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Agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos (USBP) detienen a varios hombres sospechosos de haber cruzado el Río Grande para pasar ilegalmente la frontera con los Estados Unidos cerca de McAllen en Texas (Estados Unidos). El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, aseguró ante la sesión conjunta del Congreso que la construcción del muro en la frontera con México comenzará "pronto", y será "un arma muy contra el crimen y las drogas". EFE
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[OP-ED]: En inmigración, Trump está jugando el juego de Obama

¿Quién sabía que a tanta gente le importa lo que les ocurra a los inmigrantes ilegales?

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¿Quién sabía que a tanta gente le importa lo que les ocurra a los inmigrantes ilegales?

Durante ocho años, traté de que lectores y colegas vieran lo que los activistas y los abogados de la inmigración comprendieron rápidamente: Barack Obama fue el presidente más anti-inmigración desde Dwight Eisenhower, quien cargó a más de 1 millón de mexicanos en vagones de tren en la “Operación espaldas mojadas” de 1954. Obama estableció cuotas, eliminó la discreción de las fuerzas de seguridad y presionó a la policía local para que impusiera la ley migratoria. Todo eso le permitió deportar unos 3 millones de personas, dividir cientos de miles de familias y colocar a miles de niños nacidos en Estados Unidos y abandonados en casas de acogida.

Nadie me escuchó. Los liberales protegieron a Obama, pero los conservadores protegieron su falsa narrativa de que un presidente demócrata quería fronteras abiertas.

Ahora, el mundo de la inmigración está patas a arriba.

Los liberales redescubrieron su indignación ante el maltrato de los indocumentados--aunque Trump está, en su mayor parte, siguiendo simplemente el plan de deportación de Obama.

El New York Times recientemente implicó lo contrario cuando reportó que Trump impondría la ley migratoria “más agresivamente” y “encontraría, arrestaría y deportaría a aquellos que estuvieran ilegalmente en el país, independientemente de si habían cometido o no delitos serios.”

En otras palabras, es probable que Trump haga algo muy parecido a lo que hizo Obama cuando sacó rápidamente del país a menores, esposas abusadas, vendedores de helados e infractores del código de tránsito.

Mientras tanto, los mismos conservadores que acusaron a Obama de no hacer lo suficiente, aplauden ahora a Trump por hacer aún más--cuando en realidad, el nuevo presidente está imitando al anterior.

Aparentemente, eso incluye volver a cometer los mismos errores. Obama intentó ser duro y también comprensivo, presentando la narrativa de que estaba expulsando a los inmigrantes ilegales malos y quedándose con los buenos. Ese enfoque sólo crea más confusión y nunca funciona.

He aquí el motivo. El debate migratorio se centra en seres humanos. Y los seres humanos son complicados.

Además, todo acerca del debate migratorio es complicado--el motivo por el que estos individuos se fueron de sus países de origen, las circunstancias bajo las que vinieron a los Estados Unidos, si cometieron o no delitos una vez que llegaron aquí y si debemos tratar como un delito penal la infracción de quedarse en el país cuando la visa está vencida o de cruzar la frontera sin los documentos apropiados.

No se puede entrar en el río de complejidad y separar prolijamente a los inmigrantes indocumentados en “buenos” y “malos”.

Por un lado, Obama creó la medida llamada Acción Diferida para los que Llegaron de Niños (DACA, por sus siglas en inglés) para proteger a los llamados Soñadores, que fueron traídos al país cuando eran niños. Obama los describió como “estadounidenses en sus corazones, en sus mentes, de todas las maneras excepto una--en el papel”. Pero también dijo que su gobierno estaba sacando del país a “individuos que son peligrosos, individuos que son pandilleros o delincuentes.”

Ahora Trump está jugando el mismo juego. Aunque irritará a sus partidarios al quebrar la promesa de su campaña de “suspender inmediatamente” la medida ejecutiva que permite que los Soñadores permanezcan en Estados Unidos bajo ciertas condiciones, el presidente ahora llama a esos jóvenes “muchachos increíbles” y promete encarar su destino con “gran corazón”. Al mismo tiempo, Trump--que también hizo la campaña con la promesa de sacar a los “hombres[sic en el original] malos”--mantuvo su línea dura contra los que considera como indeseables en la población inmigrante ilegal.

“En la frontera y en todo el país, estamos sacando a los malos, la gente mala, los pandilleros, narcotraficantes, en algunos casos, asesinos,” dijo Trump el martes, en una entrevista con Fox News.

Además de enturbiar las aguas, el mismo día, se dice que Trump indicó una vez más que estaba abierto a la idea de legalizar a millones de inmigrantes indocumentados.

Entonces, por favor dígame, ¿cómo distingue usted a un inmigrante ilegal bueno de uno malo?

Así de cínicos son los políticos: Cuando necesitan parecer duros, dicen que los “delincuentes” incluyen individuos que meramente re-ingresaron en Estados Unidos después de ser deportados, porque sus hijos estaban de este lado de la frontera. O los que usaron números falsos del Seguro Social para limpiar inodoros, aunque nunca recibirían los beneficios. Cuando los funcionarios electos desean parecer comprensivos, cambian su cantinela y reducen los rangos de “delincuentes” para incluir sólo a delincuentes peligrosos que cometieron asesinatos, agresiones, violaciones, robos a mano armada y otros delitos serios.

La gente dice que nuestro sistema migratorio es fallido. Es cierto. Pero la noticia realmente mala es que lo que muchos ven como remedio--nuestra política de deportación--es igualmente fallida.