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Donald Trump, durante un evento de su campaña en Selma, North Carolina (USA). EFE

[OP-ED]: Los fascistas de Trump quieren impedirnos votar

Bonito no va a ser, hasta podría ponerse feo, pero aunque así fuera los latinos no pueden permitir que un grupo de bravucones y racistas los intimide para que no voten y saquen del camino de una vez por todas al despreciable Donald Trump el 8 de noviembre.

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Bonito no va a ser, hasta podría ponerse feo, pero aunque así fuera los latinos no pueden permitir que un grupo de bravucones y racistas los intimide para que no voten y saquen del camino de una vez por todas al despreciable Donald Trump el 8 de noviembre.

Eso, la intimidación de los votantes latinos y negros, es exactamente lo que una fauna miserable de miembros del Ku Klux Klan, neonazis y supremacistas blancos, conscientes de que su líder, Donald Trump, jamás obtendrá el voto de las minorías, planean intentar el día de las elecciones. Claro que perro que ladra no muerde y, como ha sucedido en ocasiones anteriores, toda esa guapería barata pudiera no pasar de alarde y bravuconada.

 El hecho es que Trump y sus devotos saben que los votos latinos tendrán un papel decisivo en estas elecciones, por lo que no es sorprendente que traten de hacer todo lo posible para impedir que los hispanos acudan a los centros de votación.

Según el Centro Hispano Pew, los latinos elegibles para votar han alcanzado 27.3 millones este año, un aumento de casi 4 millones solo desde el 2012. Estos favorecen abrumadoramente a la candidata demócrata por encima del insultante nominado republicano, quien ha construido su campaña a base de amenazarlos y vilipendiarlos. Una votación masiva por parte de los latinos puede hacer la diferencia a favor de Clinton y los demócratas en un estado determinante como la Florida, e incluso en Nevada, Arizona y Colorado.

Por eso es que los grupos racista planean llevar a cabo una “demostración de fuerza” en diferentes lugares del país para, según ellos, “monitorear” los centros de votación. Su propósito, por supuesto, es intimidar a los latinos y los negros para que no ejerzan su derecho a elegir un Presidente que, al revés de Trump, no los amenace, los persiga o les falte el respeto a ellos y a sus familias.

 “Imagínense tener un Presidente que humille a las mujeres, se burle de los discapacitados, insulte a los latinos, los afroamericanos y los prisioneros de guerra, e incite a la gente a pelearse unos contra otros”, dijo Clinton el miércoles pasado en Arizona.

 El desharrapado ejército de fascistas y racistas, fortalecidos y respaldados por la candidatura de supremacía blanca de Trump, y con la excusa de que temen unas “elecciones amañadas”, piensan que pueden meter miedo a los simpatizantes de Clinton sin sufrir consecuencias.

 Pero hay demasiado en juego para los latinos, así como los negros y otras minorías para permitir que estos matones despreciables los priven de su derecho al voto. El candidato republicano se ha ganado con creces el profundo desprecio de la comunidad hispana, la gran mayoría de la cual jamás contribuiría a elegir semejante personaje.

“La posibilidad de que haya violencia el día de las elecciones es muy real”, Mark Potok, del Southern Poverty Law Center, le dijo a la revista Politico en una entrevista. “Donald Trump les ha estado diciendo a sus simpatizantes durante semanas y semanas y semanas que fuerzas malvadas de las élites están a punto de robarles la elección”.

Trump, claro está, miente una vez más cuando llama a sus seguidores a que estén vigilantes el día de las elecciones sobre un fraude inexistente y unas elecciones amañadas imaginarias. Somos nosotros, los latinos, los negros, las mujeres, los musulmanes los que tenemos que estar vigilantes y dispuestos a rechazar con decisión todos los intentos de intimidarnos por parte de los matones racistas de Trump que, en realidad están aterrorizados de que los latinos salgamos a votar masivamente el 8 de noviembre.

Sin duda es maravilloso sentir que nosotros, los latinos, podemos acabar con la pesadilla de Trump con nuestros votos. Es una oportunidad única que no podemos perder.