Cómo fomentar el éxito de los latinos en la educación superior
En un foro organizado por AL DÍA News, la renombrada experta en educación Deborah Santiago destacó las oportunidades en manos de las instituciones académicas…
Para Danny Cortés, fue un momento crucial para entender la situación de la educación de los latinos en Filadelfia.
Ocurrió hace 30 años, cuando el actual vicepresidente ejecutivo y jefe de gabinete de Esperanza College era entonces pastor de la Primera Iglesia Baptista de Filadelfia, en Norris Square. Cortés aún se acuerda del día en que una joven latina se presentó en su clase dominical como una estudiante de honor de uno de los mejores institutos de secundaria de la zona.
Impresionado por tal distinción, Cortés le preguntó a la chica si podía empezar la clase leyendo en voz alta un versículo de las escrituras. No era un versículo complicado, pero la alumna tuvo problemas para leer el texto y en diversas ocasiones “tropezó con varios pasajes”, recuerda.
La propia hija de Cortés, que entonces era alumna de octavo grado, tuvo que ayudar a la joven a descifrar algunas palabras.
“Y eso que era una estudiante de honor del Distrito Escolar de Filadelfia”, dice Cortés. “Estaba en la Lista de Honor pero, a todos los efectos, estaba al límite de analfabetismo”.
Cortés recordó esta anécdota frente a una cincuentena de profesionales del sector de la educación que asistieron el pasado jueves 30 de noviembre al primero foro organizado por AL DÍA News sobre el progreso de los latinos en educación post-secundaria. El evento, titulado “Fomentando el progreso de los latinos en la educación superior: lo que sabemos y lo que podemos hacer” (“Advancing Latino Success in Higher Education: What We Know and What We Can Do”), tuvo lugar en el Pyramid Club.
Esperanza College es la única institución que forma parte de la Red de Instituciones de Atención a Hispanos (HSI, por su sigla en inglés) del estado de Pensilvania, lo que significa que el 25 por ciento del total de sus alumnos a tiempo completo son hispanos. Como portavoz del centro, Cortés tuvo la oportunidad de pronunciar unas palabras a los asistentes del foro antes de la presentación que llevó a cabo la experta en educación latina Deborah Santiago.
Para Cortés, hoy en día, tres décadas después de esa clase dominical, poco “ha cambiado” en relación a la educación de la comunidad latina en Filadelfia, teniendo en cuenta que los institutos de secundaria de la ciudad donde se concentra el mayor número de estudiantes hispanos “continúan estando a la cola en rendimiento académico”.
El puente entre las escuelas urbanas de distrito y las instituciones de educación superior está roto, y “los latinos son principalmente población urbana”, remarcó Cortés.
Superar las dificultades que entorpecen el progreso de los latinos en la educación superior supone un reto enorme e intimidatorio, pero Cortés afirmó que “no estamos llamados a acobardarnos ante los retos, o a poner excusas; estamos obligados a encontrar una solución”.
“Fomentar el éxito de los latinos en la educación superior es una tarea de valientes”, dijo Cortés.
Para Deborah Santiago, retos como el que plantea Cortés generan un abanico de oportunidades para aquellas instituciones de educación superior que deseen prestar mejor servicio a los estudiantes latinos.
Santiago ha convertido la educación de los latinos en el trabajo de su vida. Fue directora ejecutiva del programa de la Casa Blanca para la Excelencia Educativa de los Hispanoamericanos, y en la actualidad es la COO y vicepresidenta de Excelencia en Educación, una organización que fomenta el éxito de los latinos en la educación superior mediante análisis de datos y la defensa de prácticas institucionales que respaldan el rendimiento académico de los estudiantes latinos. Su trabajo ha tenido influencia en las políticas educativas a nivel estatal y federal.
Dando muestras de la pasión que siente por este tema, Santiago destacó el progreso conseguido en los últimos años en lo que se refiere al rendimiento educativo de los latinos, aunque compartió con la audiencia un dato preocupante: a pesar de que el número de latinos que accede a educación superior ha alcanzado niveles históricos, la proporción de los que se gradúan sigue siendo muy baja. Sólo el 15 por ciento de los latinos en EE.UU. obtiene un título superior o universitario, en comparación a la media nacional, que es del 39 por ciento.
