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Un grupo de personas protesta junto a la cerca que marca el límite de la frontera de México con EE.UU. en Tijuana (México) en favor de los derechos de los inmigrantes en la ciudad fronteriza. EFE

[OP-ED]: Cómo Trump arruinó mi Día de San Valentín

Espero que el presidente Trump haya disfrutado de su Día de San Valentín. Porque arruinó el mío.

Saben, en esa fecha romántica, mi esposa me dio un regalo de todo corazón: una dura reprimenda. Y recibí ese mismo regalo todos los días desde entonces.

Me está atacando porque piensa que no fui suficientemente duro con Trump por algunas de las cosas que él y su gobierno hicieron de entrada.

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Espero que el presidente Trump haya disfrutado de su Día de San Valentín. Porque arruinó el mío.

Saben, en esa fecha romántica, mi esposa me dio un regalo de todo corazón: una dura reprimenda. Y recibí ese mismo regalo todos los días desde entonces.

Me está atacando porque piensa que no fui suficientemente duro con Trump por algunas de las cosas que él y su gobierno hicieron de entrada.

Entre ellas, las redadas que tuvieron como resultado la detención de cientos de inmigrantes indocumentados. Los funcionarios de inmigración afirman que no fueron barridas indiscriminadas, sino operaciones con blancos específicos, dirigidas a individuos determinados. También dicen que ese tipo de operaciones son de rutina y que no estuvieron conectadas a las medidas ejecutivas de Trump.

Es posible. Esas redadas requieren mucha planificación y es difícil creer que fueran ideadas en las casi cuatro semanas desde que Trump fuera juramentado.

Mi esposa no lo cree. Junto con muchos otros estadounidenses, ella piensa que estos acontecimientos recientes y perturbadores tienen una marca conocida sobre ellos: “TRUMP”.

“La forma en que este hombre está manejando las cosas es abiertamente racista,” me dijo. “Sólo está intentando librarse, o no dejar entrar, a individuos de diferente color.”

Ella ve una conexión clara entre dos historias recientes--las redadas migratorias y la medida ejecutiva de Trump que prohíbe la entrada de viajeros de siete países predominantemente musulmanes. Y le frustra que yo no establezca esa conexión.

Por ser mi mayor admiradora y mi crítica más feroz, mi esposa no duda en lanzarse al ataque cuando piensa que algo se me escapa. Y puesto que es más inteligente y más intuitiva que yo, generalmente tiene razón--rasgo que me molesta infinitamente.

Esta vez, lo que mi esposa--que nació en México y vino a los Estados Unidos con su madre y hermanas legalmente, cuando era niña--piensa que a mí se me escapa es que Trump no es un presidente común y que el temor que barre ahora a las comunidades inmigrantes de Estados Unidos no es, como escribí, lo acostumbrado.

“Debes reconocer lo que está sucediendo y admitir que esto es algo totalmente diferente,” me dice.

Realmente la irrita cuando, durante una conversación sobre Trump, saco a colación al presidente Obama y doy una lista de cosas similares que él hizo, y señalo que los medios liberales tendieron a ignorarlas.

“¡Olvídate de Obama!” me grita. “Ya no es presidente. Trump es el presidente ahora, y debes decir que lo que está haciendo está mal y que la gente está asustada.”

Tiene razón. Gran parte de todo esto es terreno desconocido. Pero parte de lo que estamos experimentando, sin embargo, es sólo otro ejemplo de presidentes que hacen lo que tienden a hacer--tomar más poder.

Y el motivo por el que menciono a Obama es para señalar que algunos de los que se inquietan ahora por la conducta de Trump parecieron no tener problemas con nada de lo que hizo Obama. Eso los convierte en falsos que aprovechan, de manera oportunista, el tema de la inmigración para golpear a Trump.

Recientemente leí dos artículos diferentes sobre la detención, por parte del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, de víctimas de violencia doméstica, que sólo resultaron aprehendidas por haber llamado a la policía para que las protegiera de esposos abusivos. Uno de los artículos era de la semana pasada y refleja negativamente a Trump. El otro era de hace seis años, y refleja negativamente a Obama.

Según mi esposa, mi punto ciego proviene del hecho de que nací de este lado de la frontera.

“No entiendes,” me dijo. “Eres estadounidense. Nadie te ha puesto alguna vez en un cuarto y te ha interrogado como a un criminal, aun cuando tienen una tarjeta verde. No lo vas a comprender hasta que agarren a todos los que conoces y se los lleven.”

Uy. Eso no sucederá. ¿O acaso, sí? Dije lo mismo sobre la presidencia de Trump.

Quiero que Trump triunfe en algunas cosas que ha planeado y fracase en otras. Más que nada, quiero darle una oportunidad.

“¿Una oportunidad para hacer qué?” me pregunta mi esposa incrédula. “¿Más daño? Es una mala persona.”

Recen por esta Casa Blanca. Pero mientras lo hacen, pidan también por nuestra casa, donde serán cuatro largos años.

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