Se trata de un verdadero ‘film noir’. Reflexionemos en lo que quiere decir esto. No es solo encajar la película en una categoría publicitaria y superficial. Es insistir en la pertenencia a un género, en el diálogo de un director con una corriente cinematográfica. Hablar de un verdadero ‘film noir’ es hablar de un lenguaje a la vez misterioso y decadente, en el que el suspenso abre paso a la reflexión social y psicológica.

Es justamente lo que encontramos en el largometraje de Tarik Saleh:  un crimen a sangre fría, un detective adolorido, una institución deteriorada, un romance imposible y un contexto político convulso.  La suma de las partes forma una narrativa impecable, fiel en todo momento a si misma.

Los mecanismos del ‘film noir’ conducen a una mirada muy especifica sobre un aspecto de la sociedad contemporánea. En el caso de ‘The Nile Hilton Incident’, el foco está puesto en la degradación moral al interior de sistema judicial egipcio, inseparable de la inestabilidad política que sacude la totalidad de la estructura social.

La narrativa se orienta hacia un subgénero de la ficción detectivesca conocido como ‘drama policial’ , en el que una serie de investigaciones aisladas confluyen en una misma intriga. La historia parte del crimen y la investigación, y poco a poco se adentra en las problemáticas de un contexto histórico y geográfico escasamente explorado en el cine occidental. 

El Cairo, 2011. Una joven cantante de música popular es asesinada en una habitación de hotel. El inspector Noredine se hace cargo de la investigación. Los interrogatorios lo llevan a descubrir un complejo juego de complicidades entre proxenetas, mafias locales y funcionarios públicos.

En su búsqueda, Noredine va atravesando los diferentes estratos sociales de la sociedad egipcia, solo para darse cuenta, desencantado, que la corrupción, de la que él mismo participa, solo que de manera ambigua, ha penetrado ya irreversiblemente la totalidad de sistema. 

El momento histórico que abre el film es el de las escaramuzas y las protestas que, mas adelante, hacia al final de la narración, desembocarán en las manifestaciones masivas de la plaza Tahrir, donde se gestará el derrocamiento del régimen de Moubarak. Así, los crímenes, las acciones y las pulsiones individuales, se integran en la lógica de una fatalidad colectiva, convirtiendo el enigma policial en un episodio irrisorio e intrascendente.

El gran mérito del film es que, justamente, mostrando la futilidad de la luchas personales, pone al descubierto las fallas en el engranaje general del sistema.