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Sharon R. López, Pennsylvania Bar Assotiacion
Sharon López quiere liderar un proceso de modernización al interior de la Pennsylvania Bar Association, una organización de 121 años de antigüedad que debe estar lista para abrirle las puerta a los abogados de la generación millenial. Samantha Laub/AL…

La latina al mando de la Pennsylvania Bar Association

Sharon López ha dedicado su vida al servicio de causas nobles: de activista por los derechos de las comunidades excluidas pasó a ser una abogada que desde los…

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Dice el dicho popular que a la mayoría de las personas no les gustan los abogados. Est, por supuesto, es hasta que necesitan uno. Y la verdad es que, tal y como son las cosas en este país, ninguno de los aquí presentes está exento de requerir en cualquier momento los servicios de un jurisconsulto.

Esa quizá sea suficiente razón para querer saber a dónde acudir en caso de emergencia: o sea, en caso de necesitar a alguien que pelee por usted en un tribunal, o alguien que le dé consejos para abrir un negocio, alguien que lo convenza de que no es normal sentirse abusado por su jefe o su arrendatario, o simplemente alguien que le brinde auxilio cuando de enfrentar un susto migratorio pueda tratarse. No hay persona en el mundo que no tenga derechos, y nadie mejor que un abogado para defenderlos. 

En Pensilvania hay cerca de 50.000 abogados repartidos en varias ramas del derecho: el penal, el administrativo, el comercial, el laboral, el no gubernamental e incluso el activista: defensor de los derechos humanos, ambientales y civiles. Eso, partiendo del último censo, da más o menos una razón de un abogado por cada 256 habitantes. 

Una de las organizaciones que agrupa a buena parte de esta comunidad de expertos en todo tipo de leyes es la Pennsylvania Bar Association, PBA —lo que en español se llamaría algo así como el Colegio de Abogados de Pensilvania–, una entidad que con sus cerca de 27.000 miembros afiliados es la organización de jurisprudentes más grande del estado; lo que la convierte en una especie de templo dedicado al estudio y permanente desarrollo de la ciencia y el ejercicio del derecho.

Según se lee en su página web, el propósito de la PBA es promover “la excelencia profesional de los abogados en todos los ámbitos de la práctica y en todos los rincones del estado”; una misión bastante ambiciosa para una comunidad que no para de crecer (son pocas las universidades de Filadelfia que no tienen una facultad de derecho). 

Es en este contexto en el que el nombre de una latina aparece y resuena en los pasillos de varios colegios. Se trata de Sharon López, una mexicana de nacimiento, latinoamericana de corazón y abogada por convicción que este año tomó las riendas de la PBA con un solo objetivo: seguir promoviendo la inclusión y la diversidad de voces en el mundo de las leyes, mundo que -en sus palabras- aún hoy es percibido como “un club de hombres blancos vestidos de traje y corbata”.

“Ella está conectando a la organización estatal con las asociaciones de abogados locales. Está ampliando el acceso profesional de los abogados en términos generales, y de latinas y latinos especialmente. Los abogados latinos de Filadelfia somos muy afortunados de poder interactuar con ella y ser testigos de su liderazgo”, Caroline Cruz, Deputy City Solicitor. 

Que lo diga ella, una abogada con más de 20 años de ejercicio profesional, no es poca cosa. ¿Cómo es posible que una sociedad cada vez más heterogénea aún carezca de suficientes profesionales que representen esa multiplicidad de orígenes y cruces culturales?

Para López esa premisa es mitad verdadera mitad falsa. Explica que una cosa es la percepción y otra muy diferente la realidad. Y la realidad para ella es que todas las personas son diversas en sí mismas porque cada quien está cruzado por diferentes identidades: se puede ser latino, afrodescendiente, católico y homosexual al mismo tiempo: eso hace ver el mundo de manera diferente. 

En el campo de los abogados ese tipo de diversidad o capacidad de ver el mundo de manera integral es fundamental.

“El papel de los abogados es el de garantizar que los fundamentos de nuestra constitución y nuestra sociedad sigan siendo justos y correctos. Y que la gente que no tiene voz, sean escuchados, incluso si no tiene mucho dinero”, asegura.

Abogados latinos, aún una minoría

Pero cuando se trata de hablar de quienes históricamente no han tenido voz, vale la pena entonces mencionar a los hispanos y “su pool” de abogados latinos. Con ellos sucede lo que pasa en los pueblos pequeños: todo el mundo se conoce. Y no es que la comunidad hispana sea precisamente la más pequeña de Filadelfia o Pensilvania, lo que pasa es que aún son muy pocos los latinos que escogen el camino de la jurisprudencia para ganarse la vida. 

¿Discriminación? ¿Pobreza? ¿Falta de acceso a educación de calidad? Posiblemente todas las anteriores; estudiar derecho hoy no es lo mismo que hace tres décadas, y aunque todas las personas son iguales ante la ley, no todos tienen igualdad de condiciones para estudiarla. 

