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Benigno Sánchez-Eppler with Haverford College students inside "Quaker House," an intentional shared-community living space on the first floor of a Haverford dorm building. Photo: Mónica Marie Zorrilla/AL DÍA News

Raíces Cuáqueras: Benigno Sánchez-Eppler y la Hospitalidad Espiritual a través de las fronteras.

La Virgén de Guadalupe, La Virgén del Cobre y La Virgén del Rosario son las imágenes veneradas en las velas vendidas a tres dólares en los mercaditos de los barrios. San Lázaro, San Antonio y San Juan son rezados también, pero sus poderes no pueden competir con los de las entonaciones en Yoruba que los abuelitos suelen decir antes de colocar vasos llenos de agua por toda la casa para absorber malos espíritus.

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La Virgén de Guadalupe, La Virgén del Cobre y La Virgén del Rosario son las imágenes veneradas en las velas vendidas a tres dólares en los mercaditos de los barrios. San Lázaro, San Antonio y San Juan son rezados también, pero sus poderes no pueden competir con los de las entonaciones en Yoruba que los abuelitos suelen decir antes de colocar vasos llenos de agua por toda la casa para absorber malos espíritus.

La Nochebuena, El Día de los Muertos y El Día de Reyes siempre han simbolizado más que regalos, colores o la espera de Santi Clau. Estas memorias ilustradas de las tradiciones religiosas latinoamericanas, escasamente reconocen la existencia de otras creencias dominantes como el Judaísmo, el Islam y mucho menos aquella que muchos habitantes de Pennsylvania mantienen en privado: el Cuaquerismo. De hecho, Latino América posee un 18% de los cuáqueros del mundo, a pesar del estereotipo tan sesgado en el que todos los Cuáqueros del mundo están radicados aquí en Pennsylvania; su presencia en Latino Ameríca está siendo reconocida por muchos líderes y académicos que quieren cerrar los espacios entre las culturas del Norte y del Sur del continente, y las distancias entre el Cuaquerismo y la espiritualidad en sí misma.

Uno de ellos es el activista y misionero Benigno Sánchez-Eppler, un cubano que dejó la isla en los 70 escapando en la ruta hacia Miami; optó por una educación en la estricta Massachusetts tras recibir su diploma en la Secundaria de Miami Springs; se enamoró y encontró su religión en Inglaterra, transformándose en profesor en Amherst y, en algún lugar del camino, terminó de vuelta en el origen, desarrollando un currículum ambicioso de paz, justicia y derechos humanos en el Instituto Cuáquero Cubano de Paz en Holguín.

Benigno (en mejor manera cuáquera), se sienta casualmente en la humilde sala de estar de un complejo estudiantil de Haverford College, el pasado Jueves y se come una hamburguesa mientras habla apasionadamente sobre su trabajo en un círculo compuesto por 20 estudiantes curiosos, provenientes de un abanico de religiones y trasfondos culturales. Como parte de la Semana de Vida Espiritual y Religiosa en la exuberante Institución de artes liberales de Main Line, enraizada en los valores Cuáqueros, Benigno habló de asuntos tanto íntimos como de todos los matices (como la cena con la Alianza de Estudiantes Latino Americanos y su taller de traducción), sobre su dedicación al Comité de Consulta Amigos del Mundo, Peregrinaje Juvenil Cuáquero, la conversión de los textos Cuáqueros desde el inglés al español para servir a amigos en Latinoamérica, y su liderazgo como ministro en Bolivia, Costa Rica, Cuba, Perú y los Estados Unidos. ¿Cuál es el primer enfoque de sus charlas de visita, lecturas y residencias? La “hospitalidad Espiritual”.

Y, aunque a usted pueda importarle poco la religión o la espiritualidad, Walter Sullivan, el Director de los Asuntos Cuáqueros en la Universidad de Haverford, entonó durante la mencionada cena que ahora, en el calor decisivo del ciclo electoral, todos podemos tomar algo de las creencias y el activismo de Beningo, acompasando la “Hospitalidad Espiritual”, sobretodo al contemplar las consecuencias de los inminentes resultados en la noche del 8 de Noviembre.

Al transcribir todas las poderosas palabras que Benigno compartió con este grupo de estudiantes, mientras comía patatas frías, no le haría honor a la aproximación tan históricamente nutrida y multifacética que hizo sobre la hospitalidad espiritual, y coincidentemente, tomaría aproximadamente 20 páginas web, pues Benigno (como cualquier cubano) ¡Es un parlanchín! Para resumir la historia detrás del concepto en cuestión, Benigno primero dio un repaso por la historia general del Cuaquerismo que, irónicamente, no es tan pacifista como sus seguidores. La ruptura entre el Hicksite y los Ortodoxos en el siglo XVIII puso a la mayor parte de los Cuáqueros en dos extremos del espectro: aquellos que creían en la divinidad de Cristo y aquellos que ponían su Fe primaria en la experiencia directa con el amor de Dios y su guía, mejor conocido como el concepto de la “Luz Interior”. Esto exacerbó las diferencias entre los Cuáqueros en Norteamérica, llegando incluso a transformar a estos pacifistas en extremistas opuestos al matrimonio entre las diferentes casas de su denominación.

