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Liza Hernández, hondureña, decidió venir a Barcelona a estudiar Diseño Gráfico, atraída por los costes bajos de la matrícula en comparación a los Estados Unidos. Liza cree que estudiar en Europa es una opción cada vez más atractiva para los Latinoamericanos. Foto: Andrea Rodés
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Liza Hernández nació en Houston, TX, pero poco antes de terminar la escuela sus padres decidieron regresar a su Honduras natal. “Todavía tengo amigos y familiares en los Estados Unidos, voy a verles un par de veces al año”, explica esta joven hondureña de ojos risueños y cejas maquilladas.

Pese a que EEUU sigue siendo el destino habitual de los jóvenes latinoamericanos que quieren estudiar en el extranjero, cada vez son más lo que optan por estudiar un posgrado en España atraídos por la ventaja del idioma y el prestigio de algunas escuelas de negocios.

Es el caso de Lisa Hernández, que después de empezar la carrera de Diseño Gráfico en Unitec, una de las mejores universidades de Tegucigalpa, decidió continuar sus estudios en Barcelona.  

 “Visité la ciudad en verano, de vacaciones y me enamoré. Así que nada más regresar a Tegucigalpa busqué en Google cuál era la mejor escuela de diseño y moda de Barcelona”,  comenta Liza,  sentada en una de las modernas butacas que decoran la entrada de LCI Barcelona.

Según cifras del Ministerio de Educación Español, en el curso 2015 llegaron más de 11.300 estudiantes procedentes de Latinoamérica para especializarse, el doble que en el curso 2008-2009, cuando 5.711 jóvenes cruzaron el Atlántico después de terminar la universidad. Los alumnos de América Latina son también el principal grupo de extranjeros en las instituciones españolas, seguidos por los europeos (4.503).

LCI Barcelona, más conocida como la Escuela Superior de Diseño Felicidad Duce, es un ejemplo de cómo las instituciones académicas de España han aprovechado el boom de los estudiantes extranjeros. La escuela fue fundada en el año 1928 por una modista pionera en España (Felicidad Duce) y desde el año 2013  pertenece a  LCI Education, una red internacional de escuelas de diseño y moda, fundada en Canadá.

 “Descarté ir a estudiar en EEUU porque allí voy dos veces al año, quería algo nuevo”, dice Liza, aferrándose a su sofisticado bolso de marca, a conjunto con el resto de su atuendo.

“Además, buscaba un lugar donde pudiera sentirme como un casa, no tan alejado de mi cultura. Ya sé que en Barcelona hay menos hondureños que en Texas, pero aquí me siento más cómoda”, añade.

Liza lleva un mes y medio alojada en casa de una familia hondureña y tiene previsto quedarse en Barcelona cuatro años más, hasta terminar los estudios. Después le gustaría un trabajo en España.  “En Honduras hace un calor horrible, no quiero volver”, bromea.

En la cafetería de LCI Barcelona se mezclan los acentos españoles. En la facultad de diseño estudian un millar de estudiantes, el 60% extranjeros, principalmente de Europa, aunque en los últimos dos años se han disparado los que llegan de Asia y Latinoamérica.

 “Vienen principalmente para cursar Masters y programas de postgrado, atraídos por la fama de Barcelona como capital de la creatividad y del diseño, su elevada oferta educativa y unos precios más económicos que en Estados Unidos, explica María Portero, responsable de Comunicación de LCI Barcelona.

Los cursos de postgrado en LCI son en inglés, y la matrícula anual ronda los 7,000 euros anuales ($ 7,450 al año), una cifra bastante menor en comparación a los más de $35,000 al año que cuesta estudiar en Drexel University, una de las mejores escuelas de diseño de Filadelfia, por ejemplo.

Vienen principalmente para cursar Masters, atraídos por la fama de Barcelona como capital de la creatividad y del diseño, su elevada oferta educativa y unos precios más económicos que en Estados Unidos

La mayoría de estudiantes latinoamericanos de LCI Barcelona provienen de Colombia y México –donde la red LCI tiene dos campus –, aunque también ha crecido el número de venezolanos, que huyen de la situación política de su país. “Muchos de estos estudiantes latinos nos conocen a través de las ferias de educación en Panamá y Bogotá”, explica María Portero.

 “Mi madre vive en Miami y me insistía para que me fuera a Estados Unidos, pero allí no me permiten trabajar, y no podía costearme los estudios”, comenta David Moreno, un estudiante colombiano de LCI Barcelona, de 26 años. David, originario de Santander, empezó a estudiar publicidad en Bogotá, “pero tenía ganas de pasar una temporada estudiando en el extranjero”, explica, mientras almuerza con sus amigas en la cantina de la universidad.

En Barcelona, David no ha tenido problemas legales para estudiar y trabajar al mismo tiempo, algo a lo que ya está acostumbrado (En Bogotá trabajaba  en un call center).

