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Trump candidato: El atractivo del desparpajo

Trump candidato: El atractivo del desparpajo

San Diego – En la era del "te pillé", la mayoría de los que piensan presentarse como candidatos políticos tienen tanto temor de ofender a alguien que no dicen…

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            Pero
no Donald Trump. Y he aquí el motivo: A Donald no le importa si él nos cae bien
a nosostros o no —porque, como es claramente obvio, se ama a sí mismo tanto que
compensa el amor de todos los demás.

            Para
la mayoría de la gente fenomenalmente exitosa, su mayor don constituye también su
peor desgracia: la auto-adoración. Y Trump, de quien se dice que su valor neto
es de 2.000 millones de dólares, es un excelente ejemplo.

            Por
lo tanto, mientras este inversor en bienes raíces, que se convirtió en estrella
de los "reality shows", juega con la idea de ser candidato presidencial —aunque
sea, como sugieren muchos, para crear interés mediático a fin de fortalecer el
índice de audiencia de su programa de televisión, "The Apprentice"— Trump puede
decir cosas que otros candidatos no se animarán ni a pronunciar. Como sugerir
que el presidente Obama podría no haber nacido en Estados Unidos.

            Los
medios liberales se enfurecieron. Pero Trump devolvió la pelota. Parece que le
importa aún menos lo que los medios piensen de él —y eso ya es bastante para
alguien que pasó gran parte de su vida procurando su atención.

            Y,
en un mundo en que se enseña a los candidatos presidenciales el arte de hablar
sin decir realmente nada, un número de republicanos pareció encontrar
refrescante el descaro de Trump.

            Una
encuesta de CNN/Opinión Research Corporation que preguntó a probables electores
republicanos a quién apoyarían como presidente, Trump salió empatado con Mike
Huckabee con un 19 por ciento. Sarah Palin salió segunda, con un 12 por ciento.
Mitt Romney y Newt Gingrich empataron en el tercer lugar, cada uno con un 11
por ciento.

            Una
encuesta anterior de Wall Street Journal/NBC News colocó a Trump en segundo
lugar, nuevamente a la par de Huckabee, esta vez con un 17 por ciento. Ambos
iban detrás de Romney, que lideraba con un 21 por ciento. Gingrich estaba en
tercer lugar, con un 11 por ciento. Y Trump superó a todo el bando republicano
en el apoyo recibido de electores que se auto-describieron como del
"tea-party", quienes representan una parte importante de la base republicana.

            He
aquí los secretos del éxito de Trump. En primer lugar, es el nuevo Sarah Palin.
Mientras en una época la radio-televisión no podía dejar de hablar de la ex
gobernadora de Alaska —aunque más no fuera para criticarla— ahora dedican toda
esa atención permanente a Trump.

            Además,
Trump ocupó el vacío creado cuando el posible candidato presidencial favorito
de la mayoría de los electores republicanos de las primarias —el gobernador de
New Jersey, Chris Christie— dijo que no participaría en las elecciones 2012.
Como Trump, Christie dice lo que piensa, le gusta librar una buena pelea y
parece no importarle lo que la gente piense de él.

            Por
último, Trump es una buena alternativa para la persona que se pensó iría a la
cabeza como candidato presidencial republicano hasta que los datos de las
encuestas empezaron a conocerse: Romney. El ex gobernador de Massachussets no
es el preferido de los electores del "tea-party" y no ayuda el hecho de que se
lo percibe como arrogante y despreciativo.

            He
aquí un ejemplo: Hace un par de años, cuando la revista Time colocó a Palin en
su lista de "gente más influyente", se le preguntó a Romney su opinión sobre
ese hecho y Romney respondió al reportero: "¿Fue ése el número de la gente más
bella o de la gente más influyente?"

            Ahora
bien, ¿era eso necesario?

Romney tiene dos títulos
de Harvard —de Derecho y Administración de Empresas, y Palin fue por lo menos a
seis colleges diferentes en seis años para graduarse. ¿Y tiene que meterse con
ella? ¿Por qué? ¿Porque ella pudo atraer 20.000 personas a una concentración y
Romney no pudo hacerlo?

            Romney,
co-fundador de Bain Capital, una firma de inversiones de patrimonio privado, es
un tipo listo y capaz, con un valor neto que se estima en unos 200 millones de
dólares, pero no es especialmente carismático, lo que lo hace vulnerable a un
desafío. Es ahí donde llega Trump, graduado del Wharton School of Business, del
que podría decirse que ha tenido más éxito que Romney y quien —a juzgar por la
mayoría de las encuestas— parece tener más atractivo para los electores
republicanos. Por lo menos, es un buen contendiente.

            Romney
sabe quién es su real competidor. Durante una reciente presentación en el
"Kudlow Report" de CNN, dijo que está en desacuerdo con Trump sobre las dudas
en lo concerniente a la ciudadanía de Obama y que piensa que es hora de dejar
de cuestionarla.

            Para
el "tea party" y otros miembros de la base del partido Republicano, un
comentario como ése sólo aumenta las dudas sobre Romney y crea mayor apoyo para
Trump.

            Marquemos
otro punto a favor de The Donald. Si usted pensaba que Trump se amaba a sí
mismo antes de empezar a jugar a la política, ya verá lo que es bueno.

© 2011, The Washington
Post Writers Group

 

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