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Entrada al campo de exterminio nazi de Auschwitz, en la actual Polonia. Se calcula que murieron un millón de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Foto: Wikipedia
Entrada al campo de exterminio nazi de Auschwitz, en la actual Polonia. Se calcula que murieron un millón de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Foto: Wikipedia

Muere el contador de Auschwitz

Oskar Gröning, fallecido este lunes a los 96 años, se ocupaba de administrar el dinero y las pertenencias confiscadas a los deportados a Auschwitz. No llegó a…

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Tenía 96 años y acabó librándose de la cárcel.

Oskar Gröning, el ex guardia nazi de las SS que trabajó como “contador” del campo de exterminio de Auschwitz, murió el pasado lunes en Alemania, escapándose por los pelos de una condena de cuatro años de cárcel por su implicación en el asesinato de al menos 300,000 personas, en su mayoría judíos, entre 1940 y 1945. 

Gröning fue uno de los últimos nazis en enfrentarse a un juicio por su rol durante la Segunda Guerra Mundial y concretamente en el programa de exterminio ordenado por el gobierno de Hitler. El juicio, celebrado en 2015, se convirtió en un referente en Alemania, pues por primera vez el Constitucional condenaba con dureza a los miembros de la maquinaria que colaboró con el régimen nazi a perpetuar el genocidio contra los judíos. Hasta entonces, los tribubales se habían mostrado más "benevolentes" con los miembros de la SS y empleados de campos de concentración como el de Auschwitz, donde trabajan unas 6500 personas. De estas, solo 50 fueron condenadas.   

Conocido como el “Contador” de Auschwitz, Gröning fue el responsable de la administración financiera de Auschwitz, el mayor campo de exterminio nazi, ubicado en la Polonia ocupada. Entre sus funciones estaba la de registrar la llegada de prisioneros al campo y administrar el dinero y las pertenencias confiscadas, para luego enviarlas a Berlín.  Los detenidos eran posteriormente asesinados en cámaras de gas o obligados a trabajos forzados. 

En  el juicio, Gröning fue declarado culpable en el exterminio de 300,000 personas que murieron en el campo de Auschwitz y condenado a cuatro años de cárcel, a pesar de su avanzada edad. 

El pasado diciembre, Gröning recurrió su condena al Constitucional alegando que su ingreso en prisión violaría su “derecho a la vida” debido a su estado de salud.  Su recurso fue desestimado, pero su muerte repentina le libró por los pelos de cumplir con la condena.

Durante su juicio, Gröninng aceptó su “culpabilidad moral” y  dijo que estaba “muy arrepentido” de sus acciones. “Nadie debia haber participado en Auschwitz”, dijo. “Lo sé. Sinceramente estoy arrepentido de no haberme dado cuenta antes y de forma más consistente”.

Se estima que un millón de judíos murieron en Auschwitz entre 1940 y 1945.

El deber de recordar el horror

Auschwitz volvió a estar en las portadas de los diarios de todo el mundo hace un mes, cuando el gobierno ultraconservador polaco decretó una nueva ley que condena con multas o pena de  hasta tres años de cárcel a todo aquel que sugiera que Polonia fue cómplice en el Holocausto. La ley, aprobada por el presidente Andrzej Duda, declara “ilegal” acusar a la nación polaca de haber formado parte de las atrocidades y la aniquiliacion sistemática de miles de judíos llevada a cabo por los nazis durante la segunda guerra mundial.

Por el contrario, desde Berlín, hay políticos que proponen hacer obligatorias las visitas a los campos de concentración nazis, no solo para las escuelas, sino para todo el mundo.

La propuesta en concreto está liderada por la parlamentaria alemana de origen palestino Sawsan Chebli y refleja el temor en Alemania al auge de grupos neonoazis y  partidos de ultraderecha como Alternativa por la Derecha, que defienden una postura antiinmiigración. Chebli también teme que las posturas radicales se extiendan a los inmigrantes y refugiados de países árabes que no logran integrarse en el país. De hecho, su iniciativa surgió después de ver a un grupo de inmigrantes de Oriente Medio quemar banderas de Israel bajo la puerta de Brandemburgo, el pasado diciembre, según reportó The New York Times.

“Necesitamos que la historia sea relevante para todo el mundo: los alemanes han dejado de sentir la conexión con el pasado y los inmigrantes se sienten incluidos del presente”, dijo Chabli al periódico neoyoprquino.