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Víctima de la brutalidad policial solicita una segunda oportunidad

Najee Rivera perdió más que sangre cuando cayó víctima de la brutalidad policial. Perdió tres días de trabajo debido a las lesiones que sufrió, y el tiempo le…

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Najee Rivera perdió más que sangre cuando cayó víctima de la brutalidad policial. Perdió tres días de trabajo debido a las lesiones que sufrió, y el tiempo le costó su empleo. Pero ahora está presentando una solicitud para recuperarlo.

“Con el golpe del garrote de la policía perdí mi dignidad y el empleo de mis sueños”, dice Najee Rivera. “Después de la paliza que me dieron dos oficiales de la policía, en lo único que podía pensar era volver al trabajo”.

En el 2013, los oficiales Kevin Robinson y Sean McKnight afirmaron que Rivera los había agredido y se había resistido al arresto después de una detención de tránsito rutinaria en la sección de Fairhill de la ciudad. La novia de Rivera recorrió toda el área en busca de testigos. Por fin encontró unas grabaciones de vigilancia que exculparon a Rivera. El vídeo relataba una historia bastante diferente a la narrada por Robinson y McKnight.

Rivera no fue detenido. La patrulla de los oficiales cortó su camino mientras viajaba en su motocicleta. Luego salieron del vehículo y empezaron a golpear a Rivera con sus garrotes, mientras él gritaba pidiendo ayuda.

Luego de la aparición del vídeo, el Fiscal de Distrito Seth Williams inmediatamente retiró las acusaciones en contra de Rivera y empezó a investigar a los oficiales. Williams eventualmente los acusó con una larga lista de delitos: Agresión con agravantes, Agresión sin agravantes, Conspiración, la Imprudencia temeraria de otra persona, la Alteración indebida de los registros o información pública, Informes falsos a las autoridades del orden público, la Obstrucción de la administración de la ley, y Opresión estatal.

Reviera aceptó un pago de $200,000 de parte de la municipalidad. Pero lo que perdió no puede ser recuperado por esta modesta cifra.

En el momento en que fue atacado, Rivera llevaba alrededor de un mes de trabajar en el Hospital infantil de Filadelfia (CHOP por sus siglas en inglés) y estaba siendo evaluado para optar a un empleo fijo.

“Cuando fui contratado en el [CHOP] sentí que finalmente lo había logrado. No sólo la paga era el doble de cualquier otro trabajo que había tenido, sino que finalmente realizaba un trabajo del que me sentía orgulloso” dijo Rivera en su petición.

Después del incidente, a Rivera le pidieron que no se presentara al trabajo porque su “apariencia no era adecuada para que lo vieran los niños”. Tres días después, fue despedido, y al final de su período de prueba, el Hospital citó el tiempo que faltó al trabajo como motivo para no ofrecerle un trabajo fijo.

“Mi trabajo era lo que quedaba de mi dignidad y orgullo. Con todo lo que estaba pasando, era mi forma de mostrar mi valor propio y tomar control de mi vida. También era la mejor oportunidad que alguien con un diploma de bachillerato podía pedir. Podía pagar mis

cuentas, ahorrar dinero y tenía la ilusión de comprar una casa. Todo eso se desvaneció cuando el CHOP no me dio el trabajo, sin culpa alguna de mi parte”.

Rivera dice que el sueño de ser propietario de casa ya no es una posibilidad para él y que lucha por pagar sus cuentas y cuidar de su hija. Pero no está en busca de limosna sino de firmas (50,000, para ser exactos). Quiere que el CHOP considere su caso y le ofrezca una segunda oportunidad.