“Esta brecha es la que genera nuevas oportunidades de acción”, dijo Santiago.
Antes de empezar el foro, Santiago explicó a AL DÍA News que confiaba en poder “informar, inspirar y llamar a la acción” con su discurso.
“Quiero aportar una perspectiva institucional que proporcione a los asistentes nuevas ideas sobre cómo mejorar el éxito de los latinos en las instituciones académicas donde trabajan; sea cual sea su posición”, afirmó.
Santiago aclaró también que para muchos latinos lo más probable es que sea la primera vez que asisten a la universidad, y describió algunos de los principales obstáculos a los que enfrentan para lograr el éxito académico:
Asequibilidad: Los latinos suelen tener ingresos más bajos que otros grupos, así que costearse los estudios superiores puede ser un problema.
Preparación: Los latinos suelen concentrarse en escuelas K-12 sin recursos suficientes para preparar adecuadamente a sus alumnos para la educación superior.
Responsabilidades: Los estudiantes latinos a menudo combinan sus actividades académicas con responsabilidades familiares importantes.
Santiago es consciente de que no todos los líderes, miembros de la facultad o administradores empleados en educación superior tienen (o tendrán) la empatía suficiente para comprender los obstáculos que bloquean el progreso académico de los latinos.
Por eso, la experta concentra sus esfuerzos en ofrecer a los educadores que entienden la importancia de fomentar el progreso de los estudiantes latinos los recursos necesarios para empezar un diálogo significativo y duradero sobre este tema con sus colegas y superiores.
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Santiago desglosó al detalle lo que significa para una institución atender adecuadamente las necesidades de los estudiantes latinos, así como diversas vías a su alcance para conseguirlo, basadas en tres aspectos: datos, medidas prácticas y liderazgo.
Recolectar y analizar datos sobre el rendimiento económico de los latinos es crucial, dijo Santiago, especialmente cuando se trata de comunicar las necesidades de un colectivo a políticos y líderes de instituciones cuyas motivaciones principales no son temas tan importantes como la “igualdad, la equidad y la justicia social”.
A la hora de negociar con estas personas, Santiago explicó que es útil destacar el hecho de que los latinos son una fuerza de trabajo joven y en rápido crecimiento en el país, y que asegurar que esta fuerza de trabajo tenga acceso a una buena educación beneficiará a la sociedad entera.
Según Santiago, uno de cada dos contribuyentes de la Seguridad Social en los próximos treinta años será una persona negra o “marrón”.
Santiago preguntó a los asistentes al foro si sus instituciones están proporcionando suficiente ayuda financiera a los estudiantes latinos, y si el cuerpo facultativo del centro refleja la misma diversidad que hay en sus aulas.
Por otra parte, la experta en educación recalcó que no es suficiente con llevar un recuento de cuántos latinos se matriculan en un centro; también es importante tener en cuenta cuántos terminan los estudios.
“El acceso a los estudios es importante, pero no podemos desentendernos en este punto”, dijo Santiago.
Santiago destacó un número de medidas que han demostrado ser útiles para muchas instituciones educativas para ayudar a los alumnos latinos a completar sus estudios.
Modelos de cohorte: Los estudiantes se benefician de aprender con y de otros alumnos de su edad.
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Tutorías de orientación: Impartidas por un miembro de la facultad, un compañero o un profesional del campo elegido por el estudiante, pueden cambiar el terreno de juego.
Profesores de instrucción complementaria, asistentes de enseñanza o compañeros de clase: pueden tomarse tiempo fuera de las horas normales de clase para trabajar con estudiantes latinos, proporcionando refuerzo y ayuda para seguir las lecciones del curso.
Santiago hizo otra significativa distinción: cuando se trata de programas destinados a mejorar el rendimiento de los latinos, la calidad va por encima de la cantidad.
“No se trata de cuántos programas se llevan a cabo, sino de su nivel de impacto”, dijo Santiago.
Después pidió a los asistentes que se cuestionaran si en sus centros se hace un esfuerzo por incluir expresamente a los latinos en este tipo de programas y, si es así, cómo afecta su participación en su éxito académico. En el caso de que no estén participando, ¿a qué se debe?, les preguntó Santiago.
