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Rally against Donald Trump's zero-tolerance policy at Los Angeles. EFE
Decenas de manifestantes denuncian la política del gobierno del presidente estadounidense, Donald J. Trump, de separar a los niños inmigrantes detenidos de sus padres, durante un mitin y una marcha, en Los Ángeles. EFE

Trump y sus secuestradores de niños

“Estados Unidos no será un campamento de migrantes, y no será un centro de detención de refugiados”, afirmó Donald Trump el lunes en la Casa Blanca.

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No, no lo será, porque lo que el presidente prefiere es que la nación se convierta en un campo de concentración y un orfanato gigantesco y cruel.

“No lo será”, agregó en un mentiroso intento de autojustificación. “Miren lo que está sucediendo en Europa, miren lo que sucede en otros lugares, no podemos permitir que eso suceda en los Estados Unidos”.

Por supuesto, la gente en los Estados Unidos está acostumbrada a las desvergonzadas mentiras del “líder del mundo libre”, el hombre que ha hecho de arrebatar niños de los brazos de sus padres la política de inmigración de su administración. Al utilizar a Alemania como ejemplo de los supuestos horrores que tienen lugar en Europa, Trump no defraudó a quienes se preguntaban qué nueva falsedad pronunciaría esta vez.

Si algo ha dejado aún más claro la cruel, racista e inhumana política de tolerancia cero, es que sería más fácil sacarle agua a una piedra que encontrar un mínimo de compasión, justicia o decencia en el gobierno actual.

“El crimen en Alemania está muy elevado. ¡Un gran error en toda Europa al permitir que millones de personas hayan cambiado tan fuertemente y violentamente su cultura!”, Trump tuiteó el lunes. Alarmante, ¿verdad? Excepto que el viejo actor de televisión estaba mintiendo una vez más. Como señaló The New York Times, las estadísticas de delitos para 2017 mostraron el nivel más bajo de delincuencia en Alemania en 25 años. ¿Otro embuste presidencial? ¿Y qué más hay de nuevo?

Sin embargo, hay algo que es cierto: Trump, quien se ha referido a los inmigrantes como animales, ha convertido Washington en un extraño zoológico de burócratas racistas, supremacistas blancos, aduladores desvergonzados y pseudopatriotas sin escrúpulos.

No es fácil determinar a cuál de esas especies pertenece Ann Coulter, una de las defensoras de Trump más repugnantes. Usualmente identificada como una “comentarista conservadora”, en realidad es una racista desvergonzada y mentirosa cuyas opiniones son tan extremas que bajo cualquier otra administración serían ridículas. Bajo Trump, con quien comparte muchas características vergonzosas, Coulter, una especie de Cruella de Vil de la vida real, se ha convertido en una vocera de la ideología de la administración.

“También diría otra cosa, estos niños actores que lloran y sollozan en las otras estaciones las 24 horas, los 7 días de la semana en este momento: no caiga en la trampa, señor presidente”, dijo en Fox News, refiriéndose increíblemente a los niños arrancados a sus padres en la frontera. “Me pone muy nerviosa que el presidente reciba su información de la televisión. ... Según (la revista) New Yorker, los liberales les dan a leer guiones. No se deje engañar por los actores niños”.

Aparte del hecho de que nadie sabe cuál es el artículo de New Yorker que ella mencionó, Coulter tiene que ser un cadáver moral para afirmar que los niños a los que Trump ordenó arrancar de sus padres y mantener en jaulas, algunos de solo 18 meses, son “actores niños”. Para vergüenza de este país, esta es la gente de Trump.

Las críticas indignadas de Washington a otras naciones por su falta de derechos humanos no son ahora más que bromas pesadas.

Coulter no es la única, por supuesto. El elenco de personajes repulsivos e insensibles incluye al Fiscal General Jeff Sessions, un individuo tan cínico que intentó justificar la política inhumana de “tolerancia cero” como ordenada por Dios mismo; está también Stephen Miller, el extraño ideólogo de la supremacía blanca identificado como el consejero de Trump que lo convenció de seguir adelante con la política de secuestro de menores; y el jefe de personal John Kelly, quien afirmó despreocupadamente que los niños separados de sus padres serían ubicados en hogares de crianza o “lo que sea”. Y hay muchos, muchos otros.

Esto es en lo que se ha convertido este gobierno, y en esto es en lo que Trump y su extraño zoológico intentan convertir el país. Las críticas indignadas de Washington a otras naciones por su falta de derechos humanos no son ahora más que bromas pesadas.

Si algo ha dejado aún más claro la cruel, racista e inhumana política de tolerancia cero, es que sería más fácil sacarle agua a una piedra que encontrar un mínimo de compasión, justicia o decencia en el gobierno actual.