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El director interino de Inmigración y Aduanas Thomas Homan habla sobre las políticas de inmigración de la administración Trump durante una conferencia de prensa en la sala de prensa James Brady de la Casa Blanca en Washington (EE.UU.). EFE
El director interino de Inmigración y Aduanas Thomas Homan habla sobre las políticas de inmigración de la administración Trump durante una conferencia de prensa en la sala de prensa James Brady de la Casa Blanca en Washington (EE.UU.). EFE

[OP-ED]: En el actual debate de la inmigración, hasta la verdad es controvertida

¿Cuán absurdo se volvió el debate migratorio? Así de absurdo: Se considera ahora controversial que la gente diga la verdad. Como cuando el director en…

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Efectivamente, es una manera directa de hablar, pero resulta también que es correcta. Esos individuos quebraron la ley. ¿No deben estar preocupados de ser aprehendidos por las fuerzas del orden? Ése es el problema de la izquierda pro inmigrante. Vive en su propio mundo. En lugar de enfrentar el desagradable hecho de que aprueba la ruptura de la ley, trata de cambiar términos tales como “ilegal” a “indocumentado” y construye esa fantasía donde nadie tiene la culpa y nadie hizo nada mal. 

O cuando activistas entraron en el capitolio del estado de Texas con carteles que declaraban “Soy ilegal”, y alguna gente se quejó de que fue una provocación de los manifestantes, recalcando el hecho de que nuestras fronteras no son seguras. Bueno, si esos manifestantes están, de hecho, ilegalmente en el país, ¿qué tiene de malo que irriten a los estadounidenses un poco publicándolo? Podría perjudicar sus perspectivas de obtener una reforma migratoria pero, en realidad, no daña a los estadounidenses. La mayor inquietud es que hay inmigrantes ilegales en este país, y que nuestros intentos de que no ingresen fallaron miserablemente—y siempre se quedarán cortos, en la medida en que los estadounidenses les sigan proveyendo de trabajo. 

¿Cuántos problemas puede crearse uno diciendo simplemente la verdad? Escuchen lo que les digo, dado el tipo de trabajo que tengo: Muchos. 

Thomas Homan, director en ejercicio de ICE, se dio cuenta de eso recientemente. Lo están criticando injustamente por declarar simplemente, mientras testificaba ante el Congreso, que todos los inmigrantes ilegales deben temer ser deportados. 

Es una idea de demasiado sentido común para que Washington la pueda manejar, así es que algunos activistas y legisladores demócratas criticaron categóricamente a Homan. Más tarde, durante una entrevista con ABC News, Homan insistió: “No estoy en absoluto arrepentido. Había que decirlo. Si uno decide entrar en este país ilegalmente, lo cual es un delito, debe estar preocupado. Violó una ley del país.” 

Bueno, sí y no. Me gusta la parte de “había que decirlo”. Hay demasiada cortesía en el debate migratorio. La gente debe hablar claramente. 

Pero Homan está equivocado en cuanto al hecho de que ingresar en el país sin autorización equivale a un “delito”. Como me informó hace años nada menos que el ex director de ICE, John Morton, la ley de inmigración está fundamentada, en su mayor parte, en el derecho civil. Así pues, contrariamente a lo que la gente cree—a menos que estén contrabandeando a una persona o alguna cosa, o que estén volviendo después de haber sido expulsados anteriormente—los que vienen al país sin invitación generalmente no cometen un delito. 

Homan se redimió cuando expresó lo siguiente: “Escuchen, no pueden quererlo todo. No pueden ser parte de este país y no respetar las leyes.” 

Bravo. Ése es otro problema de la izquierda pro-inmigrante. Enseña a los inmigrantes ilegales a exigir todos los beneficios de vivir libremente en Estados Unidos sin aceptar ninguna de las responsabilidades que los acompañan. 

Mientras tanto, en Texas, los que están ahora en apuros por decir la verdad son los activistas pro-inmigrante. Después de que se enfrentaran con legisladores por una ley que prohibiría que las ciudades se declararan “santuarios” para inmigrantes ilegales, las cosas se pusieron feas rápidamente. El representante republicano del estado, Matt Rinaldi, llamó a ICE para denunciar a un grupo de manifestantes mayormente latinos porque, dijo en su declaración, estaban cantando y sosteniendo carteles que decían: “Soy ilegal y estoy aquí para quedarme”. 

Oh, maduren de una vez. Después de que escribí una columna acerca del incidente, un airado lector me envió un mensaje para informarme que los carteles de ese tipo y los símbolos, como la bandera mexicana, son incendiarios porque es como si los manifestantes les estuvieran “refregando por las narices” el hecho de que están aquí y de que los estadounidenses no pueden hacer demasiado al respecto. Incluso si los deportamos, a menudo vuelven—especialmente si sus cónyuges e hijos son aprehendidos de este lado de la frontera. 

Por supuesto, como mencioné, hay una manera segura de deshacerse de los inmigrantes ilegales: Dejar de contratarlos y hacer nuestras propias tareas. Para muchos estadounidenses, sin embargo, ésa es una opción explosiva que se permiten contemplar. 

La cuestión es, no nos distraigamos y comencemos a atacarnos mutuamente por decir la verdad. En lugar de criticar a la gente por compartir nuestra desagradable realidad, deberíamos cambiar esa realidad.