante el gobierno del Presidente Obama, Julián Castro, declaró en febrero del 2018 tener “todas las intenciones” de postularse a la presidencia, una amenaza que se transformó en realidad un año después.
Tras conformar su Comité de Acción Política Oportunidad Primero, Castro anunció su candidatura asegurando que “es momento para un nuevo liderazgo”.
El anuncio del joven político coincidía con cifras de aprobación catastróficas para el presidente Trump, quien a principios del 2019 contaba con tan solo el 39 por ciento de visión favorable entre los ciudadanos –comparado con el 52 por ciento de Obama en la misma época de su período o el 80 por ciento de Bush–.
Aunado a ello, es la primera vez desde 1992 que el Partido Demócrata tiene una oportunidad semejante en una campaña por la presidencia, donde el divisionismo y el cambio en la perspectiva política del país da apertura a un abanico de perfiles. Entre eso y la acefalía en la que se encuentra el partido desde el 2016, esta pareciera ser una carrera donde habrá más candidatos que espacio para correr.
Mientras la administración pasaba por una situación crítica tras el cierre gubernamental auspiciado por el presidente, la insinuación de la campaña de Castro desencadenó una serie de anuncios de la misma índole.
La senadora Elizabeth Warren, Demócrata por Massachusetts, fue de las primeras en pasar de “Comité Exploratorio” a “Campaña” en un abrir y cerrar de ojos, aprovechando el impulso “progresista” y “feminista” de los meses previos de campaña.
De igual manera, las senadoras Kirsten Gillibrand (D-NY), Kamala Harris (D-Ca) y Amy Klobuchar (D-MN) anunciaron sus candidaturas, aprovechando el nuevo espacio auspiciado por programas nocturnos de comedia como el Late Show con Stephen Colbert y, en el caso de Klobuchar, por una imponente nevada. Por su parte, el senador de Nueva Jersey, Cory Booker, también se sumó a la carrera llenando el asiento de candidato afroamericano en el menú.
Pete Buttigieg (alcalde de South Bend, Indiana), John Delaney (congresista de Maryland), Tulsi Gabbard (congresista de Hawaii), John Hickenlooper (gobernador de Colorado), Jay Inslee (gobernador de Washington), Marianne Williamson (profesora y activista de California) y Andrew Yang (emprendedor de Nueva York), fueron el primer grupo en también apuntar sus nombres en la carrera.
Por su parte, el senador independiente de Vermont, Bernie Sanders, anunció nuevamente su candidatura presidencial, en espera de recoger lo que sembró hace cuatro años, y transformándose en el primer “peso pesado” de la carrera.
Marcando la diferencia con sus colegas, Sanders anunció en un vídeo que su campaña va más allá de “vencer” al presidente actual o de lograr la nominación en las primarias, y que se enfoca en “transformar el país”, creando un gobierno que se base “en los principios de justicia económica, social, racial y medioambiental”.
Sanders no es ajeno a la radical transformación política que ha vivido el país desde su última campaña presidencial, donde su planteamiento progresista –que incluía un Medicare Para Todos, el aumento del salario mínimo y educación superior libre de matrícula– enfrentaba a un país que no estaba del todo preparado para un cambio de ese calibre.
Hoy en día, y tras la victoria de políticos como Alexandria Ocasio-Cortez en las elecciones de mitad de periodo, los planteamientos “radicales” de Sanders se encuentran entre las principales prioridades de un electorado renovado y representado fundamentalmente por millennials y primeros votantes.
Aprovechando este impulso, el senador no perdió tiempo en llamar las cosas por su nombre.
Sanders catalogó a Donald Trump como “el presidente más peligroso en la historia moderna de Estados Unidos”, “un mentiroso patológico”, “un fraude”, “racista”, “sexista”, “xenófobo”, quien “erosiona la democracia y nos dirige en una dirección autoritaria”.
Asimismo, dejó claro sus intenciones de renovar el estilo de gobierno basándose en la justicia social, la igualdad de oportunidades y la declaración directa de guerra contra “el 1 por ciento” que posee el poder mediático y económico en el país.
Es lo que él llama “una revolución política”.
En Los Estados Unidos de hoy, y según explica el analista político David W. Wise, el sistema político se caracteriza por “una campaña perpetua de maniobras para obtener posiciones y recaudar fondos para la reelección casi tan pronto como se publique los resultados de la elección anterior”.
Al contrario de lo que visionaban los padres fundadores, lo importante hoy en día pareciera ser la monopolización del poder y no los resultados palpables en la calidad de vida de los ciudadanos.
Este panorama –único a nivel mundial– no solo aplica para la Campaña Trump, sino también a la desesperación demócrata.
Por primera vez desde 1988, establecer un “favorito” para competir contra Trump en el 2020 es sumamente difícil.
Las nuevas prioridades del electorado –Medicare Para Todos, educación sin matrícula, Green New Deal– descartan cada vez más la posibilidad interna de un candidato hombre y blanco, como el ex vicepresidente Joe Biden quien, aunque lleva la delantera en los últimos sondeos, podría frenar en seco los esfuerzos del partido por “renovarse” –estrategia que dio grandes frutos en las elecciones de mitad de periodo–.
Asimismo, y a diferencia de los años anteriores, el dinero es un asunto espinoso. Ya no pesa tanto la cantidad de dólares recaudados sino de dónde provienen. El éxito de la campaña de Ocasio-Cortez, por ejemplo, puso sobre el tapete el intervencionismo del sector privado a la hora de hacer política en el país, y demonizó la figura de los Comités de Acción Política.
