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Para que Estados Unidos tenga éxito se requiere una clase media grande—y mayormente exitosa. El renacimiento de la clase media es prueba de optimismo. La pregunta persistente en este Día del Trabajo es si ese renacimiento perdurará. ¿O volverán los recuerdos de la Gran Recesión a perseguirnos?
Para que Estados Unidos tenga éxito se requiere una clase media grande—y mayormente exitosa. El renacimiento de la clase media es prueba de optimismo. La pregunta persistente en este Día del Trabajo es si ese renacimiento perdurará. ¿O volverán los…

[OP-ED]: El resurgimiento de la clase media es real

Este año, en el Día del Trabajo, la clase media norteamericana sobrevive. En verdad, se está expandiendo. Ésa no es la conclusión de algún arcano estudio…

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Las encuestas de opinión pública describen el cambio. En ellas, Gallup habitualmente pide a la gente que reporte su clase social. Se les da cinco opciones: clase alta; clase media alta; clase media; clase obrera y clase baja. En 2006, antes de la recesión, el 60 por ciento de los norteamericanos se identificó como clase media o clase media alta, mientras que el 38 por ciento escogió clase obrera o baja. Sólo un 1 por ciento se colocó en la clase alta. 

La crisis financiera 2008-9 y la Gran Recesión demolieron esos antiguos patrones de clase, según las mismas encuestas de auto-identificación realizadas por Gallup. La clase media se redujo drásticamente, en medio de un enorme desempleo, ejecuciones de hipotecas y pesadas deudas. Aun en 2015, el país estaba dividido casi en partes iguales entre los de clase media y media alta (51 por ciento) y los de las clases obrera y baja (48 por ciento). 

Pero ya no. En la última encuesta sobre identidad de clase, realizada en junio, Gallup halló que el 62 por ciento se colocó en la ampliamente definida clase media, mientras que sólo el 36 por ciento se identificó como clase obrera o baja. Los cambios, dijo Gallup, comenzaron en 2016, y demostraron que “la identificación subjetiva de la clase social se estabilizó cerca del patrón predominante observado antes de 2009.” 

No se trata de un error. 

La tentación es no hacer caso a los resultados de Gallup, como una excepción. No lo hagan. Karlyn Bowman, experta en encuestas en el American Enterprise Institute, de tendencia de derecha, pasa su tiempo buscando tendencias en las encuestas. Encontró que innumerables encuestas cuentan la misma historia. La gente tiene mayor optimismo. Muchas encuestas volvieron, como el estudio sobre clases, a patrones anteriores a la crisis. “Estamos de vuelta económicamente”, es la manera en que ella lo explica. 

Consideremos tendencias de tres encuestas que corroboran esta idea:

--Los puestos de trabajo son más abundantes. Una encuesta de Gallup de agosto halló que el 59 por ciento de los encuestados pensaba que era “un buen momento para encontrar un trabajo de calidad”. En 2009 y 2010, esa tasa se mantenía alrededor de un escaso 10 por ciento. 

--Más individuos piensan que están progresando. En julio, el 42 por ciento de los encuestados en una encuesta de Fox News reportó avances personales, mientras que esa cifra era del 23 por ciento en 2008 y superó el récord anterior del 41 por ciento. 

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--La mayoría de los trabajadores no piensa que sus puestos de trabajo serán enviados al exterior, contrariamente a muchos comentarios. Una encuesta de Gallup de este año reportó que nueve de cada 10 trabajadores no se sienten amenazados por la transferencia de puestos al exterior. 

No significa que los trabajadores norteamericanos no tengan preocupaciones. Pero el crecimiento en los puestos de trabajo, en 17 millones desde el punto más bajo durante la recesión, y la mejora salarial redujeron la ansiedad. 

En verdad, los salarios de muchos trabajadores de clase media quizás estén bajos. Las cifras del gobierno indican que las ganancias semanales medias crecieron casi un 2 por ciento anualmente entre 2012 y 2016. Pero esas cifras se ven deprimidas por la jubilación de los baby boomers bien remunerados y su reemplazo por trabajadores más jóvenes, peor remunerados. Cuando economistas de la Reserva Federal de San Francisco eliminaron esos efectos, los salarios medios crecieron casi un 4 por ciento anualmente para trabajadores de empleo a tiempo completo continuo. 

Todo ello es tranquilizador. Los valores de la clase media de orden, previsibilidad y responsabilidad personal no han desaparecido totalmente. La gente pudo pagar sus deudas o aumentar sus ahorros. La Encuesta de Consumidores de la Universidad de Michigan informa que la mitad de las familias dice que sus “finanzas mejoraron recientemente, la lectura mejor desde 2000,” señala el director Richard Curtin. 

Qué pasará con esta confianza de la clase media en la próxima (e inevitable) recesión es imposible de saber. Mientras tanto, suscita dos preguntas inmediatas. ¿Elevó la popularidad del presidente Trump? Y, segundo, ¿redujo el pesimismo sobre las instituciones norteamericanas, desde el Congreso hasta los medios? La respuesta a ambas parece ser “no”. 

He aquí cómo la Encuesta de CBS News evaluó el efecto sobre Trump en un informe reciente: “La tasa de aprobación del presidente Trump no ha cambiado desde junio y se mantiene en un 36 por ciento, mientras que las opiniones favorables sobre la economía de Estados Unidos continúan elevándose a alturas no vistas en 15 años. ... Los norteamericanos dicen que lo están evaluando más en cultura y valores que en cómo les va económicamente.” 

En cuanto a un efecto optimista sobre otras instituciones norteamericanas, no hay demasiado todavía. Gallup pregunta a los encuestados si tienen “bastante” o “mucha” confianza en 14 instituciones. El nivel promedio fue 35 en junio; el Congreso tuvo 12, las noticias de Internet 16 y las grandes empresas, 21. La institución que recibió la mejor tasa fue las fuerzas armadas con 72, seguida de cerca de las pequeñas empresas con 70. 

Para que Estados Unidos tenga éxito se requiere una clase media grande—y mayormente exitosa. El renacimiento de la clase media es prueba de optimismo. La pregunta persistente en este Día del Trabajo es si ese renacimiento perdurará. ¿O volverán los recuerdos de la Gran Recesión a perseguirnos?