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'Palabras, tan solo Palabras….'

'Palabras, tan solo Palabras….'

Ayer unas palabras me hicieron pensar que, contrario a la percepción, 'las palabras no son baratas', como mucha gente dice por ahí y por allá.  Lo que dices, y…

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Ayer unas palabras me hicieron pensar que, contrario a la percepción, 'las palabras no son baratas', como mucha gente dice por ahí y por allá. 

Lo que dices, y aun más importante, lo que escribes, importa. 

No porque la gente registra hoy en día cada palabra que uno pueda decir, o bien la pueden subir a YouTube rapidito, sino por una razón aún más poderosa:

Las consecuencias que estas palabras pueden tener en otros individuos y seres humanos, ya sea tu familia, tus amigos, o la audiencia para la que escribes, si usted es parte de la clase privilegiada de quienes pueden ganarse la vida forjando palabras. (Algunos de nosotros no somos tan afortunados...).

Pero piense más allá, más allá de la popular canción para parejas en San Valentín que dio título a esta columna: ¿Es cierto que "Palabras, tan solo Palabras, hay entre los dos...?

¿Es cierto que las palabras, en otras palabras, no importan?

¿El significado, no más que las palabras inconsecuentes, con poca y sincera acción entre ellas, puede significar mucha insinceridad y falta de compromiso real?

Puede pasar en la vida personal, pero también en su vida social, en sus relaciones de negocios y en las aún más intricadas de la políticas.

Las palabras, las subvaloradas palabras, SÍ importan, como mi nuevo amigo Dan me dijo el pasado domingo. 

Son como las piedras, que puedes usar para construir, o literalmente para apedrear a alguien, de la forma en que María Magdalena iba a ser apedreada, hasta que alguien dibujó una línea en la arena, y el polvo se disipó en cuestión de segundos.

La lengua, ese pequeño órgano, como nos dijo nuestro amigo el domingo, es la hélice del barco, y puede propulsarlo adelante, o hacerlo girar peligrosamente y hacerlo zozobrar aún más rápido. 

La misma cosa que estaba ahí para hacer el viaje más placentero, se convirtió en una pesadilla para los viajeros, solo porque el capitán del barco se quedó dormido sobre el timón...

Las palabras, como el libro de Santiago lo proclama, pueden ser simplemente venenosas. O por el contrario, purificadoras. 

Destructivas, o redentoras: Es su propia decisión personal, tomada muy libremente. 

"Si pudiéramos dominar la lengua, seríamos perfectos, capaces de controlarnos en todo sentido". (Santiago, 3; 2).

Bajo control, bien dirigidos, con más "velocidad" que "rapidez", puedes llegar lejos en la dirección más positiva posible. 

Es una bendición, o una luz, o una voz de aliento, o, quizás, una inspiración. 

¿Quién no necesita de eso? ¡Todos!

¿Quién nos lo está dando?

Mi consejo: apague la televisión por las mañanas. 

Además, únase al "club de las seis de la mañana" (tiempo para leer unos 15-20 minutos). ¿Estirarse? Para aquellos mayores de 50, pueden hacerlo en una silla, mientras digieren una parte de "El Quijote" o "El Viejo y el Mar".

Las palabras sanan, las palabras inspiran, las palabras pueden ser la bendición que todos nosotros añoramos, quizá solo para empezar en día con el pie derecho, después de la molienda y los huesos quebrados del día anterior. 

Bebamos del mismo "Manantial de Agua Fresca". 

Inglés o Español, es lo mismo. 

"¿Puede acaso brotar de un mismo manatial agua dulce y agua salada? (...) No. No puedes sacar agua fresca de un manantial salado". (Santiago, 3; 11)

Todos necesitamos esa agua fresca.  Siempre. ¿Qué no?