Por ejemplo, si una universidad ofrece un programa de tutorías, ¿se tiene en cuenta que muchos estudiantes latinos compaginan los estudios con un empleo y están obligados a desplazarse a diario de la ciudad a la escuela?
“Ya pueden tener los mejores programas de apoyo en su campus, pero si ningún estudiante participa no sirve de nada”, dijo Santiago. “Los estudiantes tienen sus vidas, tienen cosas que hacer. ¿Cómo podemos redefinir nuestros servicios de apoyo de acuerdo con las realidades diarias de estos estudiantes?”, planteó.
Teniendo en cuenta que muchos estudiantes latinos representan la primera generación de universitarios en sus familias, a menudo sus padres no entienden el nivel de compromiso que exige la educación superior. Esta falta de comprensión por parte de los padres puede conllevar una sobrecarga de responsabilidades familiares para el estudiante que entorpece sus posibilidades de completar los estudios.
Sin embargo, Santiago ha constatado cómo diversas instituciones han logrado mediante programas específicos trasladar exitosamente las necesidades de los estudiantes a los padres latinos. Abordar la percepción errónea de los padres puede marcar la diferencia.
“Si los padres son conscientes, serán su mejor aliado y defensor a la hora de conseguir que un alumno consiga el respaldo necesario fuera de clase para su éxito”, señaló.
Para acabar, y quizás ésto sea lo más importante, Santiago enfatizó que si una institución está de verdad comprometida con incrementar el número de estudiantes latinos en sus aulas y asegurar que terminan los estudios, debería concentrar sus esfuerzos en construir una relación de confianza con la comunidad latina. Las escuelas deberían ser las primeras en tender la mano.
La dirección de una institución educativa debe estar comprometida con prestar mejor atención a los estudiantes latinos, pero Santiago cree que este compromiso no puede quedarse en el presidente de la junta. Tanto el profesorado como el equipo administrayivo del centro deben estar de acuerdo con esta visión y trabajar juntos con el objetivo de asegurar que los estudiantes latinos consigan terminar con éxito los estudios.
Donald B. Taylor, presidente de Cabrini University, ha trabajado para crear este ambiente de trabajo en su institución. Encargado de cerrar el foro, Taylor dio un discurso para explicar cómo Cabrini, en camino de convertirse en una institución HSI, ha conseguido doblar la diversidad en sus aulas en los últimos cinco años.
La escuela ha pasado de tener un 2 por ciento de alumnado hispano a tener un 17 por ciento en sólo tres años, y en 2017, la mayoría de estudiantes admitidos en el centro fueron estudiantes de color. Según Taylor, Cabrini ha conseguido estos progresos gracias a haber formado alianzas con escuelas de distrito de primaria y secundaria (K-12) ubicadas en áreas de Filadelfia donde se concentran habitantes de minorías.
El presidente de Cabrini también se ha esforzado por asegurar que el profesorado y la administración del centro trabajen en armonía con la visión inclusiva marcada por la dirección. La institución ha invertido de forma significativa en talleres y cursos de formación para que los profesores aprendan a llevar con éxito un modelo de educación intercultural.
Estos talleres son obligatorios para todos los miembros de la facultad, explicó Taylor, y no están planteados como un compromiso eventual. “Formarán parte de un programa de desarrollo profesional continuado y se impartirán cada año, cada semestre, porque siempre habrá gente nueva incorporándose a nuestro equipo”, añadió el presidente de Cabrini.
Santiago confía en que un día sus esfuerzos ya no serán necesarios y que todas las instituciones educativas se darán cuenta por sí mismas del valor que tiene promover el éxito académico de los latinos. Aunque se han logrado grandes avances, Santiago es consciente de que aún queda mucho trabajo por hacer –y de que un creciente número de educadores están dispuestos, y preparados, para ayudar–.
“Podría pasarme todo el tiempo del mundo tratando de convencer a la gente de que es un tema muy importante, pero hay gente e instituciones muy preparadas, que pueden hacer mucho más que yo”,dijo Santiago. “Por eso necesitamos capitalizar estas oportunidades, y mostrar a la gente lo que es posible conseguir”, concluyó.
Para más información y recursos sobre el éxito académico de los latinos, visite la web edexcelencia.org
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