Somos una generación que empieza mirar más a Europa que a Estados Unidos

No obstante, el aumento de becas y préstamos  también ha sido un factor clave para que cada vez más latinoamericanos busquen un posgrado en el extranjero. Países como Mexico o Colombia ya no son considerados naciones en desarrollo, sino economías emergentes. España ha dejado de becar sistemáticamente a estos estudiantes y ahora son las universidades o Gobiernos de los países de origen quienes los becan”, explicó en una entrevista para el diario El País Inma Fortanet, miembro de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE).

Por otro lado, está el factor cultural y la atracción emergente hacia Europa. Más de la mitad de los amigos de Liza se han marchado a estudiar a Europa:

“A Alemania, Francia, Italia... somos una generación que empieza a mirar más a Europa que a Estados Unidos, aunque desconozcamos la lengua del país al que vamos”, dice Liza.  Su hermana mayor, no obstante, estudia Event Management en Providence, Rhode Island. “Sus estudios resultan mucho más caros”, dice Liza.

A pesar de la fama de los centros privados como LCI,  y de las escuelas de negocio (ESADE, IESE o el Instituto de Empresa), que imparten las clases en inglés, las universidades más demandadas todavía son las públicas: de los 11.301 latinoamericanos que llegaron a España para estudiar un posgrado en el pasado curso, 7.070 fueron a instituciones públicas y 4.231 a privadas, según datos oficiales.

 

Médicos latinos

Entre las universidades públicas, los estudios superiores de Medicina ha sido  un gran reclamo para los estudiantes latinoamericanos.  En 2015 había en España alrededor de 1.500 estudiantes de primer y segundo grado de Medicina provenientes de Latinoamérica y el Caribe.

Entre ellas está Maria Claudia Saldaña, médico pediatra de 33 años, originaria de Bucarambanga, en la región colombiana de Santander. Después de estudiar un año en la facultad de Medicina de Bogotá, Maria Claudia decidió que quería marcharse a estudiar a España, una opción más asequible – y más fácil, dado la cercanía del idioma- que Estados Unidos. “Postulé para Barceona, Valencia y Madrid, me daba igual”, recuerda Maria Claudia, casi diez años después.

Según la joven pediatra colombiana, “cuando estudias Medicina en Sudamérica, la curva de aprendizaje es más rápida, tienes contacto directo con el paciente mucho antes, es más práctico. Mis  compañeras de clase de Bogotá ya habían atendido numerosos partos cuando yo en Barcelona todavía estaba entre libros”, explica Maria Claudia, que actualmente tiene un puesto temporal de médico pediatra en un centro de atención primaria de la Seguridad Social, en Barcelona. “En España los estudios tienen un enfoque más académico, como debe ser. Por eso en Bogotá, la gente que no tiene dinero acude a los hospitales universitarios, son más baratos, porque los médicos son en realidad estudiantes”, explica.

Salarios bajos y condiciones laborales precarias es lo que le espera al médico latinoamericano que decide quedarse a trabajar en España. Los salarios de los médicos españoles se encuentran a la cola de Europa. Y mientras los médicos españoles se marchan a trabajar a Reino Unido o a Suecia, los latinos que optaron por venir a especializarse a España topan con las precariedades laborales de la Sanidad pública española.

En la mayoría de centros de salud pública de España te hacen contratos de mes a mes, o de semanas, o por días…

Maria Claudia Saldaña cobra unos 2300 euros al mes (cerca de $2600 ) por cubrir una baja temporal en un centro de atención primaria. Nunca ha tenido un contrato indefinido. “En la mayoría de centros de salud pública de este país te hacen contratos de mes a mes, o de semanas, o por días…”, explica. En estos momentos, empujada por motivos familiares,  Saldaña se plantea aceptar una oferta de trabajo en Colombia para un puesto de pediatra especializada en dermatología infantil, aunque no tiene claro si sus condiciones salariales mejoraran.

Hay que hacer muchas horas extras y muchas guardias para tener un salario de más de 2000 dólares a final de mes, aunque cuando era médico interno todavía me pagaban menos”, explica Igor, un médico peruano, empleado en un centro de atención primaria de las afueras de Barcelona. A diferencia de Maria Claudia, Igor no vino a estudiar la carrera de medicina a España, sino solamente la especialización (necesaria para ejercer). Igor estudió Medicina en Moscú, aprovechando los convenios de colaboración académica entre Rusia y Latinoamérica heredados de la era soviética. Pero después de ocho años en Rusia, se hartó del frío y decidió venir a Barcelona, donde vive su hermano, y presentarse a las pruebas del MIR, el examen que permite acceder a la especialización y convertirse en médico interino.

El año que Igor pasó el MIR y obtuvo una plaza de interno en medicina familiar fue en 2010, cuando el número de plazas reservadas a extranjeros en el examen MIR era del 10%.

En la actualidad, el cupo de plazas para extranjeros se ha reducido al 4%, con el fin de reducir el efecto llamada que producía. España tiene más de 40 facultades de Medicina, lo que representa unas 7,000 plazas para cursar la carrera – per solo ofrece 6,000 plazas para hacer el MIR, el proceso de especialización como médico interno residente, que dura entre  4 o 5 años, y que permite poder trabajar en España y en Europa.  En total, en el año 2015 fueron únicamente 244 los extranjeros que obtuvieron plaza tras el examen