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OP-ED: Trump o la explotación del terrorismo

Sí, claro, todo se trata de él. La masacre de Orlando, uno de los actos criminales más horrendos en la historia del país, tiene importancia solamente, según la…

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Sí, claro, todo se trata de él. La masacre de Orlando, uno de los actos criminales más horrendos en la historia del país, tiene importancia solamente, según la mente enferma de Donald Trump, porque le da la razón.

“Agradezco las felicitaciones por estar correcto sobre el terrorismo islamista radical, no quiero felicitaciones, quiero dureza; vigilancia. ¡Tenemos que ser inteligentes!”, escribió en Twitter el presunto candidato presidencial republicano el domingo, unas pocas horas después de la muerte de 50 jóvenes, la mitad de ellos puertorriqueños, a manos de un asesino homofóbico, que abusaba de su mujer y simpatizaba con Isis.

Ni una palabra sobre las víctimas, ningún mensaje de condolencia a sus familias y amigos, nada acerca del dolor de la comunidad LGBTQ. Todo es acerca de él, por supuesto, Donald Trump, este payaso narcisista y repelente que se ha tragado cualquier vestigio de decencia y dignidad que pudiera haberle quedado al Partido Republicano. No sorprendió a nadie que no tuviera escrúpulos en politizar la tragedia aun antes de que las víctimas fueran identificadas.

Omar Marteen era musulmán. Y Trump no perdió tiempo en explotar ese hecho y predicar su mensaje de odio. ¿Su intención? Exacerbar los prejuicios de sus seguidores más ignorantes y racistas.

Esta masa gelatinosa de egocentrismo y arrogancia, que recuerda al blob de la famosa película de horror, y que los republicanos han escogido como su abanderado, reiteró su llamado a no permitir que ningún musulmán ingrese a EE.UU. El hecho de que el criminal, nacido en Nueva

York, fuera “un asesino, un homofóbico engendrado en casa. No un inmigrante, no un extranjero, sino un americano cultivado en casa para odiar, como tantos otros”, en las palabras de Octavio Roca, un escritor cubano-americano, no tiene ninguna importancia para la mente

retorcida de Trump.

Pero como escribiera el dramaturgo venezolano Pablo García Gámez en Facebook, “el odio puede ser destructivo. Y la ignorancia también. Isis no representa el islamismo al igual que el ku klux klan no representa el cristianismo”.

No encontré una manera mejor de terminar esta columna que citando este artículo conmovedor y poderoso publicado por Latino Rebels, y escrito el día de la tragedia por la periodista puertorriqueña Susanne Ramírez de Arellano:

“Hoy un pedazo de nuestra humanidad ha sido destrozada, ha sido hecha pedazos por el odio, la ignorancia y la estupidez. Lloro por los caídos, pero también lloro por nosotros, que tenemos que seguir viviendo en un mundo plagado de intolerancia. Tenemos que levantarnos juntos y

colectivamente decir NO. No más, no van a ganar, no se los permitiré. No les permitiré que maten a mis hijos e hijas, mis hermanos y hermanas. No escucharé sus mensajes cargados de odio. No les permitiré que vomiten odio en sus campañas electorales y no lloraré con ustedes

cuando digan que están tristes por una tragedia monumental como esta”.

Amén.