De esta manera, en Latinoamérica, donde la mayor parte de los Amigos son Evangélicos y Ortodoxos, pareciera que la posibilidad de que los Cuáqueros del Norte y del Sur se encuentren en un espacio sagrado para aprender, crecer y emerger de manera culturalmente armónica y fuerte de espíritu, no era posible, y durante la mayor parte de los siglos pasados, virtualmente imposible.

La matanza de la Fe y de la carne que espeluznantemente siguió a la Primera Guerra Mundial, incitó la reevaluación de la condición humana y su hospitalidad, derivando en el nacimiento del Comité para la Consulta de los Amigos del Mundo en Swarthmore. La meta era, de manera superficial, unir a Amigos de todas partes del globo, pero el meollo del Comité era abrir corazones y mentes para el proceso reflexivo que permitiría un conocimiento más profundo s profundo miento m partes del gra el proceso reflexivo que permitir, de manera superficial, unir a Amigos de todas partes del globo. Pero la meta del Comité era abrir los corazones y las mentes para un proceso reflexivo que pudiera permitir un entendimiento más profundo y una empatía para con la otredad. Esto era, por supuesto, particularmente imperativo durante un período de tiempo en el que el mundo estaba cayéndose a pedazos por la intolerancia religiosa y étnica, por actitudes tóxicas de aquellos que son diferentes de nosotros y que han resurgido como un paralelismo espeluznante en el siglo XXI.

Benigno, junto con otros integrantes del Comité (que, a través de la Oficina de las Naciones Cuáqueras Unidas, comparte el estatus consultativo con el Comité Económico y Social de las Naciones Unidas), ha estado manifestando su compromiso con el Testimonio de la Paz hacia una relación  más inclusiva y espiritualmente hospitalaria con las Américas, tanto del Norte, del Centro y del Sur, para convocar a todos los jóvenes Cuáqueros de Norte América, de todas las prácticas espirituales y de todas las perspectivas teológicas que se han sucedido en el Cuaquerismo, a vulnerabilizarse entre ellos y con otras culturas, lenguas, maneras de devoción, sombras, climas políticos y territorios en Latinoamérica.

Un estudiante de Haverford College que acompañó a benigno en uno de aquellos viajes de la Juventud Cuáquera, recordó que si bien algunas de las reuniones podían durar hasta ocho horas en alcanzar un consenso sobre aspectos aparentemente triviales en el ministerio entre Norteamericanos y Bolivianos (como qué tan apropiado podría ser acurrucarse… sí, acurrucarse), fue una de las experiencias más gratificantes que ha tenido en su vida. La práctica de la hospitalidad espiritual, y los cambios naturales que le proceden, le hizo una mujer mucho más consciente tanto social como culturalmente.

Entonces, ¿cómo trabaja la hospitalidad espiritual en las prácticas sexuales, gubernamentales, políticas y hasta en el jardín en el que tu profesor cubano asa un lechón? (considerada la hospitalidad como el acto de recibir completamente a aquellos contra quienes chocan nuestros principios espirituales y nuestros trasfondos). Para Benigno, va más allá de simplemente ser gentil y adecuarse a lo políticamente correcto con tal de guardar la cara y ser educado. La “Hospitalidad Espiritual” llama al amor, a la preocupación mutua, a la integridad, la abnegación, la ternura, sensibilidad y a la disposición para escuchar: “en vez de comprometerse e intentar encontrarse en la mitad, lo cual es casi imposible normalmente y hace a la gente muy infeliz”, dice Benigno, “se trata de reconocer a aquellos en los extremos opuestos del espectro y no pelear su existencia. De esa manera, teologías, etnias y culturas pueden volverse más fuertes juntas sin tener que estar siempre de acuerdo”.

En los Estados Unidos, persiste la incertidumbre y las actitudes hostiles están al borde del abismo, donde causarían una destrucción masiva espiritual llegado Noviembre. En América Central y del Sur, la seguridad del sufrimiento y la incertidumbre de cuándo acabarán la corrupción y la violencia, están logrando que el compromiso con la paz y la apertura susciten más miedos. En Cuba, donde la incertidumbre está decayendo tras casi seis décadas de puños y bocas cerradas, las mareas de ideologías y necesidades están diseminándose en pueblos lapidados y descongelando la helada del estancamiento. Aún así, tanto para Benigno como para los Cuáqueros del Instituto Cuáquero Cubano de Paz, para los estudiantes de Haverford College e incluso para los miembros de las Naciones Unidas, la solución para estas inseguridades yace sobre el deseo y la práctica de hacer un hogar los unos con los otros, unificados en espíritu hacia la justica, la piedad y la verdad.  

 
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