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Ésta es una sección de una pintura exhibida en uno de los pasillos de Cabrini University, representando las caras de los inmigrantes que la universidad ha servido por seis décadas de su historia como instituto. Algunos han venido de Centroamérica y…
Ésta es una sección de una pintura exhibida en uno de los pasillos de Cabrini University, representando las caras de los inmigrantes que la universidad ha servido por seis décadas de su historia como instituto. Algunos han venido de Centroamérica y…

[OP-ED]: Cabrini: Una Universidad para inmigrantes en la región de Filadelfia

Cabrini College, recientemente rebautizada Cabrini University, fue fundada como una institución muy modesta para la educación de inmigrantes pobres en la región

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La semana pasada asistí a mi primera reunión como miembro de la Junta de Fideicomisarios en una de las Universidades de nuestra región, con la más noble de las tradiciones.

Cabrini College, recientemente rebautizada Cabrini University, fue fundada como una institución muy modesta para la educación de inmigrantes pobres en la región de Filadelfia por una mujer extraordinaria cuya historia debería ser mejor conocida.

La Hermana Frances Xavier Cabrini, una monja católica nacida en Italia, fue enviada en el siglo XIX a América por el Papa junto con otras cuatro monjas para ayudar a la ola de inmigrantes que estaban llegando de Italia, tan pobres, analfabetos e indefensos como aquellos que llegan hoy de México o Puerto Rico.

La visión de la Hermana Cabrini, fundadora de la orden de Hermanas Misionarias del Sagrado Corazón, era muy simple:

Combatir la peste de la pobreza a través de la educación; el demonio de las injusticias de los hombres rezando por hombres más débiles a través del desarrollo del intelecto con el que fueron dotados los hombres.

La liberación, para la Hermana Cabrini, estaba de hecho en nuestras manos, mientras pudiéramos acceder a un libro para leer, a un profesor para que nos educara y a un ambiente donde los jóvenes pudieran ser juzgados por el “contenido de su carácter” y no por “el color de su piel”, como decía Martin Luther King.

En el caso de los Latinos, venidos sobretodo de países hispano-parlantes, no ser juzgados ni por el color de su piel ni por el acento de su inglés.

“Puede que hable pero no pienso con acento”, nos dijo la Dra. Antonia Novello, cuando vino desde Orlando a hablar sobre su experiencia como inmigrante en la Serie Nacional de Voceros en Al Día, en el Club de la Liga de la Unión por Filadelfia.

El ejemplo de la vida de la hermana Cabrini permanecerá, y me siento profundamente honrado de haber sido llamado a servir en la Junta de la Universidad que lleva su nombre.