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El nombre de Martin Baron estaba muy alto la semana pasada en Medellín, Colombia, la ciudad anfitriona del Festival Gabriel García Márquez de Periodismo en Iberoamérica. Ésta es una valla anunciando su discurso, el cual abrió el festival el pasado jueves…
El nombre de Martin Baron estaba muy alto la semana pasada en Medellín, Colombia, la ciudad anfitriona del Festival Gabriel García Márquez de Periodismo en Iberoamérica. Ésta es una valla anunciando su discurso, el cual abrió el festival el pasado jueves…

[OP-ED]: El Editor del Washington Post habló en español con acento americano

Bajo el liderazgo de Baron, el Post ha afrontado con gran éxito los escollos de la era digital, sobrepasando con miradas únicas el alguna vez invencible New…

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Bajo el liderazgo de Baron, el Post ha afrontado con gran éxito los escollos de la era digital, sobrepasando con miradas únicas el alguna vez invencible New York Times.

Con una traducción al español de su discurso en mano, Martin “Marty” Baron, el actual editor del Washington Post, rugió en Español algunas verdades de nuestra profesión; limpia y claramente, con un tierno acento americano de Tampa, pronunciando las “r” mediterráneas sin dificultad alguna y dirigiéndose a cientos de escritores e intelectuales, entre los mejores de Latinoamérica y España, que se congregaron la semana pasada en Medellín, Colombia, para el “Festival Gabo” de La Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), fundada en 1994 por el fallecido Premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez, el Gabo.

Este es uno de los mejores periodistas de nuestro tiempo, no sólo por su amplio mérito personal, que incluye el manejo decente del segundo idioma en los Estados Unidos (sí, el Español) poco frecuente entre sus predecesores, sino también una meteórica carrera que lo ha llevado desde el Miami Herald, Los Angeles Times, The New York Times, The Boston Globe y ahora, desde el 2013, al Washington Post.

A dondequiera que vaya ahora, Baron es inmediatamente asociado con la película ganadora del Oscar “Spotlight”, en la cual él no es el actor principal pero, incluso más famoso que su representante, el mismísimo personaje principal.

El actor Liev Schreiber lo personifica de manera magistral, mejorando (estoy seguro) la historia original para una audiencia crédula, dispuesta a creer tal historia fascinante de cómo Baron y un puñado de valientes periodistas del Globe obligaron a la influyente Iglesia Católica de esta ciudad a enfrentar públicamente los indecibles pecados de algunos de sus líderes y, posteriormente, pagarlos caro. 

Escuchando su discurso (“largo” según un amigo de Texas), Baron sin embargo habló persuasivamente sobre muchos tópicos (aquí el texto completo), siendo el más poderoso para mí su definición de “La Marca” (the Brand); en el caso de su jefe actual, la marca auténtica del periodismo llamada The Washington Post, construida sobre un panorama de batallas en el Periodismo americano, tal como el “Watergate”, otro episodio de la profesión elogiada por la película clásica All the President’s Men. 

Bajo el liderazgo de Baron, el Post ha afrontado con gran éxito los escollos de la era digital, sobrepasando con miradas únicas el alguna vez invencible New York Times, aprovechando los recursos proveídos por el nuevo dueño, el hijo del inmigrante cubano-americano Miguel Bezos, mejor conocido como Jeff Bezos, el hombre que construyó Amazon desde su garaje en Seattle, y que cuenta ahora con un valor personal neto calculado alrededor de los 72 billones de dólares.

Bezos pagó por esa “post-marca” sólo 250 millones de dólares americanos. Casi un “cuarto de dólar” de su fortuna personal. 

Más allá del edificio histórico del Post en All the President’s Men que fue vaciado, o los centros de impresión y equipos que la nueva tenencia ha reemplazado, o el personal en constante reorganización, el Sr. Bezos obviamente incorporó el valor de “la Marca”, el nombre construido por la gente que ya no existe, como el memorable Benjamin C. Bradlee. 

Baron denominó “la marca” en su discurso como “el alma” y “la brújula”, sin la cual el equipo y su líder estarían perdidos. 

“De manera más apropiada puede describirse como nuestra alma”, dijo, en un tierno Español. “Es nuestra brújula”, agregó humildemente. “Si la perdemos, nos perderemos”, concluyó con certeza. 

Pero en español, continuamos escuchándole decir de una manera casi poética: 

“Si la perdemos, nos perderemos…”

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