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Nelson Diaz en el sala multimedia de la Redacción de AL DIA
Nelson Diaz en diálogo con nuestro editor y fundador, Hernán Guaracao, durante una reciente conversación en nuestra oficina de Filadelfia.

"Algunas Historias" que Nelson nos contó mientras cenábamos

Después de luchar durante toda su vida, Nelson ha construído un camino de 70 años de largo y otro tanto de ancho. Al compilar en un libro las experiencias de…

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Todos los que conocemos a Nelson Díaz en Filadelfia damos por sentado que sabemos todo acerca de él.

Suponemos que, dado que “siempre ha estado ahí”, no solo lo conocemos bien, sino que siempre estará ahí, siempre disponible en caso de que necesitemos preguntarle sobre la parte de su vida de la que no estamos seguros, o pedirle, incluso con más frecuencia, ese favor adicional para el que siempre él estará disponible, como el hombre de buen corazón, confiado y generoso que es.

La verdad es que Nelson ha llegado a la edad de 70 años y, en ese momento culminante de su carrera, él decidió hacernos otro favor, no solicitado pero igualmente gratificante para todos nosotros.

Ha dejado por escrito lo que él califica sin pretensiones “esas pocas historias que contaría durante la cena y eventualmente olvidaré", para entregarnos en un paquete la colección completa de ellas y, con ellas, la gran lección que representan los 70 años de su vida, ahora finalmente rescatada, compilada y preservada para la posteridad entre las 2 tapas duras y las 250 páginas de su propia autobiografía.

La primera impresión que se obtiene de su libro es que ninguno de nosotros conoce a Nelson lo suficiente.

Nelson emerge de las páginas de su muy bien escrita autobiografía como una persona diferente, quizá más creíble y mucho más auténtica, incluso más generosa y humilde. De cualquier manera, solo un resultado natural de la vida de un hombre que ha sido retado, probado arduamente, derrotado más de una vez, pero reconstruido por esas mismas formas extremas de adversidad de las cuales nosotros nunca habíamos oído.

En cada momento, superando el sufrimiento y los múltiples reveses, el muchacho puertorriqueño criado por una madre soltera en un barrio infestado de pandillas en Brroklyn, Nueva York, logra levantarse y caminar de nuevo hasta alcanzar, primero su grado de contador en NYC y luego su título de abogado en Philadelphia; luego, su White House Fellowship, en Washington DC; más tarde, la posición de Juez de la Corte de “Common Pleas” de Filadelfia; o, muchos años después, la influyente silla en la Junta Directiva de Exelon en Chicago. El mismo hombre que bien pudo haber terminado muerto de un certero balazo en las calles de Brooklyn, finalmente, plácido e influyente, al frente de una de las corporaciones más grandes del país.

"El primer latino"

En cada estación de su carrera, Nelson fue con frecuencia "el primer latino.” Como lo fue cuando, en el último tramo de su carrera, se atrevió a lanzarse como candidato a la posición de alcalde de la ciudad de Filadelfia, hace apenas tres años.

El viaje de su vida a lo largo de 70 años sin duda ha abierto un camino, uno del que las generaciones presentes y futuras que lo seguirán pueden aprender y, con muchas más ventajas que las que tuvo Nelson, ciertamente mejorar.

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Aunque él de alguna manera haya allanado el camino, la fuerza interna que ha guiado la vida de Nelson —ya provenga del hervor su sangre taína, o de su indoblegable fé cristiana— es algo que las nuevas generaciones no pueden olvidarse de añadir a su propio viaje.

A pesar de sus consecutivos e incontables reveses, Nelson Díaz emerge de la narración en su libro invicto —”destruído, pero no derrotado”— con su conocido brío intacto, ofreciéndonos un valiosísimo regalo a sus lectores, en momentos en que se acerca el final de su carrera profesional:

"Es simplemente mi historia", aclara él, escribiendo en el prefacio de su autobiografía.

"...espero que les llegue a los que lo lean, (y) les recuerde lo que es posible…”