Quizá por ello, y por ese aire parroquial que persiste en las diferentes comunidades latinas de Filadelfia, es que es relativamente fácil repasar la historia de sus hijos más ilustres en el mundo de las normas.

Fue por allá en 1965 que el primer abogado latino, Juan Silva, fue aceptado en el Colegio de Abogados de Pensilvania. A él lo siguieron Silvio Sanabria, en el 69, Nelson Díaz -el primer juez latino de una corte de Filadelfia, y Mari Carmen Aponte, la primera puertorriqueña aceptada como miembro de la misma asociación.

Así, con unos pocos pioneros abriendo camino, se fueron pasando los 70, los 80 y los 90; décadas en las que creciente una comunidad latina presentaba una mayor necesidad de servicios legales de calidad. Ese también es el contexto histórico del que parto Sharon López, nacida en México, criada durante los primeros años de su vida en Uruguay y llegada a los cinco a Pensilvania, en donde echó raíces como activista por los derechos de las comunidades LGBT, la lucha contra la epidemia del sida, los derechos civiles, de las mujeres y de los trabajadores. 

Con un grado universitario en sociología y español, y después de haber militado en causas sociales, López decidió que necesitaba más herramientas para seguir haciendo lo que tanto le apasiona: tratar de cambiar el mundo. 

Las encontró en la facultad de leyes de la Universidad de Widener y desde entonces, mediados de los 90, ha litigado y asesorado en temas de género, comunidad LGBT, derecho laboral, violencia intrafamiliar -y otros- a nivel estatal y federal.

Uno de los primeros en celebrar el nombramiento de López en la PBA fue precisamente el primer juez latino de Filadelfia, Nelson Díaz, quien aseguró que “[su llegada a la presidencia de la PBA] es un hito para Pensilvania por un lado porque la Philadelphia Bar nunca ha tenido un líder de las características de López, y por otro porque la Pennsylvania Bar demostró estar dispuesta a acabar con las prácticas históricamente discriminatorias en contra de los abogados de color en el estado”.

“[Su llegada a la presidencia de la PBA] es un hito para Pensilvania por un lado porque la Philadelphia Bar nunca ha tenido un líder de las características de López, y por otro porque la Pennsylvania Bar demostró estar dispuesta a acabar con las prácticas históricamente discriminatorias en contra de los abogados de color en el estado”: Nelson Díaz, ex juez de Filadelfia.

Por su parte, su colega y amiga, Caroline Cruz -Deputy City Solicitor- expresó estar contenta por el papel de López al frente de la PBA. Dice que ya como presidenta electa el año pasado inició una serie de esfuerzos para aumentar el tamaño y diversidad de la organización.

“Ella está conectando a la organización estatal con las asociaciones de abogados locales. Está ampliando el acceso profesional de los abogados en términos generales, y de latinas y latinos especialmente. Los abogados latinos de Filadelfia somos muy afortunados de poder interactuar con ella y ser testigos de su liderazgo”.

Esta líder, madre de familia, mujer solidaria y autoridad de la abogacía visitó la redacción de AL DÍA para hablar de su elección, del presente y el futuro de la PBA bajo su administración. Esto fue lo que dijo.

Usted fue elegida presidenta de la Pennsylvania Bar Association, eso la convierte en la primera latina al frente de esta organización que reúne a cerca de 27.000 abogados de todo el estado. ¿Qué significado tiene para usted?

Creo que estamos en un momento cumbre en el que muchos cambios se están dando y debemos estar listos para asumirlos. 

De alguna manera el que la asociación me haya nombrando antes como vicepresidente me ayudó a proyectar el camino para llegar a la presidencia este año. La asociación me seleccionó porque sabe que puedo generar un cambio en términos de inclusión de las diferentes voces que hacen parte de la organización y que podemos garantizar -porque así lo queremos- que todo el mundo participe en nuestras conversaciones. 

Entendemos que las elecciones tipo “plebiscito” no son la manera usual como la Pennsylvania Bar Association elige a sus presidentes, pero en su caso fue diferente: hubo una carrera. ¿Cómo fue eso?

Lo más común [en la asociación] es que un miembro del Board of Governors se postule a sí mismo; se trata normalmente de un tema de carrera: la gente hace su trayectoria para llegar a la presidencia de la asociación y eso se da de común acuerdo.

[En mi caso], teniendo en cuenta mi experiencia de activismo y campañas sociales, me sentía bastante confiada de poder transmitir mi mensaje al comité de nombramiento, compuesto por 33 personas. Lo que hice fue hablar directamente con cada uno, les pregunté cuáles eran sus preocupaciones para después explicarles por qué yo era la persona perfecta para asumir el cargo.

¿Cuáles eran esas preocupaciones?

