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© Alberto Vourvoulias, 2014
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El temor del ébola se utiliza para alimentar los temores contra los inmigrantes

Para los refugiados y emigrantes, la ruta hacia Italia es despiadadamente difícil. Quienes llegan desde África y partes del Medio Oriente, como los cristianos…

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Para los refugiados y emigrantes, la ruta hacia Italia es despiadadamente difícil. Quienes llegan desde África y partes del Medio Oriente, como los cristianos que huyen de las guerras civiles en Siria e Irak, deben forjar su propio camino hacia los puertos sin ley de Libia. Las mujeres y los niños son victimizados con frecuencia mientras realizan la travesía que puede tomar varias semanas de viaje laboroso a través de tierras míseras y comunidades destrozadas por la guerra. Para quienes logran llegar, los traficantes de personas cobran los ahorros de toda una vida para empacarlos como sardinas dentro de barcos peligrosamente inadecuados que, al medio hundirse y medio flotar, encuentran el camino hacia las aguas internacionales. Al llegar allí, los traficantes desactivan sus naves totalmente, y todo queda en manos del destino. ¿Los encontrarán y rescatarán antes de que mueran de sed o que el balde se hunda en una tormenta?

En el barco no hay agua ni alimentos. No hay baños. No hay balsas ni chalecos salvavidas. A las mujeres refugiadas se les dice que no beban ningún líquido durante un día o más antes de embarcar para que no tengan que orinar. La cubierta de la nave está tan atestada que nadie más cabe. Cada superficie está ocupada por alguno que está sentado o parado. Estas personas están a la intemperie, al sol y al viento, la lluvia y la noche fría. Pero esto es mucho más preferible (y cuesta más) que estar abajo. En los compartimientos oscuros y faltos de aire, hasta el oxígeno se acaba y el humo de los motores del barco puede ser asesino. Si el barco se une, no hay manera de salir.   

Mientras algunos países europeos se rehúsan a rescatar a los emigrantes, negando la entrada de los barcos, aun arriesgando vidas, Italia adoptó la política de rescatar activamente a los emigrantes. La marina italiana intercepta estos buques de forma activa. Intentan identificar y arrestar a cualesquiera traficantes que se encuentren abordo. Los emigrantes son trasladados a balsas que están en buenas condiciones para navegar y llevados a los centros de admisión de refugiados en tierra. Los emigrantes son sometidos a un examen médico como parte rutinaria del proceso. Y es precisamente la cuestión de las enfermedades –o posibles enfermedades—portadas por los refugiados, a la sombra de las noticias sobre el ébola, que ha ocasionado un pánico leve en la ciudad sureña de Palermo.

El sindicato que representa a los agentes de la policía de Palermo, Sicilia, se encuentra en el proceso de entablar una demanda judicial colectiva para obligar al gobierno a mejorar y hacer cumplir protocolos de salud más estrictos con respecto a la detección de enfermedades portadas por los refugiados. La policía de inmigración de Palermo han estado reportándose enfermos, con una versión italiana de la “blue flu” (gripe azul- huelga de oficiales de la policía que fingen estar enfermos para protestar), la semana pasada, desde que brote de la ébola en África Occidental empezó a ocupar los titulares.  

El gobierno italiano arguye que existe casi ninguna posibilidad de que esto ocurra. Señala, de forma bastante razonable, que el recorrido lento y arduo, primero por tierra a través de África, y luego a través del mar, hace que sea muy poco probable que alguien infectado con una enfermedad tan debilitante pudiera pasar desapercibida. Además, señala que existen salones de aislamiento en los buques de la marina, y detección inicial en alta mar. Dice que es mucho más probable que si el ébola llega a Italia, sea por vía aérea y no marítima.   

No obstante, los temores de las enfermedades reales e imaginarias portadas por los emigrantes han sido alimentados por partidos políticos xenofóbicos como Northern League y los medios de comunicación asociados. Las publicaciones y sitios web relacionados con los grupos contra la inmigración han publicado declaraciones infundadas respecto a que el número de casos de tuberculosis y sarna ha aumentado notablemente entre los policías de Italia desde que la operación de rescate de los emigrantes en alta mar fue lanzada. Las estadísticas del gobierno no muestran tales aumentos. La gran cantidad de agencias no lucrativas y organizaciones de voluntarios que trabajan con los refugiados tampoco reportan cuestiones tales. 

Sin embargo, para los opositores políticos de la inmigración, los temores y beneficios políticos triunfan sobre los hechos. Para la derecha, existe la convicción de que se pueden obtener votos al alimentar la xenofobia. Y nada llama la atención de la gente de forma más eficaz, actualmente, que la palabra ébola. Evoca un mundo de otredad y peligro, y enmaraña la razón.   

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