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Ya no es una especie exótica

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En la comunidad hispana, los conservadores han sido durante mucho tiempo una minoría dentro de otra minoría. Pero 2012 marcará el año en que comenzó a ser…

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En la comunidad hispana, los conservadores han sido durante mucho tiempo una minoría dentro de otra minoría. Pero 2012 marcará el año en que comenzó a ser aceptable que cualquier minoría fuera abiertamente hispana. 

El "por qué" es obvio. A pesar del hecho de que el 98 por ciento de los delegados de la Convención Nacional Republicana eran blancos, echen una mirada a los titulares: la ex secretaria de Estado, Condoleezza Rice; el senador de Florida, Marco Rubio; la gobernadora de Nuevo México, Nikki Haley y la gobernadora de Nuevo México, Susana Martínez. El Partido Republicano está exhibiendo sus nuevos rostros. 

El "cómo", según las latinas conservadoras con que hablé, será capitalizando el estereotipo ahora roto de que el Partido Republicano es sólo para la gente blanca rica, a quien no le importan las minorías, el sector de bajos recursos ni las mujeres. 

Es un panorama bastante optimista para los que han pasado su vida rodeados de compañeros liberales quienes, a pesar de decir que son inclusivos, no dudan en llamar a las minorías republicanas traidores a su raza o etnia, elitistas, vendidos y, últimamente, anti-mujeres.

Examinemos, por ejemplo, el comentario que encontré en la sección de "respuestas" de este sitio Web latino dedicado a las noticias. En una página para votar por "los políticos latinos más influyentes en Estados Unidos", una persona señaló: "¿Marco Rubio o Susana Martínez? Dos latinos que han renegado de sus propios orígenes. Lo siento pero no puedo/quiero votar por ninguno de los dos —son una deshonra para el resto de la lista".

Pero aunque los republicanos hispanos deben aguantar mucha ira de sus compañeros latinos y de otras minorías, por lo menos ya no son vistos como una especie exótica. 

"Comencé siendo demócrata y después me volví republicana —y una republicana mexicana, no cubana— con Ronald Reagan", expresó Teri Galvez, empresaria con sede en Washington y vicepresidenta del Partido Republicano de DC. "Cuando me convertí, no había muchos de nosotros. Francamente, quizás haya sido la primera pasante republicana en el Consejo Hispano del Congreso, en 1983, y la gente siempre se asombraba, no podía creer que yo fuera republicana. Ha habido un enorme cambio en unos pocos años". 

Pero Verónica Vera, escritora freelancer puertorriqueña y especialista en relaciones públicas, me dice que aunque el destaque ha sido nuevo, las minorías dentro de los republicanos no lo han sido. 

"No creo que fuera tan poco frecuente como se dice. Creo que la diferencia real ahora es que los republicanos, que hasta este momento no han hecho una buena tarea en tender lazos hacia la comunidad hispana, saben ahora que deben exhibir su apoyo hispano", dijo Vera, veterana de la fuerza aérea, que se crió en la zona Sur de Chicago y pasó su vida defendiendo sus creencias conservadoras. 

"El Partido Republicano debe hacer comprender a la gente que todo es una cuestión de percepción. Existe esta mentira de que los hispanos son demócratas y que siempre lo serán". 

Las mujeres con las que hablé expresan que a pesar de que deben aguantar mucho abuso retórico, cuando hablan abiertamente sobre sus creencias políticas, a menudo encuentran inesperadamente compañeros de viaje. 

"Estaba en una fiesta posterior a un concierto de un conjunto heavy metal, con un grupo de pelilargos aficionados hispanos con camisetas de Iron Maiden y hablábamos de política a las tres de la mañana", dijo Stephanie Pena, una mexicanoamericana en quinta generación proveniente de Houston. "Y eran muy acérrimos en sus creencias conservadoras —y estaban enojados de que miembros de otros grupos étnicos los despreciaran por estar con un partido al que consideran como codicioso y como que no está dispuesto a ayudar a los pobres".

Estas tres mujeres hablaron extensamente sobre qué emotivo, inspirador y emocionante era observar a Martínez, la primera gobernadora latina. Pero Pena lo puso en palabras que todo demócrata puede comprender. 

"Observé con lágrimas en mis ojos. Era el comienzo de algo tan bello y por un segundo comprendí todo el asunto de Obama: Ahora mi hija puede admirar a Susana Martínez y darse cuenta de que no hay nada de malo en tener esas creencias y ser mujer, y hacer las cosas que estamos haciendo".

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