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Varios manifestantes bloquean el tráfico en la autopista HWY 580 mientras participan en una protesta en Oakland, California (Estados Unidos) contra la elección del republicano Donald Trump como nuevo presidente estaodunidense, el 10 de noviembre de 2016. EFE
Varios manifestantes bloquean el tráfico en la autopista HWY 580 mientras participan en una protesta en Oakland, California (Estados Unidos) contra la elección del republicano Donald Trump como nuevo presidente estaodunidense, el 10 de noviembre de 2016…

[OP-ED]: Firmes Contra el Oscurantismo de Trump

Es triste, doloroso y aterrador que el primer presidente negro del país tenga que entregarle la Casa Blanca a un supremacista blanco.

No, no es una pesadilla. O más bien, sí lo es, aunque estemos despiertos y alerta, como tenemos que estar por los próximos cuatro años.

El charlatán de feria embaucó apenas a suficiente gente con su mensaje demagógico de “Hacer América Grande Otra Vez” como para ganar la presidencia pese –o quizás gracias—a sus insultos y promesas racistas, machistas y xenofóbicas.

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Es triste, doloroso y aterrador que el primer presidente negro del país tenga que entregarle la Casa Blanca a un supremacista blanco.

No, no es una pesadilla. O más bien, sí lo es, aunque estemos despiertos y alerta, como tenemos que estar por los próximos cuatro años.

El charlatán de feria embaucó apenas a suficiente gente con su mensaje demagógico de “Hacer América Grande Otra Vez” como para ganar la presidencia pese –o quizás gracias—a sus insultos y promesas racistas, machistas y xenofóbicas.

Más preocupante aún es que los republicanos tendrán el control del Congreso, facilitándole a Donald Trump llevar adelante su agenda destructora. En lo que pudiera ser un episodio de The Walking Dead, el presidente electo planea resucitar un grupo lamentable de corrompidos cadáveres políticos de la calaña de Rudy Giuliani, Newt Gingrich y hasta Sarah Palin. Ya se percibe el hedor, y es insoportable.

Se puede repetir hasta quedarse sin aliento que una transición pacífica de poderes es de lo que se trata la democracia. Pero ver a Trump sentado junto a Barack Obama en la Casa Blanca fue lo suficientemente perturbador como para cuestionarse si en realidad eso es democracia. Después de todo el presidente electo, un mentiroso impúdico a quien los neonazis y el Ku Klux Klan apoyan y celebran, perdió el voto popular ante Hillary Clinton.

“[…] permítanme ser claro: el negociante Donald Trump era racista. El candidato Donald Trump era racista. El nominado republicano era racista. Y yo solo puedo presumir que el Presidente Donald Trump será racista”, escribió el columnista del New York Times Charles M. Blow.

Las ilusiones acerca de un Trump “distinto” que se despertaran en algunos cuando este llamó a Obama “un hombre muy bueno” el jueves pasado, se esfumaron rápidamente cuando enviara un tweeter acusando falsamente a los miles de manifestantes que en toda la nación coreaban “No es mi presidente” de ser “manifestantes profesionales”.

 “Acabo de tener una elección presidencial muy abierta y exitosa”, Trump dijo en su tweeter. “Ahora manifestantes profesionales, incitados por los medios, están protestando. ¡Muy injusto!” 

Los latinos –y no solo los indocumentados—deben prepararse para cuatro años difíciles. Entre otras cosas Trump prometió echar atrás todas las medidas progresistas del Presidente Obama. 

Para empezar Trump y sus secuaces de la ultraderecha están empeñados en revocar el Obamacare aunque no tienen con qué reemplazarlo.  Sin escrúpulos de ninguna clase dejarían nuevamente a millones de personas, muchas de ellas latinas, sin cobertura médica.

 Los decretos ejecutivos de Obama sobre inmigración están también en la mira de Trump.  Abolirlos podría ser el principio de los arrestos, detenciones y deportaciones masivos que prometiera en su campaña, junto a la construcción del infame muro fronterizo.

Asimismo, las relaciones diplomáticas con Cuba estarían en peligro si Trump cumple su promesa de campaña a uno de los grupos más reaccionarios de cubanoamericanos de Miami.

No, el futuro cercano no se presenta alentador para los inmigrantes, las mujeres, los musulmanes, los gays, los impedidos. Pero estos son momentos de resistencia, no de vergonzosa aceptación. Después que acabe la pesadilla –y va a acabar—nos tocará a nosotros, los que nunca fuimos parte del frío y despiadado mundo de Trump, revivir la compasión y el respeto a los derechos humanos.

 Y así, irónicamente, seremos nosotros quienes le devolveremos a EE.UU. su verdadera grandeza.