De una u otra manera, las tres fuerzas que moverán las primarias demócratas serán entonces las mujeres, las minorías y el progresismo.
Los extremos, sin embargo, también podrían quemar.
El resurgimiento de la palabra “socialismo” en la política estadounidense ha obligado a candidatos como Bernie Sanders, otrora orgullosamente radicales, a sumarse al Partido Demócrata y “suavizar” sus posturas que suelen confundirse en el inconsciente colectivo con alguna suerte de “comunismo” aterrador.
Pero posturas muy conservadoras, como las que pareciera enarbolar Klobuchar, también descartan a otro extremo de la población, quienes han visto en Donald Trump la magnificación de una derecha sorda e incisiva.
Encontrar el balance en todo ello, y finalmente convencer a los indecisos de votar contra el Partido Republicano, es una tarea nada menos que titánica. Y por si fuera poco, una tropa multifacética de candidatos quizás hagan el asunto más cuesta arriba.
Aunque la meta pareciera ser una sola, la estrategia de cada candidato sumado a las primarias demócratas es particularmente diferente.
El abanico va desde los más progresistas (Warren, Sanders, Gabbard y Brown, por ejemplo), hasta los más propensos a un tímido conservadurismo (Klobuchar y Ryan). Ellos son:
Elizabeth Warren
Demócrata de Massachusetts y exprofesora de derecho en la Universidad de Harvard, Warren (69) llegó al Senado después de haber sido asesora del presidente Obama. Su campaña es una de las más radicales y progresistas, enfocándose en la regulación de Wall Street y las grandes corporaciones.
Kirsten Gillibrand
Demócrata de Nueva York, ha sido reconocida por su profundo compromiso con el movimiento feminista, por su trabajo hacia una reforma del control de armas, los derechos de la comunidad LGBTQ y las comunidades de color. Gillibrand (52) es conocida en el Capitolio por no tener pelos en la lengua.
Bernie Sanders
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Quizás el más conocido en toda la carrera, el senador independiente de Vermont, el primer vocero de campañas por Medicare For All, educación libre de matrícula y contra la monopolización del poder en Estados Unidos. Tras haber perdido las primarias del 2016 contra Hillary Clinton, Sanders ahora se ha inscrito como Demócrata en los comicios del 2020.
Julián Castro
El único candidato hispano de la carrera, Castro posee una trayectoria política desde la era Obama y ha enfocado su carrera en los derechos de los inmigrantes. También comparte gran parte de las promesas de Sanders.
Andrew Yang
Candidato particular, Yang ha enfocado su campaña en “una sola idea”: la de un salario básico y universal para ayudar a la población entre 18 y 64 años. Es un emprendedor tecnológico que trabajó durante la Administración Obama.
Marianne Williamson
Otra candidata fuera del espectro político es la consejera espiritual Marianne Williamson, autora, organizadora de caridades y quien cuenta con el apoyo mediático de Oprah Winfrey.
Kamala Harris
Considerada una de las candidatas con mayor oportunidad, la senadora Harris posee gran trayectoria política y representa la diversidad étnica del país. Asimismo, sus promesas de campaña son lo suficientemente liberales como para ser demócrata, pero su experiencia en la reforma del sistema de justicia criminal han repercutido en su contra.
Corey Booker
Conocido por su capacidad de recaudar fondos, el senador Booker posee una trayectoria de trabajo con Wall Street, mientras al mismo tiempo tiene un trasfondo comunitario que juega a su favor. Gran orador, y uno de los pocos solteros en la vida política, su relación con el dinero es su primera debilidad en la carrera.
Pete Buttigieg
Joven millennial, y primer candidato abiertamente homosexual, Buttigieg (37) es un veterano de Indiana enfocado en la transformación de la comunidad conservadora.
John Delaney
Oficialmente, Delaney fue el primero en postularse a la campaña presidencial en julio del 2017. Sin embargo, su trasfondo como emprendedor tecnológico fuera de la vida política opacó su debut. Es considerado uno de los candidatos más propensos a la cooperación bipartidista.
Tulsi Gabbard
Nacida en Samoa y de ascendencia polinésica, Gabbard ha apoyado la candidatura de Sanders desde el principio. Sin embargo, fue crítica del “extremismo homosexual” y se opuso a los derechos al aborto y al matrimonio igualitario.
Jay Inslee
El gobernador de Washington ha sido uno de los principales miembros de “la resistencia” contra Trump y su campaña se ha enfocado en el medio ambiente y la lucha contra el cambio climático.
John Hickenlooper
Considerado uno de los gobernadores más queridos en el país, el demócrata de Colorado hizo su fama gracias a sus posturas para reforzar las leyes de porte de armas, pero su simpatía por los negocios es contraproducente en esta carrera, aún cuando otras de sus posturas sean bastante progresistas.
Amy Klobuchar
La senadora de Minnesota es profundamente querida en su estado, y ganó la aceptación nacional por su incisiva participación contra la nominación del juez Brett Kavanaugh. Sin embargo, las acusaciones en su contra por maltrato a su personal le han pintado como una candidata más dura que sus contrincantes. Asimismo, Klobuchar fue de las primeras en manifestarse contra la opción de Medicare For All.
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