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Repensar la reforma educativa

Repensar la reforma educativa

CHICAGO — En todo el país, ciudades y estados están reconsiderando sus papeles tradicionales como competidores locales y se están uniendo para superar…

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     Estas
alianzas están aún en sus inicios, pero la nueva ola de pensamiento cooperativo
inspiró a James J. Duderstadt, presidente emérito y profesor de la Universidad
de Michigan, a aplicar las mismas ideas al difícil asunto de la reforma
educativa.

            Su
nuevo estudio, "Un Plan maestro para la educación superior en el Medio-Oeste:
Hoja de ruta para el futuro del corazón de la nación", ofrece recomendaciones
basadas sobre la premisa de que nuestro sistema de educación superior fue
creado para una economía industrial, que ahora está anticuada. Duderstadt nos
desafía a repensar el sistema educativo desde jardín de infantes hasta los
estudios de post grado, para apoyar un aprendizaje de toda la vida "desde la
cuna hasta la tumba", y vale la pena considerar nacionalmente su énfasis en la
cooperación institucional.

            Las
tácticas que él sugiere para rediseñar la educación mediante la cooperación se
basan en las prácticas de los mejores sistemas educativos del mundo
—estableciendo elevados estándares para el desempeño de estudiantes y maestros,
extendiendo el año escolar, invirtiendo en fuentes modernas de aprendizaje,
implementando métodos rigurosos para evaluar el aprendizaje de los estudiantes,
preparando y recompensando a los maestros excepcionales, y administrando y
gobernando los sistemas escolares para que éstos rindan cuentas.

            Pero
la hoja de ruta de Duderstadt es innovadora porque reúne todos esos métodos
probados y los aplica a una experiencia educativa de toda una vida, mientras
hoy en día, los términos "plan maestro", "estrategia" y "educación" pocas veces
van de la mano. El sistema educativo de este país desde jardín de infantes
hasta la escuela de postgrado es un rejunte de estándares de aprendizaje
diferentes para el ingreso y la graduación, que varían de un estado a otro y de
una escuela a otra. Eso se debe a que la educación, como la política que le da
forma y la apoya, ha sido considerada tradicionalmente como un asunto
estrictamente local.

            Duderstadt
ve en el futuro estados, gobiernos e instituciones educativas que pasarán "de
una competitividad balkanizada a la cooperación". En este entorno utópico, los
colleges y las universidades públicas y privadas trabajarían con distritos de
escuelas primarias y secundarias para revisar más eficientemente los programas
de estudios, a fin de que todos los estudiantes que se graduaran con un diploma
de escuela secundaria estuvieran o bien listos para ingresar en la universidad
o para trabajar, y preparados para un mundo que requiere el compromiso al
aprendizaje de toda una vida.

            Duderstadt
sugiere que las universidades y colleges compartan sus complejos y programas,
permitiendo por ese medio la expansión de programas especializados, mientras
reducen su dependencia del menguante apoyo financiero estatal. Propone que los
colleges estandaricen sus requisitos de créditos académicos y concentraciones,
a fin de que los estudiantes puedan trasladarse libremente entre instituciones.
Duderstadt también desafía a las instituciones de educación superior a
establecer un objetivo de desempeño de "cero defectos, calidad total" en el que
se espere que todos los estudiantes matriculados se gradúen en un período
establecido.

            Nada
de todo esto es ciencia infusa, pero las ideas son notables porque son
prudentes y sin embargo inimaginables, considerando el enredo de entidades
educativas que tendrían que reunirse para cooperar, y mucho menos coincidir, en
un plan maestro.

            Por
ejemplo, en mi estado, hay casi 900 distritos de escuelas públicas, cada uno de
ellos con su propio conjunto de maestros, personal, administradores, juntas
escolares y oficinas de educación regionales. Hay 300 colegios comunitarios
locales (community colleges) acreditados, universidades regionales, colleges de
humanidades independientes, universidades de investigación y entidades de fines
de lucro en Illinois; cada una de ellos mantiene su propia infraestructura,
personal y misión educativa.

            Pocas
veces hay contacto entre estas entidades con la idea de establecer objetivos
comunes.

            "La
idea de un enfoque más cooperativo y de un sistema más integrado nunca ha sido
un tema de discusión", dijo Douglas C. Bennett, presidente de Earlham College,
una escuela de humanidades en Richmmond, Indiana. Me dijo que el éxito de su
college va unido a atraer estudiantes del vecino Ohio, pero ese estado es como
otro mundo cuando se trata de cooperación. "Cuando (los educadores) se reúnen
para hablar en el ámbito estatal, la conversación generalmente es desagradable
y (se centra) en quién obtiene qué del presupuesto estatal y nunca he visto
nada de esto en el ámbito nacional—y deberíamos hacerlo."

            Con
todas las presiones económicas que enfrenta la educación, uno pensaría que
estos diálogos ya se estaban llevando a cabo. Pero no es demasiado tarde para
comenzar. La nueva realidad es que los estados siempre competirán uno contra el
otro en un mercado nacional, pero cuanto más se le pida a nuestro país que
compita en el mercado global, la cooperación regional y nacional entre los
educadores que preparan a los estudiantes en toda una vida de educación se
volverá indispensable.

© 2011, The Washington Post
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