En general les preocupaban tres aspectos de mi postulación: Mi poca experiencia como miembro del Board of Governors (o mesa directiva), mi ubicación geográfica (yo vivo en Lancaster y la sede principal de la organización se encuentra en Harrisburg), y que nunca antes me había postulado para el cargo sumado a que mi oponente ya había expresado su deseo de presidir la asociación.

¿Qué les dijo para ganarse su confianza?

Sobre lo primero, era apenas normal que me vieran como una extraña, ya que mi trabajo legal estaba más cerca de las comunidades que de los niveles administrativos de la organización. Sin embargo, traté de convencerlos de que ese tipo de liderazgo no era necesario para ejercer como presidente, porque lo que se necesitaba era saber trabajar con abogados y que en eso yo tenía la experiencia suficiente.

Sobre el segundo aspecto, les expliqué que soy una abogada que no representa solo un área del estado (Lancaster), sino que dada mi trayectoria profesional a nivel de trabajo comunitario tuve que recorrer todas las regiones del estado, además que he ejercido en el campo de las leyes federales y que he vivido en ciudades como Filadelfia y Lancaster. 

Sobre el tercer punto, les dije que era un momento muy importante para tener a una persona con perspectiva de cambios, con capacidad de organización y con habilidad de brindar confianza. 

La Pennsylvania Bar Association es una organización de 121 años de antigüedad. ¿Cuál es su propuesta para garantizar que siga tan robusta como lo ha logrado ser hasta ahora?

Mi propuesta se resume en tres puntos específicos: membresía, publicidad y consejerías profesionales.

Lo primero que hay que decir es que nuestra asociación es de carácter voluntario. En Pensilvania hay más de 50.000 abogados, 40.000 ejerciendo y de esos 27.000 se encuentran afiliados de manera voluntaria a nuestra organización. Mi objetivo como presidenta es que como asociación podamos crecer, ser más grandes, mejores y más relevantes.

Lo segundo, sobre el tema de publicidad o marketing, la idea es promover con más fuerza nuestro trabajo. Quiero promover el mensaje de que los abogados le prestamos un gran servicio a las gente, hacemos grandes cosas por la sociedad, incluso por las corporaciones (risas)… En resumen, hacemos muchas cosas buenas para que nuestra sociedad siga adelante.

En este tema los millenials son importantísimos, porque ellos son una generación de jóvenes colaboradores y sabemos que quieren ser parte de proyectos buenos. El punto es que si hacemos marketing para el futuro seremos capaces de mantenernos vigentes. 

Lo tercero es lo que tiene que ver con las consejerías profesionales; se trata de conectar a los abogados de Pensilvania con los recursos apropiados en el momento que los necesiten. La idea es garantizar que nuestra asociación sea capaz de ofrecer esas conexiones, y que asegure de que la gente tenga acceso a recursos. 

Volvamos al tema de ampliar las membresías, especialmente en cuanto a minorías se trata. Si tenemos en cuenta que a nivel nacional solo el cuatro por ciento de los abogados del país se identifican como hispanos y que quizá a nivel estatal sean más bajos, ¿cree que eso va a cambiar en un futuro corto? Cómo cree que la idea de que el derecho es una profesión exclusivamente para hombres blancos pueda cambiar?

Pongamos las cosas en contexto. Antes era más fácil ingresar a una escuela de leyes. Yo soy una baby boomer y por suerte pude asistir a una facultad muy económica. Ahora lo que tenemos son escuelas de leyes increíblemente costosas, y una competencia laboral que es muy difícil. 

Por otro lado, dentro de poco mi generación empezará a retirarse; eso sucederá en los próximos 10 años y tendrá un impacto en la profesión. La pregunta es ¿quién estará ahí para reemplazarnos? Demográficamente hablando, tenemos una gran brecha generacional y las generaciones X y Y no son suficientes para llenar todas las vacantes que se abrirán. Los llamados a llenarlas son los millenials, que son una clase muy grande.

¿Qué tiene que ver eso con el asunto de las minorías y con la asociación? 

Lo siguiente es mirar si esos estudiantes van a ser capaces de pagar su deuda. Ciertamente no me gustaría que un hijo mío fuera a una escuela impagable. Lo que hay que pensar es en no tener una deuda el resto de la vida y mantener la posibilidad de hacer lo que quieres hacer.

Lo siguiente es pensar en qué tipos de trabajos estarán disponibles para las futuras generaciones. Yo creo que sin importar cuántos baby boomers se retiren en los próximos años, la profesión sufrirá una especie de efecto Uber, en términos de modernización, y el verdadero reto es enfrentar esos cambios sin que nuestros servicios pierdan calidad y sigan protocolos éticos. 

En resumen, necesitamos dar acogida a todo abogado joven proveniente de una minoría que quiera ser parte de la asociación y que exista un conducto para los estudiantes de leyes que quieran ejercer su profesión.