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La artista Rozana Pérez-Méndez reflexiona sobre la caprichosa naturaleza de la identidad de Puerto Rico en una nueva exposición en el Taller Puertorriqueño.
 
 

Quien a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija

La nueva exposición de Roxana Pérez-Méndez, Quien a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija en el Taller Puertorriqueño presenta una dinámica meditación sobre la percepción y construcción de la identidad portorriqueña. A base de mezclar imágenes ilusorias hechas a base de hologramas, así como diferentes registros de audio y video, fotografías y cuadros de los archivos del Taller Puertorriqueño, Pérez-Méndez consigue destacar la particular personalidad polifacética de Puerto Rico. 

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La nueva exposición de Roxana Pérez-Méndez, Quien a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija en el Taller Puertorriqueño presenta una dinámica meditación sobre la percepción y construcción de la identidad portorriqueña. A base de mezclar imágenes ilusorias hechas a base de hologramas, así como diferentes registros de audio y video, fotografías y cuadros de los archivos del Taller Puertorriqueño, Pérez-Méndez consigue destacar la particular personalidad polifacética de Puerto Rico. 

Entre los temas que aborda la exposición están el paisaje natural y las costumbres agrícolas de Puerto Rico, las tradiciones culturales Taíno y su compleja relación con los Estados Unidos. Imágenes, sonido y video irradian por todos los rincones de la sala, sumergiendo al visitante en la identidad puertorriqueña.

Cosechas, fantasmas y danzas rituales

Una parte de la exposición está dedicada a la herencia natural y agrícola de la isla. En Cortando Caña (2015), una mujer cansada de trabajar va cortando y compilando cañas de azúcar, mientras Finca del Guaraguao (2017), refleja un holograma de la artista caminando entre el exuberante paisaje retratado en la obra de Francisco Oller Paisaje de la Finca del Guaraguao (1884).  La Zafra (2017) presenta un holograma de campos de cultivo en llamas durante los preparativos de la cosecha, en un marco de plantas y naturaleza diversa. 

En el centro de la sala se exhiben representaciones de la cultura artística de la isla. El video Taíno (2016), muestra a un grupo bailando una danza ritual tradicional Taíno en el centro de un neumático invertido. En una pared cercana se proyecta Vejigante (2016), un video en el que aparece bailando el mítico embaucador Vejigante, conocido gracias al Carnaval y al festival de San Jaime de la ciudad de Loisa.

El rasgo principal de la obra de Pérez-Méndez, y quizás el más interesante, es el uso que la artista hace de la técnica llamada “el fantasma de Pepper” (Pepper’s Ghost) para recrear imágenes parecidas a hologramas a partir de objetos físicos.  El método se hizo famoso en los años 1800 gracias al científico John Henry Pepper. En aquella época se utilizaba para crear espejismos, “fantasmas”, en obras de teatro y parques temáticos. 

Tal y cómo lo describe Pérez-Méndez en su website, “para crear estos fantasmas, se coloca un espejo de cristal de dos caras en un ángulo de 45 grados. La pantalla sirve tanto de espejo como de medio reflector, produciendo simultáneamente realidad e ilusión.”

Según el folleto informativo de la exposición, en la obra de Pérez-Méndez, “el fantasma de Pepper” sirve para “fusionar lo contemporáneo con lo tradicional, reflejando la caprichosa naturaleza de la identidad.” 

Fusionarse con el cuadro

Por ejemplo, en Baquiné (2017), un holograma de la artista parece unirse en el duelo de los personajes que aparecen en el cuadro de Francisco Oller El Velatorio (1893). Asentada entre la muchedumbre, la artista parece estar cantando junto a ellos dentro del cuadro. El audio de fondo ayuda a que la escena cobre vida

El efecto audiovisual creado por estas ilusiones es muy potente. Mediante el uso del “fantasma de Pepper”, la artista contemporánea conecta de manera sólida su yo actual con el pasado, interactuando con los personajes originales, como si estuviera con ellos. Este efecto se percibe muy bien en Finca del Guaraguao (2017), donde la vemos proyectada dentro del cuadro de Francisco Oller Paisaje de la Finca del Guaraguao (1884), en un plano inferior a un hombre representado de pie junto a una granja. La proyección de la artista se va acercando hacia él, como si se hubiera encontrado con un amigo. De esta forma, el pasado se une sin problemas al presente, a la vez que destaca la dénil naturaleza de la identidad. 

