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Francisco Miranda: Un ‘criollo universal’ que se reunió con nuestros Padres Fundadores en Filadelfia

Hace más de 200 años el líder venezolano arribó aquí y frecuentó figuras prominentes como George Washington, Alexander Hamilton, Henry Knox, Samuel Adams y…

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“Libertad, independencia y autonomía”. Todas palabras que se refieren directamente a una sensación más que a un estado físico, palabras que parecen pertenecer solo a una temprana edad de crisis, a una coartada adolescente en lugar de a un ideal internacional maduro y bien sostenido.

Esos eran, de hecho, los principales conceptos filosóficos en las reflexiones del joven Miranda cuando salió de su ciudad natal de Caracas en 1771, con ganas de unirse al ejército español.
Nacido en una familia mixta (hispanoamericana), Francisco de Miranda fue un fenómeno cultural altamente educado, muy por delante de la perspectiva bélica y violenta que tuvo mientras condujo batallas navales. A pesar de que su carrera militar fue amplia y llena de conflictos morales, sus investigaciones intelectuales se han convertido en inmortales. De breve literato a pionero transcultural, sus obras en traducción y su laborioso trabajo en la difusión de los ideales libertarios, le han ganado la reputación de un hombre de palabras y de política.

Pero después de años de reducciones, abstracciones bibliográficas y la omisión de personajes secundarios en la historia universal, su legado ha sido eclipsado por la explotación de personajes principales como Simón Bolívar, George Washington y Napoleón Bonaparte en la cultura visual del siglo 21.

Solo unos cuantos “geeks de historia” encuentran interesante e incesante su compromiso con la Independencia Americana y la difusión de una “proto-democracia” en una época en la que la esclavitud y el colonialismo eran la base de la capital.

Después de huir de un encarcelamiento injusto en La Habana en 1783, Miranda se dirigió hacia el norte para estudiar la Revolución americana, frecuentando a George Washington, Alexander Hamilton, Henry Knox, Samuel Adams y Gilbert M. de la Lafayette, delineando el primer proyecto de independencia para toda Hispanoamérica para luego volver a Londres.

La primera aproximación racional de Miranda a la política fue a través de la traducción de la carta a los hispanoamericanos por Juan Pablo Viscardo y Guzmán (jesuita peruano que fue expulsado en 1767 y que se trasladó a Europa) quien dejó todo su papeleo en manos de Rufus King, embajador de Estados Unidos en Londres en aquel entonces, y amigo cercano de Miranda. Esta amistad permitió la traducción de la carta del francés al inglés y su publicación en la imprenta P. Boyle Press, con una impresión falsa en Filadelfia. (Esto podría añadir más sentido a la estatua de Miranda creada por Lorenzo González, al otro lado del Planetario Fels y el Instituto Franklin).

Citando a Georges L. Bastin: Miranda y Viscardo fueron los precursores criollos de la revolución política en América Latina, que surgió de un debate transcultural y un conjunto internacional de ideales morales. Podemos imaginarnos el abrumador descubrimiento en manos de Miranda, una carta que comenzó alrededor de 1792, mencionando el aniversario de la colonización y lanzando desde allí un enfoque aún más filosófico a la emancipación, y por lo tanto, el fundamento de una nación americana independiente.

Para Miranda, un hombre que había viajado por el mundo y acogido la diversidad cultural en nombre de la libertad y la igualdad,  fue una pieza incisiva de información.

Viscardo aplaudía el valor de las colonias inglesas al declararse a sí mismas libres, la organización de su territorio y la construcción de la primera república americana. Miranda también se dedicó a la Independencia de Estados Unidos, pero sus planes de liberar a Hispanoamerica fueron pospuestos debido a la traición de Dumouriez en París en 1793, seguido por su encarcelamiento.

Tras tres años de procesión en varias prisiones, Miranda finalmente recobra su libertad y vuelve a su vida política, fundando en 1797 del Consejo de Diputados de las Provincias del Sur con José del Pozo y Sucre y Manuel José de Salas, recopilando intereses mutuos con Bernardo O’Higgins y recibiendo una solicitud de Manuel Gual en Trinidad pidiendo unir sus fuerzas.

Durante los primeros años del siglo XIX, Miranda creó un programa completo y la declaración de emancipación, especificando maniobras militares, una estrategia política provisional, y una proclamación de libertad. Tras un intento fallido de arribar en Ocumare (Venezuela), donde por primera vez elevó la bandera que diseñó para su país de origen, Miranda volvió a Londres y comenzó una promoción epistolar del Movimiento de Independencia con criollos en Caracas, Buenos Aires y otras poblaciones. Es bien sabido cómo lo traicionaron amigos como Bolívar, y cómo terminó su vida en La Carraca, España, donde sus restos fueron abandonados.

Francisco de Miranda fue el primer latinoamericano universal, un profeta cultural cuyo mérito fue la noción de América como un concepto universal, la primera idea clara sobre América desde el comienzo de la dominación colonial. Dejó 63 volúmenes de su proyecto Colombeia, una idea ilustrada y basada en la población principal como un todo. Él fue el único líder que se reunió con Washington, Bolívar, Napoleón, Bello, Pitt, O’Higgins, Sucre, Catalina de Rusia, Luis Felipe, Wellington y Danton.

Hoy, doscientos años después de su muerte, muchas de sus creencias son todavía actuales si no es que aún no se han considerado. Nuestro continente se convirtió en un cuerpo desmantelado de países que comparten un pasado importante, pero que parecen haberlo olvidado. Nuestra codicia y la necesidad de seguir un modelo hegemónico nos hizo dejar de lado nuestras raíces y malcomprenderlas como un proceso de identidad aún por lograr. Sus 63 volúmenes fueron dejados en un armario y sus sueños fueron utilizados para empresas políticas en los siguientes años, dejando atrás una cantidad de monumentos con su nombre, con que muy pocos jóvenes  pueden relacionarse.

Hace doscientos años el primer criollo universal murió con solamente un amigo a su lado, después de haber soñado una América unificada que hoy en día está enfrentando el panorama político más agresivo en muchos años. Muros se están construyendo; poblaciones enteras están huyendo de su país y convirtiéndose en refugiados políticos en otro sitio y nuestra mitad indígena es más pobre que nunca. Tal vez es hora de volver a pensar si alguna vez hemos sido independientes en absoluto, o si, por el contrario, solo cambiamos patrones.