Como Pérez-Méndez señala en su definición como artista: “Extravagante, efímera y divertida por naturaleza, esta construcción de la visión es tenue, ya que la ilusión se desmorona rápidamente si el espectador camina a ambos lados, revelando la mecánica simple de la obra. A pesar de todo, este mundo en miniatura persiste. El espectador es testigo de una situación en la que no se alcanza ni se estabiliza ninguna resolución, de un lugar donde el Sueño Americano de la naturalización se queda por cumplir.” Sólo si la construcción está intacta se puede expresar la identidad.

“Fiesta Island”

No obstante, la exposición es notable no sólo por el uso de esta técnica, sino también por resaltar la gran variedad de identidades, a veces conflictivas, asociadas a Puerto Rico. Quizás donde mejor se refleja este aspecto de su obra es en la pared exterior de la exposición, en la que se proyecta la imagen estereotipada de Puerto Rico en un video turístico de la isla hecho en América, en contraste con imágenes de la migración puertorriqueña en los Estados Unidos.

En la primera pieza, titulada Ay, ay, ay, ay Puerto Rico! (2016), el video turístico clasifica a Puerto Rico de “Fiesta Island” y lleva al espectador a realizar un tour por las principales ciudades de la isla. Mientras las excelentes imágenes seleccionadas van pasando, un narrador describe el país como un resort exuberante y maravilloso, con hermosas montañas y playas, frutas exóticas y sabrosas, arquitectura tradicional española y un ambiente distintivamente americano.

A la izquierda de este video, la imagen gloriosa y estereotipada de la isla contrasta fuertemente con las escenas de la migración puertorriqueña en Estados Unidos que se proyectan en Crucero (2016). Primero aparecen imágenes de un gran grupo de inmigrantes embarcando en un barco rumbo a Nueva York. Le siguen fotos de  escenas realistas de la vida puertorriqueña tanto en los EE.UU como en la isla. Un grupo de mujeres posa delante de la cámara delante de la iglesia de La Milagrosa, en Filadelfia. Una foto del mural del antiguo muro del Taller Puertorriqueño muestra a un grupo de puertorriqueños vendiendo productos en los stands de las calles de Filadelfia.

Está claro que Pérez-Méndez ha pensado cuidadosamente cada obra, seleccionando y creando piezas que atribuyen profundidad y dinamismo a la identidad puertorriqueña. La visita a la exposición, planteada irónicamente como un paralelo al gran tour del video turístico, lleva al visitante a un recorrido por diferentes construcciones de la identidad puertorriqueña, logrando que la experiencia sea un conjunto vibrante y bien construido.

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Homenaje encubierto  

La exposición es también un homenaje al propio museo, tal y como se refleja en el título: Quien a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija, es decir, aquellos que obtienen más beneficios de la vida son “aquellos que se asocian con algo más grande que ellos mismos.” El título es también una referencia directa al Taller Puertorriqueño en el que se aloja la exposición.

Fundado en 1974 por un grupo de puertorriqueños y latinos en el norte de Filadelfia, el Taller Puertorriqueño se ha esforzado durante más de 40 años en proporcionar una educación cultural a la juventud local, así como en el desarrollo de la comunidad latina a través de las artes.

De acuerdo con la información publicada en su página web, “en su evolución, Taller ha pasado de ser un centro cívico para las artes gráficas de Puerto Rico a ser una respetada institución que celebra las artes de Puerto Rico, América Latina y el Caribe. Proporcionar un lugar de encuentro para los niños y jóvenes del vecindario al salir de la escuela, ofreciendo actividades extraescolares y una programación rica en disciplina artística y cultural, sigue siendo central para llevar a cabo la misión de la organización y el trabajo en curso.”

En línea con esta misión, la organización inauguró el pasado otoño un nuevo edificio para albergar su centro cultural, donde se emplaza actualmente la exposición de Pérez-Méndez. El edificio es el mayor centro puertorriqueño / latino en la región del Atlántico Medio e incluye un jardín de esculturas al aire libre, aulas electrónicas, una gran galería de exposiciones, así como estudios de danza y teatro.

Visto en este contexto, la reflexión de Pérez-Méndez sobre la caprichosa naturaleza de la identidad puertorriqueña es también un homenaje al propio centro, honrando su misión -histórica y actual- de servir a la comunidad local y llamar a un futuro apasionante.

La exhibición de Pérez-Méndez en el Taller Puertorriqueño estará abierta al público hasta el próximo 27 de marzo de 2017.